Capítulo 48

Hola, hola!!!! Hoy hay doble capítulo en el blog porque estamos de festejo jajajaja así que firmen, firmen que más tarde vuelvo con un capi más! ;) Pasen lindo día!!!! Besos y nos leemos más tarde!

¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLE Jor (@Jor_rosarina)!!!!! Qué tengas y pases un cumple muy pero muy feliz! Y como lo prometí he aquí tu regalo por dos ;) Besos y que este nuevo año te llene de felicidad!!!  

Twitter: @Caparatodos

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—Está bien. —Con una leve sonrisa le puso un mechón de pelo detrás de la oreja—. Gracias por contármelo.

—¡Hey!, lo estoy intentando.

Capítulo 48:

¡Vaya! Teniendo en cuenta que había estado previendo una enfurecida discusión, no había estado nada mal. Durante todo ese tiempo él había tratado de interferir en sus asuntos y ahora era ella quien aterrizaba en mitad de los suyos. Peter mantenía muy bien el equilibrio. Eso le gustaba a Lali. Tal vez estuviera aprendiendo, después de todo.

El teléfono de Peter sonó por cuarta vez.

—Es Gastón —dijo.

—Ése es mi empuje para salir de escena. Tengo que juntarme con Nicolás.

Él la tomó nuevamente de la mano antes de que pudiera emprender el camino.

—Espera un minuto. Hay otra cena de beneficencia mañana. Si vamos, tengo que pedir las invitaciones —dijo, contestando la llamada—. Gastón.

Mientras Peter escuchaba al abogado, su mano se apretó alrededor de su muñeca. Ella levantó la vista de su reloj mientras él apretaba el botón sin siquiera despedirse, su mirada prácticamente la estaba perforando.

—¿Y ahora, qué pasa? —preguntó, soltando su brazo y dando un sutil paso atrás.

—Es Roció. ¿Te acuerdas de Rocío?

—Por supuesto. La esposa de Gastón. ¿Está bien?

—Te vio.

Ella frunció el ceño.

—Entonces debería haberme saludado.

—Estabas manejando tu auto. En realidad, estabas estacionada junto a la entrada de Bedoya-Agüero.

«¡Mierda!» Casi había olvidado aquella estupidez.

—No me provocaba tener que explicártelo —dijo tranquilamente, dando otro paso atrás. «Que no te atrapen. Que nunca te atrapen.» Esa era la principal de las tres lecciones sobre ser ladrón que le había enseñado su padre.

—¿Qué diablos hacías con Pamela… y en la residencia de los Bedoya-Agüero? Lo de antes no era sólo curiosidad, ¿no es así? Entraste.

Y ésa era la causa de que prefiriera tanto armonizar como el anonimato. Ahora la conocía demasiada gente.

—De acuerdo. Pamela conoce a Daniel, y yo quería encontrar una forma de entrar en la casa que no pareciera del todo falsa. Pero no funcionó, porque al parecer papá Bedoya-Agüero me investigó un poco y sus hijos están al tanto del legado Espósito. Me largué y te llamé para almorzar juntos. Punto y final.

—Así que utilizaste a mi ex esposa para obtener acceso ilegal a la casa.

—No hubo nada ilegal en esto.

—Y me mentiste sobre conocer a Daniel y a Laura.

Ella frunció el ceño.

—De acuerdo, mentí. Intento ganar la apuesta.

—Una apuesta que comienzo a lamentar haber aceptado. —Sus ojos continuaron fulminándola—. ¿Cómo sabías que Pamela conocía a Daniel?

—Los vi pasear juntos —mintió. El asunto del anillo y todo lo que le rodeaba seguía siendo un secreto entre Pame y ella. Le había dado su palabra al respecto y, con sus evidentes sospechas, no había forma de que confesara haberse metido en una casa, aunque hubiera sido para reponer un objeto en vez de para llevárselo.

—Así que la llamaste, le pediste que te llevara a la casa de Bedoya-Agüero y ella accedió —dijo con su grave voz tensa debido al sarcasmo.

—Sip. Me parece que sigue intentando crear una opinión sobre nuestra relación. La tuya y la mía. Buscar pistas y esas cosas. De manera que yo la utilicé a ella y ella me utilizó a mí. Y todos felices.

—Todos menos yo, por lo visto. ¿No se te ha ocurrido que preferiría que no te complotaras con mi ex mujer o simplemente no te importa?

—Puede que no sólo se trate de ti —respondió cuando el valet parking llegó con su vehículo plateado—. Por si no te acuerdas —siguió, mientras Peter se subía al asiento del conductor—, tú no me preguntaste si aprobaba que ayudaras a Pame con sus problemitas, pero yo no te hiceé una rabieta.

Lali lo dejó en el auto y comenzó a caminar en dirección contraria hacia su Bentley. Maldita sea, nadie se le había metido tan dentro como él. El auto retrocedió, asomándose a su visión lateral cuando él dobló la esquina, amoldándose a su paso.

—¡Lali!

—Estoy ocupada —soltó, incrementando su paso y sabiendo que ambos estaban armando un show de dos completos chiflados. Pero, demonios, había estado cediendo, tratando al menos de mantenerlo al tanto de lo que investigaba, aunque no de cómo lo hacía.

 El auto siguió retrocediendo a su lado.

—No voy a dejar de discutir sólo porque tú te alejes —dijo un momento después.

Ella se detuvo, inclinándose por la ventana abierta del pasajero.

—Bien —murmuró, mirándolo a los ojos y alejándose de nuevo—. Pero más vale que tengas una buena razón para pelear. Pamela no lo es. Te veré después. Tengo que reunirme con Nicolás.

Lali continuó caminando, fingiendo no escuchar mientras subía la ventana, cambiaba de velocidad y el motor aceleraba cuando Peter se incorporó de nuevo para seguir su camino. El auto valía, sin duda, el medio millón que había pagado por él el mes pasado. Pero de pronto la asaltó la preocupación de que llegara un momento en que Peter no se molestara en discutir, en que se diera cuenta que cada vez que cedía, en realidad ganaba. O peor aún, en que decidiera que su supuesto estilo de vida no valía el riesgo que significaba para él o para su compañía.

Pero hasta el momento le encantaba jugar con fuego… siempre y cuando no bajara la guardia. De cierta forma, aquello hacía que su vida contara con un poco de adrenalina. Si se mareaba y caía, entonces sería culpa suya.

Continuará…