Capítulo 49

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Una admisión que hablaba por sí sola. Peter le pasó posesivamente el pulgar por el labio inferior y, cuando por fin habló, su voz sonó como un gruñido suave.

-Vámonos de aquí.

Capítulo 49:

Lali solo tuvo que observar la expresión de Peter para saber lo que sucedería exactamente si salía del bar con él. Su ardiente mirada lo dejaba perfectamente claro. Sentada en aquel sillón, se le ocurrieron un centenar de razones para decirle que no. Y solo una para aceptar; sencillamente que lo deseaba.

Lali siempre hacía lo correcto. Y, desde una perspectiva racional, lo correcto pasaba por levantarse y alejarse de él, y de la malvada promesa que encerraban sus palabras. Pero Peter era pecaminosamente atractivo, inteligente, e ingenioso. Y había pasado mucho tiempo desde la última vez que había hecho algo que la hiciera sentirse tan… increíblemente excitada. Si es que le había ocurrido alguna vez.

-Tengo que despedirme de Candela –le dijo a Peter.

Y ella que había pensando que sus ojos llameaban hasta entonces.

Peter se llevó una de sus manos a los labios y le rozó los dedos.

-Nos vemos junto a la escalera. Iré a decirle a Nacho que me voy.

Cuando él se levantó del asiento y se alejó, Lali respiró hondo, tomándose unos segundos para tranquilizarse. Aquello no era algo que acostumbrara a hacer –no solía irse de los bares en compañía de hombres extremadamente guapos y ex-convictos.

Aún así, pese a resultar un poco raro, se sentía increíblemente bien. Y, por esa noche, aquella sensación era más que suficiente.

Tomó su cartera, se levantó del sillón, y se acercó a la barra para hablar con Cande.

-Dios mío, ya era hora –dijo ésta, una vez le explicó la situación-. Por un momento, llegué a pensar que se tomarían otros diez años.

-¿No te importa irte en taxi sola? –preguntó Lali.

-Claro que no. Ándate –Cande le dedicó una sonrisa-. Diviértete.

Bueno, sí… ese era el plan. Acto seguido, Lali se corrigió a sí misma, sonriendo interiormente mientras dejaba la zona VIP. No, nada de planes esa noche. Hasta que llegara la mañana siguiente, iba a dejarse llevar. A ser espontánea. Incluso irreflexiva. Suponiendo que no sufriera un ataque de pánico en unos dos segundos, al analizar la idea.

Mientras bajaba las escaleras, vio a Peter esperándola. Su mirada se conectó con la de Lali mientras ella se acercaba y, cuando llegó al último escalón, le dio la mano.

-¿Lista? –preguntó. Pese a la intensidad de su mirada, la diabólica sonrisa que le curvaba las comisuras de los labios resultó tremendamente familiar. En una ocasión, ese hombre había logrado acelerarle el corazón con solo un beso. Había llegado la hora de comprobar qué otros trucos guardaba bajo la manga.

Lali posó su mano sobre la de él.

-Sí.

La planta baja se encontraba considerablemente abarrotada y Lali se vio asaltada por el ritmo rápido de la canción techno-pop, que inundaba el lugar a través de los parlantes, mientras Peter se abría paso entre la aglomeración de cuerpos.

Por la mitad del recorrido hasta la puerta, él comenzó a trazar círculos lentos sobre sus dedos con el pulgar. Una oleada de calor la recorrió –apenas se trataba de un simple roce pero, por lo visto, bastó para encenderla hasta el punto de que, cuando finalmente salieron de la discoteca, apenas percibió la fresca brisa nocturna.

-Podemos tomar un taxi en la avenida –dijo Peter con voz ronca.

Avanzando a paso rápido, la llevó hacia la avenida. Pero a unos quince metros de la esquina pasaron junto a un callejón y, sin previo aviso, tiró de su mano con fuerza y se desvió hacia el interior. Lali intuyó lo que pretendía y ¡Dios mío! se sintió más que dispuesta. Así que no lo pensó ni un segundo y le rodeo el cuello con los brazos cuando Peter la empujó contra la pared de ladrillo y su boca descendió sobre la de ella con avidez.

Peter se abrió paso entre sus labios con impaciencia y la aprisionó contra la pared con su cuerpo. Su lengua se enredó posesivamente con la de ella, en tanto que le sostenía la barbilla con firmeza y tomaba su boca una y otra vez, hasta que la dejó sin aliento.

-He estado deseando hacer esto desde que entraste aquella mañana en la sala del tribunal –dijo, respirando entrecortadamente, cuando finalmente se separó. Luego, volvió a agarrarla de la mano, la sacó rápidamente del callejón, y le hizo señas a un taxi.

Cuando el vehículo se detuvo delante ellos, Peter abrió la puerta y ambos subieron. A continuación, le indicó al chofer la dirección de su departamento mientras Lali guardaba silencio al calcular que se encontraba más cerca que su apartamento. Cinco minutos después llegaban al edificio de Peter, él le pagó al chofer y se bajó, apenas un instante después de que el taxi se detuviera. Extendió una mano para ayudar a bajar a Lali y luego la guió a través de las puertas giratorias.

Peter saludó con la cabeza al portero y la llevó hasta los ascensores. En cuanto entraron en uno y las puertas se cerraron detrás de ellos, la hizo retroceder hasta el fondo del cubículo y la volvió a besar con pasión. Unos segundos después, Lali oyó el sonido efectuado por el ascensor al detenerse y Peter y ella salieron tropezando, camino a la puerta.

Lali entrelazó los dedos en su pelo mientras él se encargaba de abrir la puerta con una mano y luego, Peter la empujó hacia el interior con un gemido, rodeándole la cintura con el brazo.

En cuanto cerró la puerta, le quitó la cartera y la dejó caer al suelo. A éste le siguieron sus llaves y, después, le rodeó la cintura con los brazos y reclamó su boca una vez más, mientras la hacía cruzar el departamento.

Cuando finalmente se detuvieron a tomar aire, Lali observó que se encontraban en la puerta de su dormitorio. La decoración era moderna y masculina, aunque no en exceso. En una de las esquinas de la habitación, dos ligeros sillones acompañaban una mesita maciza de caoba. De la pared opuesta colgaba un gran televisor de plasma, y al otro lado de la habitación había una enorme cama de matrimonio cubierta por varios almohadones.

Peter la aprisionó contra la puerta, volviendo a captar su atención, y enredó su lengua con la de ella. Una vez más logró hacerla gemir y arquearse instintivamente hacia él, retrocedió un instante para mirarla con expresión traviesa y los ojos oscurecidos.

-¿Estás segura de que esto es lo que deseas?

Continuará…