Capítulo 13

Hola, hola!!!!! Nos leemos otra vez :D jajajja gracias por sus comentarios y espero su día haya sido productivo! Besos y ahora sí, hasta mañana!!!

Jor, que termines de la mejor manera tu día ;) Un beso enorme y espero hayas disfrutado tu doblete!!!

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—Solo fue un verano —le recordó ella, apoyando la mejilla en una mano. Estaba frente a él—. Mi experiencia con la jardinería no es nada comparado con sus carreras en horticultura.

Capítulo 13:

—¿Alguna vez te dije que pensé en estudiar fisioterapia? Ese era mi plan cuando estaba en el colegio, pero un día conseguí un trabajo de verano con un paisajista y me di cuenta de que me gustaba mucho trabajar en exteriores. Siempre he sospechado que Candela se dejó influenciar por mi entusiasmo cuando hablaba de lo que quería estudiar y que por eso escogió la terapia física.

Lali estaba intrigada.

—Nunca imaginé que pudiera interesarte la terapia. Es curioso. Aunque hayamos hablado mucho durante nuestros almuerzos de los miércoles, siempre hay algo que no sabemos del otro, ¿no?

—Me gustaría saber muchas cosas sobre ti —le dijo él en ese tono grave, cómplice—. ¿Qué te hizo decidirte a ser fisioterapeuta?

Ella se rio.

—Y, después de ese verano, supe que quería un trabajo en interiores, con aire acondicionado.

—Estoy seguro de que había algo más —dijo él, riendo.

—Mi padrastro, el último antes de Roberto…

—Gonzalo, ¿no?

—Sí. ¡Qué buena memoria tienes! El verano antes de mi primer año de secundaria, se rompió varios huesos de una mano en un accidente. Necesitó cirugía, seguida de unas cuantas semanas de terapia. En aquella época yo trabajaba a medio tiempo en un restaurante de comida rápida, así que lo llevé a la terapia unas cuantas veces y me quedé a ver las sesiones. A partir de entonces, supe que era eso lo que quería hacer.

—Todavía te gusta, ¿no?

—Me encanta. Me gustó estar en pediatría, pero me siento más cómoda con los adultos.

—Candela también disfruta mucho con su trabajo. Habla del tema todo el tiempo, pero siempre es cuidadosa con la intimidad de sus pacientes —añadió rápidamente—. Nos encanta escuchar las historias que nos cuenta en las comidas familiares. No da detalles personales, pero sí nos habla sobre los casos más gratificantes.

—Todos vivimos nuestras pequeñas victorias personales cuando sentimos que hemos marcado la diferencia en la vida de una persona. No importa si es algo leve, como recuperarse de una cirugía en la mano, o aprender a comer y vestirse después de sufrir un infarto o derrame cerebral. Siempre sentimos una gran satisfacción al ver que podemos ayudar a alguien a recuperar una parte de lo que han perdido.

—También debe de ser muy frustrante.

—A veces —admitió Lali—. Cuando no hay nada más que podamos hacer, o cuando sabemos que podríamos progresar más si el paciente pusiera más de su parte, o cuando las limitaciones económicas interfieren con la evolución de la terapia. Pero todos los trabajos tienen su parte frustrante.

—Candela me ha dicho que está muy contenta de que vinieras a trabajar a su área —sin saber muy bien en qué pensaba, le apartó el pelo de la cara—. Yo también me alegro. Me gustó mucho conocerte durante nuestros memorables almuerzos de los miércoles.

—A mí también me gustó mucho conocerte —dijo ella, mirándolo a los ojos.

Él deslizó las yemas de los dedos a lo largo de su mandíbula hasta llegar a la barbilla.

—Nos llevamos bien desde el comienzo, ¿no?

Nada más decir las palabras, Peter se arrepintió de haberlo hecho. Un muro invisible acababa de levantarse entre ellos.

—Sí. Martín y tú también se han convertido en muy buenos amigos para mí —dijo ella.

Esa vez su tono de voz sonaba diferente, distante…Peter recordó la forma en que se había despedido de Martín. El recuerdo todavía le molestaba. Contempló esos labios suaves, sin pintar. No le gustaba saber que los labios de Martín los habían tocado después. De repente, un arrebato de posesión lo invadió. Sin pensar en lo que hacía, se inclinó hacia delante y le dio un beso.

Sintió su reacción. Sus labios se movieron levemente. Se suavizaron… Besarla delante de sus amigos había sido maravilloso, pero besarla en la intimidad de una cama revuelta, en la oscuridad del amanecer, era algo muy distinto.

Lali retrocedió de repente. Casi se cayó de la cama.

—¿Qué fue eso?

—Simplemente le estaba dando un beso de buenos días a mi esposa.

—Bueno, ahórrate la teatrina para cuando tengamos público —le dijo ella, poniendo los pies en el suelo—. Estuvimos de acuerdo en que besarse no es parte de esta mentira.

—¿Ah, sí? Lo siento.

Ignorándolo con toda intención, Lali empezó a buscar algo en su maleta.

—No voy a poder dormirme de nuevo —mirando a la pequeña—. Voy a bañarme rápido antes de que Valentina se despierte para desayunar. No creo que se despierte antes de que yo vuelva, pero si es así, simplemente le das una palmadita en la espalda para que sepa que hay alguien con ella —recogió su ropa y se dirigió hacia la puerta.

—¿Lali?

Ella se detuvo en la puerta.

—¿Sí?

—Si volvemos a terminar en una cama juntos, las cosas no serán tan platónicas. Simplemente pensé que deberías saberlo.

Ella parpadeó unas cuantas veces, dio media vuelta y salió de la habitación.

Frunciendo el ceño y sorprendido ante su propia imprudencia, Peter se incorporó y se dedicó a vigilar a la pequeña.

Continuará…