Capítulo 59

Buenos días su señoría, matatirutirulai! :D jajajaja ¿Cómo les va, muchachas? ¿Qué tal arrancaron el domingo? Con las pilas recargadas para disfrutar, me imagino que se acaba el finde y mañana se empieza una semana, así que a descansar hoy que mañana se rema again! ;) Gracias por sus comentarios y por estar ahí!!! Besos, que empiecen bien la semana y mucha merd para quienes, como yo, empiezan exámenes mañana y con eso la recta final del ciclo/año educativo! VAMOS que se puede!!!! ;)

Acá hoy se vota por los regidores revocados... así que les subo temprano y me voy a cumplir con mi deber cívico :/ YEY me! jajajaja 

Twitter: @Caparatodos

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-Tomás, hace tres meses yo tenía puesto un uniforme de reo y zapatillas sin pasadores. Creo que puedo asegurar que en Lanzani Network Consulting no vamos a ponernos pomposos. Eso sí, no se te ocurra rayar mis teclados con tus muñequeras de tachas.

Tomás sonrió al escucharlo.

-Hecho.

Capítulo 59:

Unas horas después, Peter contemplaba de nuevo los campos, camino a Buenos Aires.

El día había sido un éxito.

Todavía no estaba preparado para poner en marcha la Consultoría. Puede que fuese bueno pero necesitaba que su equipo fuera conformado por más de dos chicos inteligentes, licenciados en informática y sin ninguna experiencia práctica. También quería contratar, al menos, a una persona con varios años de experiencia en un puesto de dirección –al tipo al que le había hecho una oferta, lo había rechazado- y a un asistente administrativo.

Además, tenía que implementar las fases uno y dos de su estrategia de marketing. Tenía una cantidad considerable de capital preparada y estaba dispuesto a obtener más de la venta de su departamento, si era necesario. Pero no iba a durar para siempre.

Sin embargo, esa noche solo quería disfrutar de sus logros, especialmente porque había transcurrido mucho tiempo desde la última vez que se había sentido tan entusiasmado por el trabajo. Durante años, había deseado establecerse por su cuenta, dejar de estar bajo la sombra de su papá, y por fin estaba a punto de suceder.

El sol acababa de empezar a ponerse cuando Peter llegó a las proximidades de la ciudad y señales de tránsito le dieron la bienvenida a casa.

Estaba deseando celebrarlo y pensó en pasar por LightBox para tomar unos cuantos tragos con Nacho. Desde la universidad ese había sido siempre el método por defecto a seguir. Acercarse un rato a la barra de Nacho cada vez que necesitaba relajarse y descansar.

Así que, resultó interesante que su auto siguiera por la ruta y se pasara la salida que él habría tomado para dirigirse hacia LightBox. Repentinamente, tuvo una vaga idea de hacia dónde se dirigía, ya que Lali había mencionado que vivía Recoleta.

Al detenerse en un semáforo, sacó su celular y se desplazó a través de los contactos. La belleza de los mensajes de texto, advirtió, residía en su simplicidad. No requerían explicaciones, ni tampoco te obligaban a analizar cada broma en un intento por tratar de averiguar lo que ella podía estar pensando. Podías limitarte a expresar las cosas de modo breve y dulce.

ME GUSTARÍA VERTE

Pulsó enviar.

Para hacer tiempo mientras esperaba su respuesta, manejó en dirección a la tienda de vinos de su hermana, diciéndose que siempre existía la posibilidad de molestar un rato a Eugenia.

Sin embargo, en aquella ocasión, ella se le adelantó al plan.

-¿Quién es la morocha explosiva? –preguntó Eugenia tan pronto entró en la tienda y se sentó junto al mostrador.

Mierda. Se había olvidado de la estúpida publicación en la revista de chismentos. Peter se sirvió unas galletas y un poco de queso.

-Bueno, yo diría que… Angelina Jolie. No, ¡wait! Megan Fox.

-Megan Fox tiene como veinticinco años.

-Y eso es un problema porque…

Eugenia le dio un golpecito en la mano cuando fue a coger más galletas.

-Son para los clientes –volvió a poner la mano sobre su regazo-. ¿Sabes? Después de leer la revista, tenía la esperanza de que estuvieran hablando sobre Lali. Y de que tal vez, solo tal vez, mi gemelo bueno-para-nada hubiese decidido dejar de jugar y perseguir por fin a una mujer como la gente.

Peter robó otra galleta.

-Pero eso sería hacer algo bueno.

Ella sacudió la cabeza.

-No sé por qué pierdo mi tiempo. ¿Sabes? Un día vas a despertarte y…

El sonido de su celular le permitió ignorar el resto del sermón de Eugenia –probablemente, a esas alturas fuera capaz de repetirlo palabra por palabra- mientras revisaba sus mensajes.

Era de Lali. Una respuesta tan breve y dulce como su mensaje original.

Rodríguez Peña 1824, Depto 8°C. ***

Tenía su dirección.

Con una sonrisa, levantó la mirada e interrumpió a su hermana.

-Te doy toda la razón, Euge, por supuesto. Oye, ¿no tendrás, por casualidad, alguna botella de ese cabernet, Indian, por ahí?

Ella se detuvo en mitad de su discurso y lo miró.

-Seguramente. ¿Por qué? ¿Qué te ha hecho pensar en eso? –entonces, su rostro se iluminó con una enorme sonrisa-. Espera un segundo… Ese fue el vino que Lali mencionó cuando estuvo por aquí. Dijo que era uno de sus favoritos.

-No, ¿de verdad? Pero mira qué coincidencia.

Eugenia se llevó una mano al corazón.

-¡Ay, Dios!. Estás tratando de impresionarla. ¡Qué tierno!

-No seas ridícula, Euge –resopló Peter-. Solo fue algo que se me vino a la mente, como oí hablar tan bien sobre ese vino, quería probarlo.

Eugenia le lanzó una mirada, forzándolo a dejarse de tonterías.

-Le va a encantar, Peter.

Ok, está bien. Puede que estuviese intentando impresionar un poquito a Lali.

-¿No te parece demasiado? ¿Como si me esforzara en exceso?

Eugenia volvió a llevarse la mano al corazón.

-¡Ay!, esto es como ver a Bambi dar sus primeros pasos.

-Euge… -protestó amenazadoramente.

Con una sonrisa, ella le puso la mano sobre el hombro y se lo apretó afectuosamente.

-Es perfecto. Confía en mí.

Continuará…