Capítulo 3

Buenas!!!!! ¿Cómo andan? ¿Qué tal arrancaron la semana? Ojalá que todo bien por ahí! Escucharon a Lali??? Qué lindo ver lo lejos que llegó :D Gracias por sus comentarios!!!! Besos y hasta mañana!!!

Twitter: @Caparatodos

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Candela estaba empeñada en convencerla. De eso no había duda. Y Peter, con esa sonrisa compradora, también apoyaba la causa al ciento por ciento. De repente Lali se dio cuenta de que estaba demasiado nerviosa. ¿Cómo era posible que se estuviera planteando la posibilidad de llevar a cabo un plan tan loco? No tenía más remedio que admitir que en otra época hubiera aprovechado la más mínima oportunidad para jugarle una broma de esa magnitud a su familia, pero eso era antes de haberse convertido en una madre soltera, seria y responsable. Atrás habían quedado aquellos días de juventud salvaje y alocada.

O quizás no…

Capítulo 3:

—Peter, ¿por qué no le das un beso a Lali? Nosotros les decimos si parece natural o no —sugirió Euge como si fuera algo de lo más normal.

Lali se volteó para mirarla con cara de asombro. La joven se sorprendió.

—¿Qué? Quieres que esto funcione, ¿no?

Lali no sabía muy bien por qué Euge, Candela y Martín se habían reunido en su casa un viernes por la tarde, nueve días después de aquel almuerzo. Peter y ella estaban a punto de embarcarse en un viaje de cuatro horas que los llevaría a Rio Cuarto, Córdoba. Ambos se habían tomado la tarde libre para poder salir antes, pero los otros se habían tenido que saltar la hora del almuerzo para poder estar con ellos. Martín, al parecer, estaba ahí para reírse de su amigo. Euge y Candela, en cambio, habían ido para que Lali no se arrepintiera a último momento, lo cual era una posibilidad, aunque no quisiera admitirlo.

Había pasado nueve días cambiando de idea una y otra vez, tanto así que en ese momento tenía dolor de cabeza. Incluso después de haber salido por la puerta, a punto de subir al auto, no podía dejar de preguntarse si debía llamar a su madre y terminar con el tema de una vez. Para Peter, en cambio, era la broma del siglo. Lali lo observó mientras metía su maleta al auto.

—¿Que la bese? —cerró la maletera y se volteó para mirar a Euge—. ¿Ahora?

Siempre tan organizada y detallista, Euge asintió con un gesto pensativo.

—No vendrá mal practicar un poco antes de salir.

—Creo que no tengo que practicar —Peter sonrió.

A Lali no le cabía la menor duda. Euge puso los ojos en blanco, pero siguió hablando en serio.

—Estoy dando por hecho que nunca has besado a Lali. Si la primera vez tiene lugar delante de su familia, podría ser un poco vergonzoso.

—Aunque Peter y yo estuviéramos casados de verdad, no creo que fuéramos a besarnos mucho delante de la familia. Me gusta hacer esas cosas en privado.

Candela, que tenía a la bebé en brazos, levantó la mirada y se encogió de hombros.

—Euge tiene razón. Tienen que parecer cómodos si van a hacer que esto funcione. Y francamente, Lali, eres tú quien necesita practicar. Hoy no haces más que mirar a Peter como si fuera la primera vez que lo ves.

Mientras los otros se reían, Lali sintió que las mejillas se le ponían al rojo vivo, y no tenía nada que ver con el calor que hacía. Lo cierto era que sí se sentía como si Peter fuera un completo extraño ese día. Hasta la semana pasada, siempre había creído que le conocía bien, que era uno de sus mejores amigos, sin tener en cuenta esa atracción que sentía por él. Sin embargo, en ese momento, mientras lo veía prepararse para acompañarla a esa reunión familiar cumpliendo el papel de esposo, ya no estaba tan segura de conocerlo en absoluto. Y tampoco sabía muy bien por qué aceptaba formar parte de una mentira como esa.

—Todavía no entiendo por qué tu mamá sintió la necesidad de mentirle a todo el mundo —dijo Martín—. No es que, hoy en día, ser madre soltera sea un motivo de vergüenza.

—Tendrías que conocer a mi familia para entenderlo —dijo Lali, encogiéndose de hombros—. Simplemente no entienden que una mujer pueda ser feliz sin un hombre en su vida, y eso explica por qué la tía Tamara acaba de salir de su tercer matrimonio mientras que mi mamá ya va por el quinto. En cuanto se va uno de esos buenos para nada, mamá pesca a otro. Cada vez que hablo con ella, me recuerda que sus tres hijos fueron concebidos dentro del matrimonio, aunque los tres sean de maridos distintos. Me dijo que no tuvo más remedio que decirles a mi abuela y a mi tía que yo estaba casada, para poder mantener la frente bien alta ante la familia.

—Raro, raro —dijo Euge—. Pero, aun así, si vas a convencer a tu familia de que son una pareja estable, tendrían que trabajar un poquito los detalles.

—¿Sabes? Esto es una locura —dijo Lali de repente, sacudiendo la cabeza—. No sé en qué estaba pensando. Vamos a olvidar toda esta pantomima, ¿ok? Gracias, Peter, pero no te voy a necesitar este fin de semana.

Eugenia y Candela intercambiaron miradas que lo decían todo. Ambas habían anticipado el momento. Candela cambió el apoyo de Valentina sobre la cadera.

—No puedes cambiar de parecer ahora, Lali. Quieres ver a tu abuela, ¿te acuerdas? Y también querías que conociera a Valentina.

—Bueno, voy a ir sola. Diré la verdad, que nunca me casé y que el papá de Valen no es parte de nuestras vidas.

—¿Y vas a delatar a tu madre delante de todos? Nunca te lo perdonaría. Sé que has tenido una relación complicada con ella, ¿pero realmente estás dispuesta a romper del todo lo que tienen?

Al oír su propia preocupación en boca de otros, Lali suspiró.

—No lo sé. Este tipo de situación siempre me ha hecho mantener las distancias, pero es mi mamá…

—Exacto.

—Bueno, seguiré adelante con la mentira, pero les diré a todos que mi esposo tuvo que trabajar este fin de semana y que no pudo venir conmigo.

—No te va a salir bien —anticipó Martín con una sonrisa sabihonda—. Tú misma lo has dicho. Eres muy mala mintiendo.

—¿Y qué hay de malo en que yo te acompañe? —preguntó Peter—. Vamos, yo me quedo a tu lado, sonrío un montón, tu abuela conoce a Valentina, y después nos disculpamos y nos rápido. Tu mamá te deberá un favor enorme. Así la tendrás dominada y ya no volverá a meterte en un problema como este.

Él hacía que todo sonara muy lógico y sencillo. Lali sacudió la cabeza. La locura debía de ser contagiosa.

—La maleta de Peter ya está en el auto —dijo Candela, como si eso fuera el factor decisivo—. Creo que deberías seguir adelante con el plan.

—Al parecer, prefiere terminar con todo el tema antes de tener que besar a Peter —comentó Martín. Los ojos le brillaban con malicia—. Bueno, no me extraña nada —añadió con una sonrisa.

—Creo que todos han apostado por la persona equivocada —dijo Peter, mirando a Lali con las cejas levantadas—. Es Lali la que no se ve capaz de sacar esto adelante. Es más, estoy dispuesto a apostar cincuenta dólares a que Lali arruina el plan antes que yo.

Aunque supiera que la estaba provocando, Lali no pudo evitar tentarse. Los demás la observaron durante unos segundos, expectantes. Se recordó a sí misma que ninguno de ellos la había conocido antes de ser esa madre soltera, tranquila y trabajadora. Había empezado en la clínica de rehabilitación tras el descanso por maternidad. Pero antes de quedar embarazada había trabajado en otro centro parecido, en otra parte de Buenos Aires… En ese entonces se hubiera embarcado en una aventura a ojo cerrado, pero ya no era aquella chica.

Suspiró. Dejó que el arrebato de juventud se apoderara de ella.

—Acepto la apuesta.

Agarró a Peter del polo y lo jaló, acercándolo a ella. Sin darle tiempo a reírse siquiera, lo besó.  

Continuará…