Capítulo 32

Hola, hola!!!! ¿Qué tal todo por ahí? ¿Cómo empezaron la semana? Espero que todo bien y con el pie derecho para que tengan una buena semana!!!! Igual que las que empezaban clases, como mi querida Cuchu, espero le hayan puesto toda la onda que se le puede poner para empezar como se debe un nuevo año de universidad o cole! Besos y mañana nos volvemos a leer!!!! ;)

¡¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLE, RUTHY!!!!!! Capítulo dedicado a ti ;) besos y que la pases lindo!!!

Twitter: @Caparatodos

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—Voy a verla.

—Gracias, Peter.

Capítulo 32:

Debería haber llamado. Una hora después de haber hablado con Candela, frente a la puerta de Lali, Peter dudó un instante, pero finalmente tocó el timbre. Transcurrieron unos cuantos segundos de incertidumbre y, justo cuando iba a dar media vuelta, oyó llorar a Valentina. El ruido se hacía cada vez más fuerte a medida que se acercaban a la puerta.

Después de una breve pausa, la puerta se abrió. Peter se quedó sorprendido al verla. Era obvio que estaba enferma. Estaba pálida. Tenía ojeras profundas, el pelo despeinado y los labios casi sin color. Iba descalza, con una blusa arrugada y shorts. Valentina lloraba sin parar.

—Hola, Peter —dijo ella con una voz un tanto ronca—. Te invitaría a pasar, pero tengo un pequeño resfriado. No quiero que te vayas a enfermar también.

—Yo creo que es algo más que un pequeño resfriado. Y no estoy aquí para una visita de cortesía, Lali. Estoy aquí para ayudarte.

—Cande te llamó, ¿no?

—Sí. Me dijo que estabas enferma, pero creo que no sabía lo mal que estabas. De haberlo sabido ella misma estaría acá. ¿Fuiste al doctor?

—Sí. Me dijo que tengo que tomar mucho líquido y descansar. Estaré bien, Peter. Tengo tres días para recuperarme antes de tener que volver a trabajar.

Tenía que dolerle mucho la garganta. Era como si cada palabra que pronunciara atravesara un cerro de cristales rotos.

—No necesito a nadie. Estaré… ¿Qué haces?

Sin esperar a ser invitado a entrar, Peter pasó por delante de ella e ingresó a la casa. Lali se dio la vuelta bruscamente, pero el movimiento la hizo tambalearse un poco. La habitación debía de darle vueltas.

Peter le quitó a la pequeña de los brazos rápidamente.

—Ve a echarte antes de que te caigas —le ordenó—. Yo cuido a Valentina. Tú vete a dormir un rato.

—No. En serio, Peter. Sería mejor si…

—No vas a deshacerte de mí tan fácilmente, Lali —le dijo, dándole una palmadita a Valentina en la espalda—. No te voy a dejar sola así como estás. Anda a descansar y cuando te sientas mejor, puedes pelearme todo lo que quieras y sacarme de tu casa.

Lali parecía debatirse entre el enojo y la tentación. Probablemente era demasiado esperar agradecimiento después de haber invadido su casa.

—No sabes qué hacer con Valentina.

—Creo que puedo arreglármelas.

La pequeña ya había dejado de llorar. Había apoyado su cabecita sobre el hombro de Peter.

—Si no, te llamaré. Andante a descansar.

Lali vaciló un momento y entonces asintió con la cabeza. Cerró con llave la puerta de entrada.

—Está bien. De acuerdo. Seguramente te vas a contagiar también, y entonces te vas a arrepentir. Pero será bien merecido.

—Sí. ¿Ya comió?

Peinándose un poco con una mano temblorosa, Lali asintió de nuevo.

—Acabo de darle algo de comer. No tenía mucha hambre. Iba a darle el biberón.

—Yo puedo dárselo. ¿Está en la refri?

—Acababa de sacarlo cuando llegaste.

—Buenísimo. Ahora, ándate. Duerme, descansa y no te preocupes por Valentina.

Lali dio media vuelta y entonces miró por encima del hombro.

—Olvidé mirarle el pañal.

—Anda a acostarte, Lali.

Ella comenzó a caminar, casi arrastrando los pies.

Peter contempló a la Valentina. Tenía la cara mojada de tanto llorar. ¿Cómo se las iba a arreglar? Le había asegurado que no tenía nada de qué preocuparse, pero no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Lali debía de sentirse peor de lo que pensaba si se había dejado convencer con tanta facilidad.

Valentina lo miró con esos ojos curiosos. Probablemente se preguntaba qué iba a hacer con ella ahora.

—Muy bien… Biberón, ¿no? Ah, tal vez deberíamos revisarte el pañal primero.

La pequeña parpadeó y entonces esbozó una sonrisa.

—Muy bien. Podemos hacerlo. Vamos a cambiar ese pañal.

Fue todo un reto, pero logró cambiarle el pañal a la pequeña y entonces le dio el biberón. De alguna forma la noche se había puesto muy interesante. Valentina estaba más intranquila que nunca, así que tuvo que sentarla sobre sus piernas mientras veía la televisión.

Un rato más tarde empezó a sentir hambre, así que fue a la cocina. Prepararse un sándwich con la bebé apoyada sobre la cadera fue todo un reto.

Tras haber visto buena parte del partido de los Pumas en la televisión, y después de haber escuchado todos sus comentarios, Valentina por fin se quedó dormida. Peter pudo llevarla a su cunita sin despertarla. Le puso una mano sobre la mejilla. ¿No estaba demasiado caliente? Se sentó en la mecedora y se quedó observándola. Más tarde saldría a ver cómo estaba Lali y entonces dormiría un poco en el sillón. Por la mañana ella se sentiría mejor y lo sacaría de su casa, pero cuando se recuperara del todo, tendrían que hablar.

Continuará…