Capítulo 15

Buenas!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien y ya listas para disfrutar y aprovechar el finde!!!! ;) Que lo pasen lindo, se diviertan y descanse! Besos y mañana nos leemos!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Sin darle tiempo a nadie para contestar, Lali dio media vuelta y abandonó la cocina. Al salir le pareció ver que Peter vacilaba un instante, como si no supiera muy bien qué hacer.

Un segundo después fue detrás ella.

Capítulo 15:

—Debí de haberme vuelto loca cuando me presté a esto. ¿Pero en qué estaba pensando cuando metí a mi hija en este lio por una apuesta?

Quince minutos después de haber salido de la cocina como un rayo, Lali seguía refunfuñando al tiempo que vestía a la pequeña Valentina.

—A lo mejor luego de ver a tu abuela te das cuenta de que todo valió la pena —dijo Peter, levantando la mirada de la pantalla del teléfono.

—No sé si vas a tener razón —cerró los ojos un instante y soltó el aliento ruidosamente—. Lo siento, Peter. No quiero agarrármela contigo.

—¡Hey! Para eso estoy aquí.

Lali arrugó la nariz y esbozó una sonrisa triste.

—No exactamente, pero gracias.

Agarró el lazo color lila que hacía juego con la ropa de Valentina. Peter la observó atentamente mientras le arreglaba el pelo a la niña.

—Tengo que admitir que siento mucha curiosidad por el resto de la familia y estoy ansioso por conocerlos.

Lali parpadeó, sorprendida.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Simplemente me pregunto si serán como tú o como tu mamá, porque, sinceramente, tu mamá y tú no pueden ser más distintas.

—Lo voy a tomar como un cumplido.

Peter se rio a carcajadas.

—No me sorprende que así sea, pero era solo una observación.

—Te dejaré averiguar por ti mismo a quién se parece el resto de mi familia —Lali apoyó a la pequeña sobre su cadera—. Y, por cierto, no me ofenderé si decides irte antes de tiempo. Solo tienes que hacerme una señal y nos vamos.

Valentina zarandeó su mono de peluche. Las campanitas que el muñeco tenía dentro tintinearon alegremente. De repente el juguete salió volando y aterrizó en el suelo con un ruido sordo.

—Lo tengo —dijo Peter, agarrando el juguete antes que Lali—. Aquí tienes, Valen.

Aceptando el juguete, la niña lo miró con unos ojos intensos y expresivos. De repente Peter se dio cuenta de que se parecía mucho a su madre. Las dos tenían esa forma de mirarlo… como si tuviera una mancha en la nariz, o el pelo despeinado. De repente Valentina esbozó una enorme sonrisa. Peter se la devolvió. Estaba muy cerca de Lali en ese momento. Sus miradas se encontraron… Miró el reloj rápidamente.

—Tu familia debe de estar esperando. Ya es hora de ir a la casa de tu abuela.

Las mejillas de Lali parecían un poco más sonrosadas de lo normal. ¿Era por el esfuerzo que tenía que hacer para sostener a la niña, o se había ruborizado?

         

  

Lali y Peter fueron en su propio auto a la reunión familiar. Peter se puso al volante una vez más y siguió a Majo y a Roberto hasta la casa de la abuela. Durante los veinte minutos de viaje, Lali no hizo más que retorcerse las manos. En un momento dado, Peter puso una mano sobre sus puños cerrados.

—Relájate —le ordenó, sonriendo—. Todo va a salir bien.

Lali intentó destensar los músculos. La alianza le apretaba más que nunca.

—¿Sabes? Hace un tiempo esto me hubiera parecido muy divertido.

—¿El qué? —le pregunto Peter.

Al oír la pregunta, Lali se dio cuenta de que había dicho eso en voz alta.

—Toda esta farsa —levantó la mano izquierda para enseñar el anillo—. Lo hubiera visto todo como una gran broma, una pantomima divertida. Yo siempre me apuntaba a todas las bromas en el colegio y la universidad. Una de las cosas que más me atrajo de Federico era que siempre buscaba los desafíos. Nunca se tomaba nada en serio. En ese entonces si alguien me hubiera retado a hacerle una broma como esta a mi familia, habría aceptado el desafío sin pensarlo, con entusiasmo. Prácticamente me hubiera convencido a mí misma de que estaba felizmente casada. Estamos hablando de usar las mismas jugarretas que María José Riera.

Aunque Peter mantenía la mirada al frente, era evidente que la escuchaba con atención.

—¿Qué pasó?

—Valentina —dijo Lali, mirando por encima del hombro.

—Ah.

—A lo mejor fue el resultado de una vida un tanto descontrolada, pero cuando me enteré de que estaba embarazada, tuve muy claro que ella no tenía por qué pagar las consecuencias. No iba a criarla en el ambiente de confusión e incertidumbre en el que nos crio mi madre, dejando que se encariñara con personas que no se quedarían en su vida por mucho tiempo, sin saber dónde íbamos a vivir mañana —Lali miró al frente—. Supongo que esa es una de las razones por las que he estado tan refunfuñona este fin de semana. Me dejé convencer por mis amigos y desde ayer me estoy arrepintiendo. Valentina no necesita encariñarse con Roberto, mis hermanos, mi abuela, o mi madre, sobre todo por qué no sé cuándo los volveré a ver.

Haciendo lo mismo que Roberto, Peter activó la direccional izquierda y se detuvo en un semáforo en rojo.

—No te he visto especialmente refunfuñona. Tengo que admitir que tu mamá pone a prueba la paciencia de cualquiera. Y en cuanto a Valentina, es muy chiquita como para recordar algo de esto. ¿Pero realmente es tan malo para ella conocer gente nueva, aunque solo sea de manera temporal? En realidad nunca sabes cuándo vas a volver a ver a alguien. Simplemente tienes que disfrutar del tiempo que pasas con ellos.

Lali se encogió de hombros. Se preguntó por qué había empezado con esa conversación.  

Continuará…