Capítulo 39

Hola, hola!!!! ¿Cómo están? Espero que bien y hayan empezado la semana con todo! Gracias por ser tan geniales!!! :D Sobre la maratón… Mmm, va a estar un poco complicado! No voy a estar una semana y volviendo empalmo con finales! :S Igual, apenas pueda, la hago!!! Gracias de nuevo!!!!! Besos y hasta mañana!!!

P.D.: Nueva nove Laliter de @endlesslove_lyp @LyP_Ary en http://endlesslaliter.blogspot.com.ar/

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

A diferencia de los jurados en juicios ordinarios, que podían llegar a tomarse días para deliberar, el gran jurado solía ser rápido efectuando su votación. Por suerte, aquella no fue una excepción. Diez minutos después de que Manuel Gutiérrez hubiese abandonado el estrado de los testigos, el presidente decretó con un pliego acusatorio aprobado por el gran jurado, que en lo sucesivo sería oficialmente denominado El Estado contra Andrés Tejada.

Tenía su imputación.

Capítulo 39:

El viernes por la mañana, Lali recibió la segunda buena noticia de las últimas veinticuatro horas.

-Mi cliente ha firmado una declaración de culpabilidad –le dijo Gregorio Morán, el abogado defensor.

Durante el transcurso de la semana anterior, Lali había negociado los términos del acuerdo de culpabilidad de Zegarra. En cuanto Emilia le había entregado los archivos, había tenido claro que esa parte del caso se resolvería con rapidez.

Zegarra ya cumplía cadena perpetua y el caso contra él era pan comido. Dos hombres habían sido encerrados juntos en una celda y a uno de ellos lo habían golpeado hasta matarlo –la identidad del atacante no representaba precisamente un misterio. De hecho, Zegarra ni siquiera se había molestado en alegar defensa propia –por lo visto, parecía sentirse casi orgulloso de sus actos. Solo existía un obstáculo que no había sido capaz de superar hasta el momento.

-¿Algún progreso con el tema de que delate a Tejada?

-Lo siento. Dice que no tiene nada que comentar al respecto –repuso Gregorio.

-¿Ni siquiera si le ofrezco reducir los cargos a homicidio involuntario?

-En este caso, la reducción no supondrá ninguna diferencia. Motivo por el cual estás dispuesta a hacer la oferta –dijo Gregorio-. Zegarra ya está cumpliendo dos cadenas perpetuas. Rebajar unos cuantos años la condena resulta irrelevante.

-¿Qué hay sobre el hecho de que sería hacer lo correcto? –preguntó Lali-. Tu cliente debería probarlo alguna vez.

Gregorio permaneció firme.

-Cumple cadena perpetua, Lali. No va a arriesgarse, considerando que va a tener que quedarse en prisión, solo para ofrecerte pruebas contundentes. No creo que le fuera a ir demasiado bien con los demás guardias si resulta ser el responsable de enviar a uno de ellos a la cárcel.

Seguramente no. Aún así, Lali realizó un último intento.

-Puedo arreglarlo para que lo transfieran. Para trasladarlo a algún lugar donde el sol brille durante todo el año en el patio de la prisión. Resulta que conozco unas instalaciones maravillosas en Rosario donde estarían encantados de darle la bienvenida al señor Zegarra.

Greg comenzó a reír.

-Ya se lo sugerí. Pero, lo traslades donde lo traslades, seguirá siendo conocido como el recluso que vendió a un guardia. Lo siento pero, si quieres atrapar a Tejada, vas a tener que hacerlo sin la ayuda de Zegarra.

Lali suspiró. No era la respuesta que había estado esperando pero no era culpa de Gregorio. Sentía un enorme respeto por los abogados defensores –se hacían cargo de casos tan duros como los de los fiscales a los que se enfrentaban y, además, se dedicaban a una de las ramas más ingratas de la profesión legal.

-Tenía que intentarlo. Nos vemos la semana que viene en el juzgado.

A primera hora de la mañana del lunes siguiente, Lali tuvo la oportunidad de echarle un primer vistazo al hombre en el que había puesto sus miras: Andrés Tejada, el guardia de la prisión que había provocado y organizado el brutal ataque de Zegarra contra Bonelli.

Tejada había sido arrestado por la policía la noche anterior, y se encontraban en el tribunal asistiendo a su primera comparecencia. Nada más atravesar las puertas de la sala, Lali observó dos cosas: la primera, que Tejada no aparentaba los veintiocho años que tenía, y la segunda, que parecía muy nervioso.

Y más le valía estarlo.

Antes de sentarse en su mesa, se presentó al abogado defensor de Tejada.

-Mariana Espósito –repuso, extendiendo la mano.

-Miguel Contreras. Me gustaría que me concedieras un minuto de tu tiempo tras la comparecencia, señorita Espósito –dijo secamente.

-Por supuesto. Incluso puedo concederte dos minutos –dijo complaciente.

Llevaba toda su carrera enfrentándose a tipos como ese, abogados que parecían confundir la insolencia con mostrarse duros. Por suerte, ese tipo de estrategia había dejado de ponerla nerviosa en algún momento durante su tercer juicio.

Se acercó a la mesa de la acusación y dejó su maletín a un lado. Poco después, el juez expuso el caso y empezaron.

Puesto que ya se había efectuado una acusación contra el demandado, el juez combinó la primera comparecencia con la lectura de cargos.

Como era de esperar, Tejada se declaró no culpable.

Al término de la vista, Miguel Contreras se encaminó directamente hacia la mesa de Lali.

-¿Asesinato en segundo grado? Mi cliente jamás tocó a ese tipo –la observó con una sonrisa-. Te investigué. Eres nueva por aquí.

-Las leyes son claras, señor Contreras. Cualquiera que contribuya a efectuar un delito puede ser declarado culpable del mismo. Llevo aquí lo suficiente como para saber eso.

-Ya sé lo que dicen las leyes –repuso mirándola fijamente-. Pero todo esto no es más que una pelea entre dos reclusos que acabó mal. Muéstrame alguna prueba que diga lo contrario.

Lali lo tuvo clarísimo –iba a ser un auténtico placer apelar contra él.

Continuará…