Capítulo 7

Hola, hola!!!! ¿Qué tul? Llegó el viernes y con este, el finde!!!!!! Que aprovechen estos días de relax, diversión y tiempo para disfrutar! Besos y hasta mañana!!! :D

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—Después vuelvo para llevar las maletas, chiquita —dijo.

—Me parece perfecto, amor.

Dejándose llevar por esa corriente de la que era imposible escapar, Lali comenzó a caminar detrás de su madre, y de su «esposo». 

Capítulo 7:

Por mucho que hubiera oído hablar de la ineptitud de María José como madre, Peter no podía evitar reírse. ¿Era posible que estuviera tan fuera de la realidad como aparentaba?

—¡Chicos, miren quienes llegaron! Vengan a saludar a Lali, a Peter y a Valentina —exclamó Majo cuando entraron en la casa.

Peter no era de los que se fijaban mucho en la decoración, pero se llevó una buena impresión del interior de la casa. Todo estaba organizado, los colores eran discretos y había muchas flores, en floreros de cristal y cerámica.

Un chico con el pelo castaño y liso levantó la mirada de la tablet que tenía en las manos.

—¿Peter? Pensaba que se llamaba Paulo.

—Es Juan Pedro por lo visto —contestó Majo sin perder ni un segundo—. Pero él prefiere que lo llamen Peter. Levántate y ven a saludar a tu hermana y a tu cuñado, Salvador. ¿Dónde están Roberto y Julián?

—Roberto quería enseñarle a Julián algo del auto —contestó Salvador sin mucho interés. Seguía sentado—. Hola, Lali.

—Hola, Salva. ¿Qué tal todo?

—Todo bien. Un placer, Peter —murmuró al oír cómo se aclaraba la garganta su madre.

—Un gusto, Salvador —Peter había olvidado preguntarle a Lali si su padrastro y sus hermanos sabían la verdad acerca de su estado civil.

A juzgar por lo que había dicho Majo, Salvador, por lo menos, no estaba al tanto de nada. El adolescente asintió y siguió jugando con su tablet.

Majo suspiró y miró a Peter con un gesto de disculpa.

—A Salvador no le gusta mucho hablar. Pero estoy segura de que está feliz de tenerte en la familia.

Peter intercambió una mirada de asombro con Lali.

—Eh… Ok.

Se oyeron ruidos provenientes de la puerta de entrada. Acababan de llegar los otros dos miembros de la familia. Roberto Cruz era un hombre de unos cuarenta y tantos, con poco pelo, barriga cervecera y una sonrisa cálida. Julián no era muy alto, ni tampoco demasiado flaco. Tenía unos veinticinco años y llevaba una camiseta roja y un jean. De los tres hijos de María José, Julián era el que más se parecía a la madre. El pelo, rubio oscuro, le caía sobre la frente, y sus ojos medio azules como los de su madre. Lali y Salvador habrían heredado los ojos marrones de sus respectivos padres. Peter no hubiera sido capaz de decir si la sonrisa de Julián se parecía a la de su madre. Era difícil imaginárselo sonriendo con la mala cara que tenía en ese momento. Majo agarró a su marido del codo.

—Ahora ya estamos todos. ¿No es genial? Roberto, Julián, este es el esposo de Lali, Juan Pedro Lanzani. Y miren cómo creció Valentina desde que les enseñé la última foto. ¿No es preciosa?

Roberto le dio un beso a Lali en la mejilla, le hizo cosquillas a Valen y le apretó la mano a Peter.

—Por fin te conocemos, Juan Pedro, ¿no?

—Peter. Me gusta que me llamen así.

Majo se rio. Roberto asintió con la cabeza.

—Gracias por acompañar a Lali. Significa mucho para Majo.

Al parecer, Roberto sí sabía la verdad.

—Un placer.

Julián miró a Peter con ojos desconfiados.

—Te demoraste mucho en venir a vernos. Esta es la primera vez que Lali viene a casa desde que se casaron.

Estaba claro que María José les había mentido a sus dos hijos. Por muy graciosa que fuera la mujer, Peter entendía por qué Lali trataba de mantener las distancias.

—Eso no es culpa de Peter, Julián —dijo Lali—. He estado muy ocupada. Con el trabajo y la bebé, apenas tengo tiempo para algo más. Este fin de semana es lo más parecido a unas vacaciones desde la última vez que los vi.

—Eso fue para la fiesta de Roberto y mamá —masculló Salvador, sin levantar la mirada del aparato—. Fue un día después de que cumplí quince. Iba a haber una torta para mí en la fiesta, pero nadie se acordó de pedirla.

El muchacho no parecía enojado. Más bien afirmaba un hecho sin más, como alguien que estaba acostumbrado a que no le hicieran caso. Oyera o no el comentario de su hijo menor, María José no reaccionó. Le dio una palmadita en el hombro a Roberto.

—Amor, ¿por qué no ayudas a Peter a traer las maletas y les enseñas su habitación? Los chicos y yo nos quedamos con Lali y con Valentina hasta que vuelvas.

Levantando una ceja, Peter miró a Lali. Ella asintió.

Mientras caminaba detrás de Roberto, se le ocurrió pensar que esa noche compartiría habitación con Lali. Evidentemente su familia daba por hecho que compartían cama. Además, no quedaría ni una sola habitación libre con toda la familia en la casa.

Roberto parecía seguir sus propios pensamientos.

—Hay tres dormitorios arriba —le explicó, señalando la escalera al salir—. El nuestro, el de Salvador y la habitación de invitados. Julián tiene un departamento muy cerca de aquí, así que va a dormir ahí esta noche. Majo me dijo que trajeron una cuna portátil para Valen.

Peter asintió. Valentina iba a dormir con ellos en su cunita, pero las cosas seguirían siendo bastante vergonzosas. A lo mejor le tocaba dormir en el piso para que Lali no se sintiera tan incómoda.

—Hay muchas cosas —dijo él, abriendo la maletera—. Seguramente tendré que hacer dos viajes. La cantidad de cosas que necesita un bebé para un fin de semana es increíble.

Roberto se rio.

—Sí. Me acuerdo.

Peter lo miró con una expresión interrogante.

—Tengo dos hijos. Los dos están en la universidad. Viven con su mamá, mi ex, en capital, pero los veo seguido.

—No van a venir este fin de semana, ¿no?

—No. No se llevan muy bien con la familia de Majo —suspiró y sacudió la cabeza—. No puedo culparlos por eso.

Se encogió de hombros con tristeza y sacó la cuna y una bolsa pesada del auto.

—Mi familia política es… complicada. No me sorprende que Majo tenga que recurrir a medidas extremas.

—¿Como lo de inventarse un esposo ideal para su hija?

—Sí, bueno. Tengo que decir que ha sido todo un detalle de tu parte.

—Solo quiero ayudar a una amiga.

—¿Eso es todo lo que son? ¿Amigos? Porque cuando te vi sonreírle, pensé que quizás…

Peter agarró un par de bolsas y las sacó del auto.

—Deberíamos llevar todo esto dentro. A lo mejor Lali necesita algo para Valentina.

Roberto captó el cambio de tema de inmediato. Cargo una bolsa sobre su hombro y se dirigió hacia la casa.

—Te ayudaré a traer todo lo demás en el siguiente viaje.

Aliviado, Peter lo siguió con su propio cargamento de cosas. Lo único que no quería hacer antes de pasar una noche con Lali en la misma habitación era analizar en exceso sus propios sentimientos.  

Continuará…