Capítulo 22

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal estuvo su viernes? Espero que todo bien y si no mejorando así como el mio jajajaaj Gracias por sus comentarios :D Son una inyección de mimos, sépanlo!!! Un beso enorme y hasta mañana, arranquen con todo el finde!!!!

Si pueden, dense una vuelta por http://resistelaliter.blogspot.com/ tiene nove Laliter ;)

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—¿Y qué me dices de ti, jovencito? ¿Cómo terminaste metido en este lío?

Capítulo 22:

—Me ofrecí de voluntario en realidad. Lali nos dijo que su madre se lo había pedido y que no tenía pensado venir. Yo me di cuenta de que tenía muchas ganas de verla a usted, así que me ofrecí a venir para calmar a su madre.

—Ah. No puedo decir que apruebe lo que hicieron, pero creo que entiendo cómo ocurrió todo.

—Lo siento mucho, abuela. Sé que estás bastante enojada con mamá, y con todo derecho, pero, bueno, espero que puedas perdonarla. Quiero decir que… Es una mujer muy difícil, pero…

—Pero es mi hija —dijo la anciana, sacudiendo la cabeza con tristeza—. Y es tu madre. No podemos sacarla de nuestras vidas sin más, por muy tentadas que nos sintamos a veces.

—Supongo que no —dijo Lali, en un tono de resignación.

La abuela suspiró y le dio una palmadita en la rodilla a su nieta.

—Entiendo por qué sentiste la necesidad de distanciarte de la familia un tiempo. No sabía si tu esposo imaginario tenía algo que ver, pero más que nada pensé que necesitabas un respiro, alejarte del caos que tanto le gusta a tu madre. La última vez que estuvimos todos juntos fue en la fiesta de casamiento que organizó… aunque al final logró imponerse y consiguió que Teresa lo hiciera todo con su esposo en aquella época… ¿Cómo se llamaba?

Lali se dio cuenta de que su abuela sabía el nombre perfectamente, pero se lo dijo de todas formas.

—Gregorio.

—Ese mismo. No lo soportaba. De todos modos, Teresa y él estaban destinados a separarse desde aquel entonces. La fiesta fue un hervidero de tensiones, insultos y melodrama. Esto último corrió a cargo de tu madre principalmente, y yo me daba cuenta de que estabas más que harta de todo. Lo siguiente que supe de ti fue que te habías casado y que habías tenido un bebé. Esperaba que por fin hubieras encontrado la seguridad y la estabilidad que te faltó durante la infancia.

—Sin tener en cuenta lo del matrimonio, eso es exactamente lo que encontré, abuela. Me encanta mi trabajo. Me encanta ser mamá. Tengo una bonita casa y muy buenos amigos. Estoy muy feliz.

—Eso es lo que siempre quise yo para mis hijos y nietos. No sé qué es lo que salió mal con el resto. Tu abuelo siempre decía que era demasiado crítica y que tenía demasiadas expectativas. Me decía que era por eso que los chicos se rebelaban y hacían lo contrario a lo que yo les decía, incluso cuando iban en contra de ellos mismos. Pero hice todo lo que pude y lo hice lo mejor que pude.

—No me cabe duda, abuela. Y no son tan malos. Mamá vive en su mundo de fantasía, pero ahora parece feliz con Roberto. A los chicos y a mí nos va bien, a pesar de la inestabilidad que vivimos en la infancia. Teresa está chocha con ser abuela y sus hijas están teniendo mucho éxito en sus respectivas profesiones. El tío Néstor siempre parece estar contento, y sus hijos están bien, aunque Miguel parezca estar pasando una mala racha. Todas las familias tienen sus cosas. La única diferencia es que la nuestra tiene una marcada tendencia a sacar los trapos sucios al aire con frecuencia.

La abuela miró a Peter. Este guardaba silencio; testigo mudo de la conversación.

—Supongo que eso es cierto.

—Sí que necesitaba un respiro. Tenía que concentrarme en mi propia vida. Valentina llegó de manera inesperada, y necesitaba adaptarme a los cambios yo sola. Pero me alegro de haber venido este fin de semana, aunque fuera a base de mentiras. Me alegro mucho de haberte visto, abuela, y lamento mucho haberte mentido.

—No importa eso, Lali. Simplemente no dejes que María José te manipule de nuevo.

—No, no lo haré. Ahora ves por qué no puedo aceptar el anillo.

—El anillo es tuyo. Quiero que lo tengas.

—¡Pero no puedo aceptarlo! Yo…

—Es tuyo —repitió la anciana, cada vez más decidida—. Fue una estupidez usar el anillo como incentivo para conseguir que mis nietos se casaran. Puede que haya acertado todas las veces hasta ahora, ¿pero quién soy yo para juzgar si algo va a ser duradero o no? Tú eres la mayor de mis nietos, la hija de mi primogénita, así que lo más natural es que lo heredes tú. Además… —añadió, sacudiendo la cabeza—, eres la única que se arriesga a decir la verdad antes que aceptar el anillo sin más. Eres la única que tiene el valor de huir de este dramatismo absurdo antes que dejarte llevar por él. Y eres la única que me mandaba tarjetas agradeciendo los regalos en navidad y en tu graduación. De todos mis nietos, creo que eres la que más se parece a mí, y aunque tal vez no te parezca un cumplido, lo digo como tal.

Esa extraña nota de humor en la voz de su abuela hizo sonreír a Lali.

—¿Y qué pasa con Patricia y con Clara? A lo mejor se sienten ofendidas por no haber recibido el anillo.

—Tú déjame a mí que yo me encargo. Es mi anillo y puedo dárselo a quienquiera. Y seamos sinceras, no es el la joya de la realeza precisamente. Es una bonita, pero tampoco te arreglaría la vida venderla.

—Nunca lo vendería. Lo guardaré con cariño y algún día se lo daré a Valentina.

—Haz lo que quieras con él. Ahora es tuyo.

Lali tragó en seco. Sabía que a su abuela no le gustaba exhibir sus emociones.

—¿Qué vamos a hacer ahora? ¿Salir y decirles a todos la verdad? ¿Dejamos que mamá se ocupe de arreglar el asunto?

—Déjame pensarlo un momento. No le digas nada a tu madre. Simplemente sigue haciendo lo mismo que has hecho hasta ahora. Yo decidiré qué hacer con Majo. La verdad saldrá a relucir al final. Y me aseguraré de que sea ella quien confiese delante de todos. Pero a lo mejor no lo hacemos hoy. Francamente, no quiero que esta reunión termine de una forma tan desagradable.

—Eh, abuela…

—No te preocupes. No la voy a desheredar o a prohibirle la entrada a la casa. Si te soy sincera, la necesito. Bueno, necesito a Roberto. Ese hombre tan bueno me ha sido de gran ayuda durante los últimos años. Solo espero que lo mantenga a su lado incluso cuando yo ya no esté. A lo mejor sí. No me queda mucho tiempo.

—No digas eso, abuela.

—No vamos a ponernos sentimentales, pero tú y yo somos de las que afrontan la verdad, Lali. Me alegro de que hayas decidido venir hoy.

Se incorporó y agarró el andador. Miró a Peter y asintió con la cabeza.

—A pesar de las circunstancias, me alegro de que tú también hayas venido, Peter. Lali tiene mucha suerte de tenerte como amigo.

—Yo tengo que decir que lo pasé muy bien —confesó Peter con una sonrisa—. Ha sido… interesante.

La abuela dejó escapar una carcajada y le guiñó un ojo a su nieta.

—Este tiene una vena traviesa.

—Sí, eso seguro —dijo Lali con una sonrisa un tanto nerviosa.

—Me hace acordar a tu abuelo.

La abuela Riera fue hacia la salida. Peter puso a Valentina en brazos de su madre y se apresuró para abrirle la puerta. Ella le dio las gracias y entonces miró a su nieta por encima del hombro.

—Serías una tonta si no te plantearas la posibilidad de convertir este romance de fantasía en algo real. Tú no eres ninguna tonta, Lali.

Con las mejillas ardiendo, Lali se guardó la cajita del anillo en el bolsillo y salió detrás de su abuela. No se atrevió a mirar a Peter ni una sola vez

Continuará…