Capítulo 2

Buenas!!!! ¿Cómo las trata el domingo? Espero que septiembre las reciba con el pie derecho y la semana la empiecen igual, con todo!!!!! Gracias por leer y espero que esta nove les guste tanto como la anterior! Besos y mañana nos leemos ;) Buena semana para todas!

P.D.: Ya pueden descargar “Dame Razones”. La encuentran en la lista de descargas que está a la izquierda o en este link: DAME RAZONES

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—Bueno, sí —dijo Candela con contundencia—. Ese es el desafío, ¿no?

Capítulo 2:

Dejando a un lado su comida, Lali miró a todos sus amigos con sorpresa. Su mirada pasó por Peter de refilón.

—¿Están hablando en serio? ¿De verdad sugieren que Peter me acompañe a esa reunión familiar fingiendo ser mi esposo? ¿El padre de mi hija?

—Dijiste que tenías ganas de ver a tu abuelita de nuevo —le recordó Candela—. Y que tu mamá nunca te perdonaría si la dejabas como una mentirosa delante de su familia. Parece que esta es la solución perfecta.

—La solución perfecta es no ir a esa reunión, y eso es lo que le dije a mi mamá que iba a hacer, de la misma forma en que no fui a las últimas tres reuniones de la familia Riera.

—Cande tiene razón. Así podrías ver a tu abuela sin dejar a un lado a tu mamá. Si Peter logra convencerlos, entonces tiene la apuesta ganada —dijo Martín, riéndose con malicia, algo que no hacía muy a menudo.

Peter se encogió de hombros. Su sonrisa era relajada y sus ojos no revelaban nada. Miró hacia el otro lado de la mesa, donde estaba Lali.

—Tú no tienes nada que decir al respecto.

Peter se rio.

—Es una idea alocada. Obvio que sí. Y seguramente se va a poner más complicado todo. Pero si quieres intentarlo, yo me apunto.

—¿De verdad lo harías? —Lali parpadeó.

—Claro. No me vendría mal ganar la apuesta —agregó, dedicándole una sonrisa a Martín.

Lali no se dejó engañar, pero tampoco sabía muy bien cómo leer la expresión de sus ojos. Desde hace cinco meses almorzaba con él todos los miércoles, pero habían ocasiones en las que todavía no sabía qué estaba pensando.

Seis meses atrás, Candela, Euge y ella habían empezado a salir a comer todos los miércoles, para romper con la monótona rutina de llevar lonchera. Un día Candela había invitado a su hermano, este se había presentado con Martín, su socio de negocios, y así las comidas de los miércoles en un restaurante de la zona se habían convertido en una costumbre. De manera esporádica, otras personas se unían a la juntada y algunas veces faltaba algún miembro del grupo, pero casi todos los miércoles lograban reunirse en ese conocido restaurante de Microcentro. Comían, charlaban, hablaban de muchos temas distintos, normalmente relacionados con el trabajo… Y entonces las tres chicas regresaban al centro de rehabilitación médica donde trabajaban como terapeutas, y Peter y Martín volvían a sus proyectos paisajistas.

Lali siempre esperaba con entusiasmo el momento de la reunión semanal. Se decía a sí misma que necesitaba desconectar del trabajo y que se merecía ese pequeño mimo. Además, la conversación siempre era entretenida y solían pasarla bien mientras disfrutaban de una rica comida. Llevaba siete meses trabajando en el centro y en ese tiempo Candela y Euge se habían convertido en buenas amigas, al igual que Peter y Martín. Entre todos habían creado un lindo grupo y lo de ser amigos sin complicaciones resultaba muy agradable.

Sin embargo, eso no significaba que Lali no fuera consciente de lo guapos que eran los dos chicos. No tenía intención de tener nada con ninguno, pero sus encantos no pasaban desapercibidos, sobre todo los de Peter. Si hubiera estado buscando a alguien con quien tener un romance, Juan Pedro Lanzani habría sido el candidato perfecto, con ese pelo castaño, unos lunares que adornaban sus caras e impresionantes músculos. Martín también era muy guapo, pero Peter tenía algo especial. Igual, lo de salir con el hermano de una amiga no era buena idea. Había demasiadas posibilidades de desastre. Y Peter le había dicho en varias oportunidades que no tenía ningún interés en comprometerse con nadie hasta que su negocio de diseño de paisajes despegara del todo. En realidad, el trabajo era lo único que Juan Pedro Lanzani se tomaba en serio.

Candela rebotó un poquito sobre silla. Empezó a aplaudir con entusiasmo.

—Deberías hacerlo, Lali. No es que nadie vaya a salir perjudicado. Y de alguna manera molestarás a tu mamá. Así tendrá que sudar un poquito para mantener la mentira.

—Sería muy gracioso —dijo Euge, sonriendo. Miró a Lali y después a Peter—. Me encantaría verte dándole órdenes a Peter y llevándolo de aquí para allá como una esposa mandona.

—¿Crees que sería una esposa mandona?

—No. Simplemente creo que sería divertido verla en el papel —Euge dejó escapar una risita.

—No me interesa ser ningún tipo de mujer o esposa —les recordó Lali. La incomodidad crecía por momentos—. Valen y yo estamos muy bien como estamos.

La sonrisa de Candela se desvaneció.

—Sé que tu padre y tus padrastros te dejaron al final, pero eso no significa que todo el mundo abandone a su familia, Lali. Puedo nombrar a muchas parejas que llevan años juntas, y eso incluye a mis papás. Algún día conocerás a alguien que siempre querrá estar ahí para Valentina y para ti.

Lali se encogió de hombros. No tenía intención de discutir el pasado con sus compañeros de almuerzo.

—Ya sabes lo que dicen. Si no está roto, déjalo así. Yo estoy muy contenta con la vida que tengo. Lo único que quiero es convencer a mi mamá de eso.

—Nunca lo va a entender —dijo Euge—. No si es la clase de mujer que necesita tener a un hombre en su vida para sentirse completa.

—Bingo —murmuró Lali.

—Entonces sería mejor que no fueras a la reunión en lugar de arriesgarte a tener la pelea del siglo con tu madre —comentó Martín—. Además, sigo creyendo que será difícil engañar a todo el mundo. Incluso para Peter.

—A lo mejor es Lali quien piensa que no será capaz de sobre llevar esta farsa —dijo Peter—. Dijo que no quería ir y montar la pantomima porque es muy mala actriz.

—Dije que soy mala mintiendo. No es lo mismo que ser mal actor. Y esa no es la única razón por la que no quiero hacer esto.

—Claro que no.

Lali frunció el ceño. No sabía muy bien cuál era el mensaje que le estaba dando.

—¿Y? —preguntó Candela, impaciente—. ¿Vas a pensar sobre el pedido de tu madre? ¿Sobre todo si Peter está dispuesto a ayudar?

Todas las miradas estaban sobre ella. Lali se mordió el labio. No podía dejarse arrastrar hacia esa locura.

—Lo voy a pensar. Pero todavía tengo muchas ganas de decir que no, aunque mi mamá se vuelva loca. Lo superará, eso seguro.

—Tómate tu tiempo —Candela volvió a sonreír. Con esa sonrisa tan característica de los Lanzani.

Candela estaba empeñada en convencerla. De eso no había duda. Y Peter, con esa sonrisa compradora, también apoyaba la causa al ciento por ciento. De repente Lali se dio cuenta de que estaba demasiado nerviosa. ¿Cómo era posible que se estuviera planteando la posibilidad de llevar a cabo un plan tan loco? No tenía más remedio que admitir que en otra época hubiera aprovechado la más mínima oportunidad para jugarle una broma de esa magnitud a su familia, pero eso era antes de haberse convertido en una madre soltera, seria y responsable. Atrás habían quedado aquellos días de juventud salvaje y alocada.

O quizás no…

Continuará…