Capítulo 47

Hola, hola! Cómo empezaron la semana?! Ojalá bien y siga así! ;) Besos y mañana nos leemos temprano y doble porque es el cumple de Jor, y ya hace mucho está el pedido! ;) 

Y@LLovePoynter empezó una nove en http://touchtherainandloveme.blogspot.com.es/ ;) Pásense!!!!

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Juan Pedro devoró su ensalada. Ignoraba por qué, pero había veces, frecuentes ocasiones, en que sentía que de nuevo estaba en el colegio en lo que a Lali respectaba. Ojalá fuera tan simple, ojalá pudiera tatuarse su nombre sobre el corazón y saber que ella no estaba jugando. Cambiar la naturaleza camaleónica de su carácter podría alterar la esencia de su persona… y no estaba seguro de querer eso.

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó, al fin.

Capítulo 47:

—Sin duda. Augusto Pereira no es nada feo.

Mientras simulaba tomar un sorbo del vino, Peter lanzó otro vistazo al gentío del restaurante. Alto, de pelo rubio que comenzaba a encanecer y un sutil bronceado, Pereira poseía el apuesto aspecto atemporal de lo que era exactamente: un acompañante profesional. A ninguna mujer de Buenos Aires le gustaba ir sola a un evento social, así que los acompañantes como Pereira estaban disponibles para realizar tareas de acompañamiento lo mismo de mujeres jóvenes que de cierta edad. Su presencia junto a Laura Bedoya-Agüero era un tanto sorprendente dado que, por lo que Peter sabía, ella jamás había carecido de compañía, pero tal vez el hombre no era más que un amigo de la familia.

Lali sabía más de lo que admitía, pero aquél no era lugar para explorar tal hecho. Ambos sabían que, en lo concerniente a la apuesta, las cosas no podían continuar con los dos persiguiendo fines opuestos y con ella estirando los límites —o amenazando con hacerlo—, pero él había hecho su trabajo durante los tres últimos meses. Observar y escuchar frecuentemente hacía que lograra más que una discusión. La última vez que él había impuesto sus planes, ella se había ido hacia el aeropuerto. Con el acuerdo con Fittings-dom pendiente, no disponía de tiempo para ir detrás de ella. «Con miel, Peter, no con vinagre.»

Ella se detuvo y se llevó un bocado a la boca.

—No es tan guapo como tú, claro.

—Gracias.

Con una risita bebió de su refresco.

—No es más que una aclaración. Y gracias por venir a almorzar conmigo.

—Es un placer. —Sí, la miel era sin duda el modo de actuar.

Su sonrisa se hizo más amplia.

—¿Crees que con el tiempo acabaremos matándonos el uno al otro?

Juan Pedro sonrió de oreja a oreja.

—Probablemente.

Los dos volvieron a prender sus respetivos celulares cuando salieron del restaurante. El de Lali sonó al instante, con el tono asignado a Nicolás.

—¿Aló? —dijo por costumbre. Mezclarse era la clave, y el que la llamada fuera del celular de Nicolás no indicaba necesariamente que fuese él mismo quien llamara.

—Enana, creo que he encontrado algo que podría interesarte. ¿Podemos encontrarnos en Antigüedades Grimaldo?

—Estoy a unos quince minutos de ahí. —Miró hacia la avenida—. ¿Quién se quedó a cargo de la oficina?

—Un letrero que dice VUELVO EN CINCO MINUTOS —respondió su ex perista—. ¿Vienes?

—Enseguida voy.

Antes de que pudiera dirigirse calle abajo hasta donde había estacionado el Bentley, Peter la tomó del brazo.

—¿Qué es eso que ibas a contarme, lo cual no me iba a gustar?

Puede que fuera ella quien poseyera una memoria casi fotográfica, pero tampoco él se olvidaba nunca de nada. ¡La pucha! Tenía que hablarle de Michael Lyon, pero estaba muy segura de cómo reaccionaría él… y tenía que encontrarse con Nicolás. Además, mientras más tiempo se lo ocultara, peor sería cuando soltara la historia.

—Primero, una cosa. No conozco todos los detalles, pero pase lo que pase, tienes que fingir que no sabes nada.

—Eso es un poco claro.

Lali se cruzó de brazos.

—Lo digo en serio, Peter. Estoy segura de que no debería contarte nada de esto. Es cuestión de ética. Es por eso que tienes que prometérmelo.

Aquello no le gustaba; Lali podía verlo en su rostro. A las personas como Peter no les gustaba que les dieran órdenes. Pero tampoco les gustaba quedarse al margen. Él asintió después de unos minutos.

—Continuaré en la ignorancia, digas lo que digas. A menos que ponga en peligro tu integridad o la mía. Lo prometo.

Dejando escapar el aire, Lali miro a su alrededor una vez más. No había nadie lo bastante cerca como para imaginarse de lo que estaban hablando, siempre y cuando no comenzaran a gritar.

—Esta mañana he conseguido un trabajo pagado.

—No me sorprende.

—Gracias —respondió, de corazón—. En realidad, no es mi especialidad, pero el cliente no tenía a quién más recurrir y creo que le tendieron una trampa.

—De acuerdo.

—El cliente es Michael Lyon.

Peter parpadeó.

—El mismo Michael Lyon con quien peleo por Fittings-dom.

—Sí.

—Entiendo. —Sus labios se tensaron, dio un par de pasos y luego regresó hasta ella—. ¿Con qué objeto te ha contratado?

Lali sacudió la cabeza. Puede que la ética fuera un asunto complicado, pero ella sabía unas cuantas cosas al respecto.

—Eso queda entre él y yo.

—Lali…

—No, Peter. Te conté todo esto porque hacen negocios juntos, y no quería que fueras dando pasos en falso. Pero no voy a ponerte al tanto de los detalles.

—Sabes que puedes confiar en que no voy a contar nada de lo que me cuentas.

—Sé que puedo. Pero ése no es el tema. Si quieres pelear por esto, de acuerdo, pero preferiría no hacerlo.

—Bueno —farfulló—. No espero que chismees conmigo. Pero tampoco esperaba que tu primer cliente fuera alguien de cuya compañía intento tomar el mando. ¿Y si… ?

Ella le puso una mano sobre los labios.

—Si se presenta algún «y si», pensaré seriamente en hablar contigo.

—Está bien. —Con una leve sonrisa le puso un mechón de pelo detrás de la oreja—. Gracias por contármelo.

—¡Hey!, lo estoy intentando.

Continuará…