Capítulo 42

Hola muchachas!!!! ¿Qué tal todo hoy? Ojalá que bien y ya preparando todo para el viernes y el finde!!!! Gracias por estar ahí y leer, y perdón por estos días entrar tan apurada y ni escribirles!!!!! Besos y nos leemos mañana!!! :)

Twitter: @Caparatodos

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-Sigue intentando convencerte a ti misma, abogada. Tal vez en media hora, cuando llegues, ya te lo creas.

Capítulo 42:

Treinta y siete minutos después, cuando Lali entró en El rincón del Vino y sintió cómo la golpeaba una bocanada de aire frío al entrar a la tienda, tuvo por un instante la impresión de estar de regreso en Rosario. A una cuadra de su departamento había una tienda exactamente igual que esta, que frecuentaban seguido –acogedora, sofisticada, con mesas altas y bancos, e hileras y más hileras de botelleros.

Lali estudió la tienda y vio un par de mesas ocupadas por clientes pero ni rastro de Peter.

Se acercó a una mesa vacía, situada en un rincón junto a los botelleros, colgó la correa de su maletín en el respaldo de uno de los bancos, y se sentó.

Había empezado a leer la lista de vinos disponibles para degustar, cuando se oyó una amistosa voz a su derecha.

-¿Estás buscando algo en particular?

Una mujer rubia, muy guapa, de ojos verdes, sonrió mientras se acercaba a la mesa.

Incluso de no haber podido reconocer a Eugenia Lanzani por las fotos que habían difundido los medios de comunicación durante años, habría sabido al instante que era la hermana de Peter. Pese a ser más baja y a tener el pelo varios tonos más claros que él, aquellos ojos la delataban.

Antes de que Lali pudiera decir nada, Eugenia ladeó la cabeza en gesto de reconocimiento.

-Eres la fiscal que se encargó de la propuesta de reducción de condena de mi hermano.

Lali supuso que Eugenia había asistido aquella mañana al tribunal para apoyar a su hermano. O que quizás había visto la foto de los dos que circulaba por ahí.

-Buena memoria. En realidad, he quedé con Peter. ¿Sabes dónde está?

Por algún motivo, Eugenia pareció sorprendida al escucharla.

-¿Has quedado con mi hermano acá? –preguntó-. ¿Estás segura?

-Sí, bastante segura. Lo cierto es que fue su idea.

Eugenia la observó.

-¿Estamos hablando del mismo Juan Pedro Lanzani? ¿Alto, con el pelo castaño, medio despeinado, y la molesta costumbre de poner apodos?

-Te escuché, Eugenia –Peter apareció tras los botelleros, vestido con un jean y un polo azul marino, de cuello redondo. Mientras se acercaba, Lali notó que no se había afeitado ese día y que la sombra de barba que había sobre su mandíbula le daba un aire muy… tentador.

Es tu testigo, se recordó a sí misma.

Él se detuvo delante de la mesa que ocupaba Lali.

-Veo que ya tuviste la mala suerte de conocer a mi hermana –hizo un gesto, como presentación-. Euge, esta es Lali, o mejor dicho, Mariana Espósito.

Eugenia alzó una ceja, mientras observaba fijamente a Peter.

Él le lanzó una mirada.

Todo un diálogo completo pareció fluir entre ellos.

Luego, Eugenia extendió una mano con amabilidad.

-Es un placer conocerte, Lali. Por favor, avísame si puedo ayudarte en algo –hizo una seña en dirección a la lista de vinos-. He abierto un cabernet maravilloso esta noche.

-Ya lo he visto. Y estoy de acuerdo en que los Kuleto son fantásticos –repuso Lali-. Probablemente, el Indian se encuentre entre mis cinco vinos favoritos.

Eugenia dio un paso hacia atrás, impresionada.

-Ya veo que entiendes de vinos –dijo, mirando a Peter con gesto de aprobación-. Creo que me gusta esta chica.

-Euge… -la retó él a modo de advertencia.

-¿Qué? Era un halago –se dirigió nuevamente hacia Lali-. Una pregunta: No eres una perra materialista y codiciosa disfrazada, ¿no?

Peter hizo una dolorida mueca.

-Dios mío, Eugenia.

-¿Qué? Es una pregunta válida, dadas tus antiguas elecciones.

Lali sonrió al observar la dinámica que mantenían.

-Tu hermano está a salvo conmigo. No estamos juntos. Solo somos… -se detuvo para mirar a Peter e intentar decidir cuál era la mejor manera de describir su situación, ya que no tenía ni idea de si él le habría mencionado a su familia que estaba colaborando con la fiscalía-… viejos amigos –concluyó.

Eugenia alzó una ceja con escepticismo, estudiando a Peter.

-¿Tienes viejos amigos en la fiscalía? Sí, claro.

-¿Qué pasa con el vino, Euge? –repuso él significativamente.

Eugenia les regaló una deslumbrante sonrisa.

-En seguida vuelvo –canturreó animadamente mientras se alejaba.

Peter se sentó en la silla que se encontraba junto a la de Lali.

-Siento todo eso. Durante años, mi hermana ha tenido la falsa impresión de que era graciosa. Mi padre y yo estamos intentando arreglarlo.

Lali lo detuvo con un gesto.

-No hace falta que te disculpes. Solo se muestra protectora contigo. Es lo que hacen los hermanos… o, al menos, eso creo.

-¿Tú no tienes hermanos? –preguntó Peter.

Lali sacudió la cabeza.

-Mis padres me tuvieron cuando ya eran grandes. Les pedí una hermanita durante mis primeros trece cumpleaños, pero no tuve suerte –se encogió de hombros-. Bueno, por lo menos tengo a Cande.

-¿Dónde se conocieron?

-En la universidad. Las íbamos a la misma facultad. Cande es… -Lali ladeó la cabeza, tratando de recordar-. ¿Cómo es ese dicho que usan siempre los hombres para describir a su mejor amigo? Esa sobre la prostituta y la habitación de hotel.

-Si alguna vez me despierto junto a una prostituta muerta en una habitación de hotel, él sería la primera persona a la que llamaría. No hay mayor prueba de amistad que esa.

Lali sonrió.

-Muy lindo. Bueno, y un poco alarmante que todos los hombres hayan considerado una situación como esa –sacudió una mano-. En fin, a eso me refería. Si algún día me despierto junto a una prostituta muerta en una habitación de hotel, Cande sería la primera persona a la que llamaría.

Peter apoyó los brazos sobre la mesa y se inclinó hacia ella.

-Abogada, eres demasiado responsable. Si algún día te despertaras junto al cadáver de alguien, llamarías automáticamente al 911.

-En realidad, a la policía. Y, de ser posible, a la división de homicidios que sería la encargada.

Peter comenzó a reír. Después estiró la mano para retirarle un mechón de pelo que le había caído sobre los ojos.

-Eres una nerd del Derecho.

Ambos se dieron cuenta al mismo tiempo de lo que estaba haciendo y, por un momento, se quedaron paralizados, mirándose fijamente, mientras él prácticamente le acariciaba la mejilla.

Entonces, se oyó a alguien carraspear.

Lali y Peter se voltearon para encontrarse con Eugenia junto a la mesa.

-¿Alguien quiere vino? –sus ojos brillaron mientras depositaba dos copas sobre la mesa-. Los dejo para que puedan estar solos.

Lali la observó mientras se retiraba.

-Creo que te va a tocar dar unas cuantas explicaciones cuando me vaya –le susurró a Peter.

-Ah, eso ni lo dudes. Después de esto, no voy a poder quitármela de encima.

Lali se rió. Luego, hizo girar el contenido de su copa, liberando el aroma del vino para comprobar su intensidad. Necesitaba una excusa para mantener la mirada apartada de Peter.

Esa barba la estaba matando.

Hora de concentrarse en el trabajo.

-Respecto al caso…

Continuará…