Capítulo 30

Buenas!!!! ¿Qué tal su día? Ojalá que todo bien y lo hayan pasado de la mejor manera y aprovechado a full!!! :D Un beso y mañana nos leemos de nuevo!!!! Terminen bien el día!

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—Te acompaño a la puerta. Salva, por favor mira a Valen mientras hablas con Roberto. Solo tardaré un segundo.

Salvador asintió y sacó su celular.

—Yo la cuido.

Capítulo 30:

—¿Seguro que Valentina está bien con él? —preguntó Peter cuando Lali cerró la puerta de entrada.

Se pararon un momento en la entrada.

—Está dormida. Este fin de semana tan ajetreado la ha dejado agotada. Seguramente la tendré que despertar para ponerle el pijama. Solo serán un par de minutos.

—Entonces te llevaste una gran sorpresa al ver a Salvador aquí, ¿no?

—Ni te imaginas. Y en cuanto a eso… No tienes que darle dinero a Salvador para sus estudios. Julián y yo lo ayudaremos a hacer un plan.

—No me cabe duda. Eso es lo que hacen los hermanos y hermanas, ¿no?

—Se supone —dijo Lali en un tono serio.

—La cosa es que Martín y yo sí hemos pensado en crear esta fundación en nombre de nuestro amigo —puso una mano sobre el hombro de Lali—. Como le dije a Salvador, no será mucho, pero es una pequeña ayuda. Si no deja la universidad antes de empezar gracias a esta beca, será un dinero bien gastado.

A esas alturas, Lali comprendió que era de desagradecidos seguir oponiéndose.

—Bueno, entonces lo dejo todo en sus manos. Le daré a Salvador tu mail para que te mande todos los papeles que necesites, pero aparte de eso, me mantendré al margen.

—Muy bien. Bueno, ¿va a quedarse contigo esta noche?

—Tendrá que quedarse en el sofá.

—Seguro que no le importa. A esa edad uno duerme en cualquier sitio.

—Han sido unos días de locos.

—Lo sé. Pero creo que hiciste bien en ir a la reunión familiar. ¿No te parece? Pudiste ver a tu abuela y a tus hermanos. A lo mejor Roberto consigue hacerle ver a tu mamá que su forma de hacer las cosas está haciendo mucho daño a la familia. Tal vez ahora que Salvador se independiza, Roberto y tu mamá son capaces de fortalecer su relación, la cual ya parece muy bien encaminada, por cierto.

—Hasta que Roberto se canse de ella, al igual que todo el mundo —murmuró Lali.

—¿Te has puesto a pensar que tu mamá tiene sus propias inseguridades? Perdió a tu padre cuando aún era muy joven. Su madre era algo distante y crítica. Los matrimonios nunca le salieron bien. A lo mejor Majo aprendió a alejar a la gente de ella antes de que le hicieran daño. Aprendió a crear un mundo propio porque vivir en el mundo real era demasiado para ella.

Lali se quedó en silencio un momento y pensó en ese análisis tan sorprendente.

—Creo que estás siendo demasiado bueno con ella. Pero si hay algo de verdad en lo que dices, entonces ha sido muy egoísta.

—Me parece que nunca sabes cómo va a reaccionar una persona ante los problemas.

—De todas formas, gracias por todo lo que has hecho este fin de semana. Te prometo que no te pediré nada más. Ah, y gracias por traerme el biberón de Valentina, aunque no fuera necesario. Candela podría habérmelo dado mañana.

—Sí, eso me dijo cuando lo encontró en la refrigeradora. Como me quedaba de camino, me ofrecí a traértelo.

—Tienes que desviarte bastante para venir aquí desde la casa de Cande —dijo Lali, sacudiendo la cabeza.

—A lo mejor solo quería verte una vez más esta tarde.

—Ya hemos hablado de esto, Peter. Estuvimos de acuerdo en que lo de anoche era algo aislado y nos pareció bien volver a lo que teníamos antes de la reunión familiar. Es lo mejor.

—No sé si eso va a ser posible.

—Por favor, Peter, no hagas esto.

—Sé que tienes muchas cosas en la cabeza ahora, así que no voy a insistir. Pero no sé si puedo fingir que no ha pasado nada. Puedo hacer el papel delante de los demás, pero no contigo… No quiero perder tu amistad.

—Eso nunca va a pasar.

—Deja de meterme en el mismo saco que a los otros tipos, Lali. Si me vas a rechazar, hazlo por mis propios defectos, y no por los de otro.

—No se trata de defectos. Eres un hombre muy especial, Peter, y si yo no tuviera otras obligaciones… Pero tengo que poner a Valentina por delante —dijo con firmeza—. Tú, mejor que nadie, deberías saber por qué no quiero cambiarle la vida.

Peter frunció el ceño.

—¿Entonces nunca más vas a salir con nadie? ¿Crees que tu hija no va a querer verte feliz?

—Lo único que necesito es ser una buena madre y una buena terapeuta.

—Muy loable. Y prepotente —dijo Peter, poniendo una expresión de escepticismo.

Lali soltó el aliento de golpe, exasperada.

—Estaba siendo totalmente sincera.

—Ni siquiera contigo misma lo eres. Quieres y necesitas mucho más que eso en tu vida. Simplemente tienes miedo de jugártela. A lo mejor tienes una buena razón, pero está basada en el miedo, y no en la lógica.

—No es momento para hablar sobre esto.

—No —dijo Peter, aunque no parecía muy arrepentido—. Debería haber esperado. Como ya te dije, necesito ser muy claro contigo. Antes de este fin de semana, era capaz de esconder mis sentimientos por ti. Incluso los escondía de mí mismo, pero ahora no puedo ni imaginarme lo que sería volver a ser un simple compañero de almuerzo. No soporto la idea de verte una vez por semana, frente a la mesa de un restaurante. No me imagino lo que sería pasar tantos días sin verte, sin saber nada de ti, no volver a pasar tiempo contigo, no poder tocarte, besarte.

Su voz se hizo más grave al final de la frase. Lali se estremeció un poco. Tragó en seco.

—Date un poco de tiempo, Peter. Una vez que hayamos dejado atrás este fin de semana, sentirás un gran alivio al ver que yo no me dejé llevar. En el fondo sabes que no quieres tener nada con una madre soltera. Hace unas horas le dijiste a Martín que te asustaba mucho la idea de tener que ser cien por cien responsable de Valentina. Bueno, el tema es que…que… Valentina y yo somos un paquete inseparable. Si buscara una relación con una persona, tendría que ser alguien que no le tema al compromiso a largo plazo, y que tampoco tenga miedo de ser padre. Como ni siquiera estoy segura de que todavía exista gente así, me voy a quedar con mi plan original, a pesar de lo que pasó anoche.

—Sé que Valentina complica las cosas, pero…

Ella dio un paso atrás. Levantó la barbilla.

—Mi hija no es una complicación.

—Me expresé mal —levantó la mano. Intentó disculparse—. No quería decir eso.

—Tengo que entrar y acostarla. Buenas noches, Peter. A lo mejor te veo el miércoles en la comida.

Dio media vuelta y entró en la casa sin darle tiempo a decir nada. Cerró la puerta con fuerza. Salvador seguía sentado en el sofá, mirando a la niña.

Continuará…