Capítulo 23

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Ojalá que hayan aprovechado el sábado ;) Besos y hasta mañana, chicuelas!!!!!  Sorry por la tardanza! Y, si quieren leer algo bueno y lindo, les recomiendo ¡Ni lo sueñes! de Megan Maxwell TAN lindo, lleno de amor y, como es estilo de ella, con algo especial!

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Con las mejillas ardiendo, Lali se guardó la cajita del anillo en el bolsillo y salió detrás de su abuela. No se atrevió a mirar a Peter ni una sola vez

Capítulo 23:

Cuando Lali, Peter y la abuela regresaron a la sala los demás ya se estaban despidiendo.

—Ha sido un placer conocerte al fin, Peter —le dijo Teresa al despedirse—. Avísanos si encuentras editorial para tu libro. Estoy segura de que al club de jardinería le encantaría traerte para firmar ejemplares.

—Ya les contaré —dijo Peter con una sonrisa.

Teresa besó a Valentina en la mejilla, pero la niña apenas se movió. Seguía profundamente dormida.

—Llámame si tienes alguna duda sobre Valen. Patty es toda una experta con los chicos de esa edad, aunque es cierto que mis dos nietas ya estaban gateando a los nueve meses, e Inés caminó a los once meses.

—Me alegro de haberte visto, tía —le dijo Lali, ignorando el resto de comentarios.

—Ven a vernos antes de que Valentina empiece el colegio.

—Lo intentaré.

—Y, Peter, espero que vuelvas con ella.

Peter soltó una carcajada y sacudió la cabeza.

—Tu tía va a disfrutar mucho cuando se sepa lo de tu madre —le dijo a Lali un rato después, frente al volante. Ya estaban en el auto, listos para salir—. Casi podría decir que me da pena Majo.

—Ella solita se lo buscó. La abuela es la que decide cómo va a manejar el tema, pero mi madre se merece todas las consecuencias.

—Eso es cierto, pero será muy vergonzoso para ella.

—Puede ser. O tal vez encuentre la forma de echarme la culpa de todo. En eso es experta.

—Es que no te entiende bien, ¿sabes? A lo mejor le gusta planificar tu vida para poder identificarse más contigo.

—A lo mejor. Pero no por eso está bien.

—Definitivamente vive en su propio mundo, ¿no?

—Sí. Y deja que todos los demás la acompañemos si seguimos sus reglas.

—Mi mamá también tiene su propio mundo. Está un poco más sobre la tierra, pero sí que le gusta mantener sus ilusiones, sobre todo cuando se trata de Cande y de mí. A lo mejor es cosa de mamás. A lo mejor tú haces lo mismo algún día con Valentina.

—No como mi madre —la sugerencia la dejó angustiada.

—No. No como tu madre —recalcó Peter, riéndose.

Estacionó en la esquina de la casa de su mamá.

—No nos vamos a quedar —dijo Lali—. Mamá nos invitó a cenar, pero yo le dije que quería recoger las cosas de Valentina e irme a casa. Si te parece, podemos parar a comer algo en el camino.

Llegarían a casa alrededor de las nueve de la noche, si no se entretenían mucho comiendo.

—Hacemos lo que quieras. De todas formas, no tengo hambre todavía.

Roberto ayudó a Peter a subir las cosas al auto, así que no tardaron más que unos minutos en recogerlo todo. Majo estaba un poco más callada que de costumbre. Lali no sabía si era porque le daba pena verlos marchar, o porque la abuela ya le había dado un adelanto de lo que estaba por venir. Con Valentina en brazos, buscó a sus hermanos. Salvador ya estaba en el sillón, con la computadora. Su expresión era más distante y malhumorada que nunca. Levantó la mirada cuando Lali se le paró delante de él.

—Ya me voy. Quería despedirme de ti primero.

—Muy bien. Nos vemos.

Lali frunció el ceño al oír esas palabras tan bruscas. Era cierto que apenas conocía a Salvador. Se había ido de su casa cuando solo era un bebé, pero le hubiera gustado no tener que tratarlo como a un extraño.

—Que te vaya bien en la universidad. Seguro que la vas a romper.

—Sí, gracias, Lali. Yo, eh, usé el dinero que me mandaste por la graduación para comprar cosas para la universidad. Gracias de nuevo.

—De nada. Nos vemos, Salva.

—Nos vemos, chiquitina —se despidió de Valentina agitando la mano.

—Dile «adiós» al tío Salvador, Valentina.

Salvador parpadeó. Seguramente nadie lo había llamado antes así. Peter dio un paso adelante y le estrechó la mano al muchacho.

—Ha sido un placer conocerte, Salvador.

—Sí. Bueno… Nos vemos. Tal vez.

Sin darle chance para responder, volvió a fijar su atención en la computadora y dejó que el pelo le cayera sobre los ojos. Algo molesta, Lali se giró hacia Julián.

—Nos vemos, Julián.

El joven la sorprendió dándole un beso en la mejilla.

—Peter parece un buen tipo. Espero que las cosas les vayan bien.

—Eh, Julián, tienes que hablar con mamá cuando nos vayamos, ¿está bien? Y antes de que lo hagas, déjame decirte que lo siento.

—¿Que lo sientes? ¿Por qué? —Julián pareció confundido.

—Habla con mamá —Lali tragó en seco.

Desconcertado, Julián le estrechó la mano a Peter.

—A lo mejor podemos hablar de carros en otra ocasión.

—Eso sería buenísimo —contestó Peter con sinceridad—. Ha sido un placer, Julián.

—Sí. Lo mismo digo —recordando a su sobrina, Julián se acercó a su sobrina y le hizo cosquillas en la barriguita.

Majo y Roberto los acompañaron hasta el coche para despedirse. Majo se abrazó a su nieta y empezó a darle besos por todas partes. Lali no tuvo más remedio que quitársela de las manos para sentarla en la sillita.

—Chau, mamá —dijo, volteándose para mirarla después de haber asegurado bien a Valentina en el asiento.

—Chau, mi reina. ¿Me llamarás pronto?

—Ah, si de algo estoy segura es de que hablaré contigo muy pronto.

—Bien —le dio un beso a su hija en la mejilla y entonces abrazó a Peter—. Me alegro mucho de que hayas podido venir. Espero que vuelvas pronto.

—Eh… —Peter le dedicó una sonrisa cómplice a Lali—. Chau, Majo.

Sacudiendo la cabeza, Lali se despidió de Roberto. ¿Volvería a verlo? Era difícil de saber.

—Me alegro mucho de haberte visto de nuevo, Roberto —le dijo, extendiéndole la mano.

Roberto le dio un afectuoso abrazo.

—Muchas gracias por haber venido. Significó mucho para tu mamá. La próxima vez te pondremos las cosas un poco más fáciles. Yo mismo me encargaré de eso.

Peter le dio la mano y entonces subieron al auto. Lali no miró atrás cuando el vehículo comenzó a moverse. El fin de semana había llegado a su fin, y la fantasía también. Ya era hora de volver a la realidad.  

Continuará…