Capítulo 65

Hola, hola!!!! ¿Qué tal, cómo les va? Ojalá que aprovechando y disfrutando del sábado ya sea solas o en compañía! ;) Gracias por leer, estar y ser tan geniales!!!! Un beso y mañana nos leemos again!

Twitter: @Caparatodos

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-Porque, por desgracia, no me va –Cande la observó con aire suspicaz-. ¿Por qué estás tan empeñada, de repente, en que me quede? Hablamos a todas horas –ladeó la cabeza-. Y, ahora que caigo, ¿por qué has estado mirando el reloj todo el tiempo? Es como si estuvieses esperando a alguien –sus ojos se abrieron desmesuradamente y luego jadeó, apuntándola con un dedo-. No. Dime que esto no es una encerrona.

Capítulo 65:

-Tranquilízate, no es una encerrona –Lali vaciló un poco-. Yo lo llamaría más bien una primera toma de contacto. Se trata de un tipo con el que trabajo; parecerá totalmente casual. Él ni siquiera va a saber que tú…

-Oh, oh. De ninguna manera –Cande cogió su cartera y su café de encima de la mesa-. Sabes que odio esta clase de cosas. Resultan tan artificiales y tan forzadas…

-Por favor. Después de todas las veces que has tratado de emparejarme con alguien desde la universidad, me lo debes.

-Probablemente sea cierto. Pero, aún así, me largo –Cande dio un paso atrás, alejándose de la mesa.

Como en cámara lenta, Lali vio lo que estaba a punto de suceder.

-Cande, cuidado…

-Buen intento, Espósito. Pero vas a tener que esforzarte un poco más para atraparme –con una satisfecha sonrisa, dio media vuelta y…

…chocó justo contra el pecho cubierto por un terno de diseño del Agente Franco Morelli.

Un pecho, que terminó empapado de café helado.

-Dios mío. Lo siento mucho –balbuceó Cande.

Él suspiró.

-Tenía que ser uno de mis ternos a medida –luego bajó la mirada hacia Cande y vio su cara-. Ah, hola.

Cande permaneció unos segundos inmóvil, aparentemente fascinada por su deslumbrante sonrisa. A continuación le entregó la servilleta con la que había sostenido su bebida.

-¿Una servilleta?

Él la aceptó.

-Asalto con café cargado. Esto es nuevo.

Cande recuperó los reflejos justo a tiempo.

-Pura defensa propia. Te has acercado a mí sin avisar.

-Soy conocido por mi sigilo –le tendió la mano-. Agente Franco Morelli.

-María Candela Vetrano.

Desde la mesa, Lali observó la interacción con interés. ¿María Candela? La cosa se ponía seria. Saludó alegremente a Morelli.

-Me alegro de volver a verte, Franco.

Cande la miró.

-¿Se conocen?

-Por supuesto –Morelli se restregó el café del terno con la servilleta-. Trabajamos juntos.

-Qué interesante –dijo Cande-. ¿Estabas casualmente por la zona?

-En realidad, sí –respondió Morelli-. Esta tarde he estado testificando durante tres horas y necesitaba un poco de cafeína antes de volver a la oficina. He visto a Lali y me acerqué a saludar.

-Ah –Cande señaló su ropa mojada, haciendo una compungida mueca-. Siento que vayas a tener que regresar a la oficina así.

-Considerando que soy, de lejos, el agente mejor vestido, acabas de poner en entredicho mi reputación. Por suerte, sé cómo puedes compensármelo –Morelli se llevó una mano al bolsillo interior del saco, exponiendo su pistolera por unos segundos. Sacó una tarjeta y se la entregó a Cande-. Aquí tienes mis datos. Llámame –para hacerme saber dónde debo enviar la factura de la tintorería –añadió con una chispa de diversión asomando por sus ojos.

Cande miró la tarjeta y luego de nuevo a Franco.

-Lo pensaré.

-Hazlo –repuso devolviéndole la servilleta-. Porque si no me llamas, María Candela Vetrano, vas a arruinar un primer encuentro realmente curioso.

Ella sonrió.

-¿Desde cuándo saben algo sobre primeros encuentros los policías?

Morelli le hizo un guiño mientras se giraba para irse.

-Creo que descubrirás que no soy el típico agente del FBI –alzó una mano despidiéndose-. Nos vemos, Lali.

Y tan rápido como había aparecido, desapareció.

-Bueno, ha estado bien –Lali cogió su café con leche y se levantó de la mesa. Claramente, su trabajo allí había terminado.

Cande guardó silencio mientras salían juntas del lugar. Cuando se detuvieron en el exterior, finalmente cedió.

-Está bien, cuéntame.

-Facultad de Derecho de Yale. Ingresó el año pasado a la policía. Trabaja en la división de crímenes violentos y está especializado en casos de homicidio.

Cande digirió toda aquella información.

-Es un poco joven. Pero tiene una sonrisa increíble –le lanzó una significativa mirada a Lali -. En realidad, sí ha estado bastante bien.

Lali decidió llevarse a la tumba los auténticos detalles tácticos de la Operación Encuentro.

-Por supuesto que sí. No eres la única capaz de resultar un genio del mal haciendo emparejamientos.

-Me refería a que el Agente Morelli ha estado bastante bien.

-¿Así que ha pasado el test de los cinco minutos?

-Ya veremos.

Pero la inmensa sonrisa de Cande lo dijo todo, antes de que se volviera a encaminar hacia su oficina.

Lali permaneció en la vereda, viendo como su amiga se alejaba.

-Hola, Lali.

Al girarse, vio a Pablo Martínez acercándose.

Él hizo un gesto, señalando algo a su espalda.

-Acabo de encontrarme con Franco Morelli, cubierto de capuchino. ¿Es posible que haya dicho algo sobre un primer encuentro? No tengo la menor idea de a qué se refería –se detuvo junto a ella, frente a la puerta de la cafetería-. ¿Qué me perdí?

Lali sonrió. Pobre Pablo. Había estado tan cerca…

Quizás la próxima vez.

Continuará…