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—Sí
—dijo Lali intentando borrar de su mente a Peter—. Es un sapo, no una rana. Un
idiota. Totalmente. Aunque, sus churros eran buenísimos —añadió suspirando
mientras volvía a recostarse en el asiento para recuperar el sentido común.
Capítulo 29:
Benjamín
estaba sentado frente al televisor un domingo por la tarde cuando sonó el
teléfono. Descolgó y oyó la voz de Melisa.
—Peter
y Lali han estado hoy en el parque. La besó. Eso es alegría, una indicación
fisiológica que podría llevarlos a...
—Espera
—le pidió respirando profundamente. Era por la maldita apuesta. Peter haría lo
que fuera para ganarla.
—Le
llevó churros. Organizó un picnic y...
—¿Lali
comió churros? —Benjamín se quedó helado—. No prueba nunca esas cosas. No come
carbohidratos, al menos conmigo no lo hizo nunca.
—Y
cada vez que le daba un trocito, la besaba.
—Hijo
de puta —lo insultó con rabia—. ¿Qué hacemos?
—Tenemos
que trabajar con sus desencadenantes de la atracción, mostrarles alegría, hacer
que recuerden por qué nos querían a nosotros. Invítala a comer mañana. Consigue
que sea algo perfecto; que se sienta especial y amada, alégrala y consigue que
vuelva.
—No
sé —dijo Benjamín recordando la cara de Lali cuando la dejó. Había pensado que
regresaría a él arrastrándose, no que tuviera que volver él.
—Iré
a comer con Peter —dijo Melisa sin prestar atención a lo que había dicho
Benjamín—. Me mantuve al margen, esperándolo, pero ya no tengo tiempo para esas
cosas. Antes de que llegue el postre me lo habré llevado a la cama y eso pondrá
fin a toda esta historia.
—Lali
está enojada conmigo. Creo que todavía es muy pronto para ir a comer.
—Eso
es muy agresivo —se produjo un largo silencio y después dijo—: Su familia. ¿No
comentaste que necesitaba su aprobación para tener amantes?
—Sí,
su mamá me adora.
—Ahí
lo tienes. Llámala y cuéntale la verdad de Peter y las mujeres.
—No
—dijo Benjamín acordándose de la falta de interés de María José por cualquier
cosa que no fueran las calorías o la moda—. Creo que llamaré a Javier, el novio
de su hermana.
—¿Servirá
de algo?
—Se
lo contará a Ana enseguida. Se ven todos los días y ella vive con sus padres,
así que su mamá y su papá terminarán por enterarse. El padre es muy protector.
—Buenísimo.
—¿Le
dio churros? —preguntó Benjamín sintiendo un escalofrío al pensarlo.
—Uno
detrás de otro.
«Desgraciado».
Lo estaba haciendo por la maldita apuesta. Después de todo lo que dijo sobre
ser fácil, pero no un baboso, iba a seducir a Lali con churros y luego le
pediría sus diez mil dólares. El gran Juan Pedro Lanzani iba a ganar otra vez.
«No
si puedo hacer algo.»
—¿Benjamín?
—Confía
en mí, Lali ha comido su último churro —aseguró seriamente.
El
lunes, Victorio llegó tarde a trabajar. «Candela», pensó Peter, lo que le
recordó a Lali, algo que era ridículo.
—¿Qué
pasa? Normalmente soy el último que llega a trabajar, es la tradición —dijo
Agustín.
—Candela
—dijo Victorio bostezando—. Ayer estuvimos hablando hasta muy tarde.
—¿Hablando?
—preguntó Agustín sentado en el borde de su escritorio—. Lo menos que yo
hubiera hecho sería hablar.
Victorio
entrecerró los ojos.
—Bueno,
ahora que estamos todos aquí... —empezó a decir Peter.
—Voy
a casarme con Candela —y Victorio dijo a Agustín—: Seguro que no hablarías así
de tu futura mujer.
—Perdón.
No pienso casarme, así que no tengo ni idea de lo que diría.
—...
tendríamos que hacer un esbozo del seminario...
—Lo
sabrás cuando encuentres a la mujer adecuada —dijo Victorio.
—No
existe —añadió Agustín.
—...
y dejar preparados los programas —acabó de decir Peter elevando la voz.
—Sus
besos son perfectos —dijo Victorio mirando por la ventana en la dirección en la
que pensaba que estaría Candela—. ¿Has besado alguna vez así? ¿Cuando todo es
perfecto y te salta la tapa de los sesos?
—No
—dijo Agustín, al que parecía repugnarle la imagen.
—Sí
—intervino Peter, al que había vuelto a aparecérsele Lali en toda su lujuriosa
y complaciente gloria. Los dos se giraron para mirarlo—. ¿Podemos comenzar a
trabajar? Porque estamos a punto de sacar el helado y empezar a hablar de
nuestros sentimientos, y para eso no hay vuelta atrás.
—Voy
por las facturas —dijo Victorio volviendo a su escritorio.
Peter
se recostó en la silla, abrió un fichero en la computadora y pensó en Lali. No
tenía intención de besarla y sin embargo había saltado sobre ella, un impulso
insensato lo había arrojado a su regazo. Ella tampoco había colaborado. Debería
haberlo cacheteado y sin embargo le había pedido «más», incitándolo...
Sonó
el teléfono y lo atendió Agustín.
—Lanzani,
Sierra y D’Alessandro —dijo, y después puso cara de sorpresa dirigiéndose a
Peter—. Hola, Melisa —Peter meneó la cabeza—. No está. Creo que no volverá en
toda la mañana —miró a Peter, que se recostó en su silla con la cara al cielo—.
¿Comer?
—Lo
siento, tenía una cita. En Emilio. Con su nueva novia.
Peter
se levantó tan rápido que sus pies hicieron un ruido sordo al chocar contra el
piso. «No», le dijo a Agustín en voz baja haciendo el gesto de que le iba a
cortar el cuello.
—No
tienes que preocuparte por que esté deprimido por perderte. Se recuperó
enseguida —Peter lo miró furioso—. Tengo que dejarte.
—¿Estás
loco?
—Bueno,
me he librado de ella, ¿no? Te hice un favor, creo. Me salió natural. ¿Crees
que hice mal? —preguntó mirando a Victorio.
—No
lo sé, pero en el futuro olvídate de la espontaneidad.
—No
quiero volver a ver a Lali —aseguró Peter pensando en verla otra vez.
—Ok,
pero Melisa no tiene por qué saberlo —dijo Agustín.
—Ahora
tendré que llevar a Lali a lo de Emilio, porque seguro que Melisa va a ir a
chequear.
—No
veo por qué —intervino Victorio—. Si pregunta siempre puedes decirle que fueron
a otro sitio.
—Intento
no mentir si puedo —dijo volviéndose a sentar e intentando sentirse molesto por
todo aquel lío. Cogió el teléfono, marcó el número de la empresa de Lali y la
buscó a través de la telefonista, pero su línea estaba ocupada y no quiso dejar
un mensaje. Nadie organiza una cita con un contestador.
—¿Qué?
—preguntó cuando colgó y vio que Victorio y Agustín lo estaban mirando.
—Nada
—contestaron ambos.
—Genial
—dijo Peter volviendo a la pantalla de su computadora.
Aaaa me encanta como Melisa esta celosa jajaja :D
ResponderEliminarJjajajajajajajajajja,cualquier excusa es válida para Peter.
ResponderEliminarTodo lo lleva a ella.
QUE ES ESO TAN CORTICO.?????
ResponderEliminarJAJAAJAJA
Que pendejos son Melissa y Benjamín, de psicóloga Melissa no tiene pero nada, de idiota todo.
Sí claro, Peter no podía hacer nada más que llevar a Lali a cenar por lo que Agystin dijo.... No se lo cree ni él! Jaja
Besos, espero que nades disfrutando del viaje
Quiero más!
ResponderEliminarLore
este otro va a estar hasta las manos con LAli en cualquier momento.. y se va a querer matar
ResponderEliminar+++++
@x_ferreyra7
Meta escusa lanzani para llamarla! Más! me encanta!!
ResponderEliminarMuere por invitarla Jajaja otrooooo :)
ResponderEliminarPeter aprovechando la oportunidad,JAJA y Melisa y Benjamin dos HDP,ojala se enreden entre ellos!
ResponderEliminarCualquier excusa es buena si puede ver a Lali jajajaj
ResponderEliminarme cansan lo estrategico que so los otros dos, hola? que acepten que su ex no quieren volver!!
que estupidos Benjamín y Melisa que se maten!!! si Peter mete una excusa cuando quieras para llamarla jaja
ResponderEliminarEspero el proximo!
Maaaaaaaaaaaaaaaaas...
ResponderEliminarAngy... =D
Y cualquier excusa le sirve a Peter para volver a quedar con Lali. . .quiero que hablen los tres amigos de sentimientos. . .estaban a puntito e hacerlo cuando ha llamado Melisa
ResponderEliminarmasssssssssssssssssssssssss
ResponderEliminarmas por fiii
ResponderEliminarotrooooooooooooo
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