Capítulo 52

Hola, hola!!!! ¿Cómo están? ¿Qué tal estuvo el sábado? Espero que todo bien y aprovechando para descansar, divertirse, celebrar, disfrutar, aprovechar, etc… jijijiji Gracias por leer, por afanarse con la nove, por divertirse y por todos sus comentarios! Me rio y disfruto mucho leyéndolas!!!! Gracias, gracias y más gracias!!!! Besos y hasta mañana!

Twitter: @Caparatodos

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—Muy bien. El plan —miró sus suaves y gruesos labios curvados en aquella reconfortante sonrisa y empezó a sentir vértigo una vez más. «Bésame», pensó—. Creo que deberíamos empezar a salir. ¿Quieres ir al cine?

Capítulo 52:

—¿Escuchaste algo de lo que te dije? —preguntó Lali parpadeando y dejando la copa en la mesa.

—Han sido coincidencias, debemos atenernos al plan. No va a funcionar conmigo.

—¿Por qué no?

—Porque si no salimos, el universo me va a destrozar.

—¿Qué?

—El universo, el destino, la teoría del caos, el cuento de hadas, el espíritu de Elvis. No sé lo que es, pero no voy a resistirme más —se acercó un poco más a ella y sintió un débil perfume a lavanda otra vez mientras Lali lo miraba como si estuviese loco—. Me odias, tienes gustos caros, eres patológica con la comida y tu mejor amiga me matará cualquier día, pero no me importa. Voy a darle una oportunidad. ¿Todavía quiere tu madre que vaya a la cena? Iré.

—¿Por qué, si soy tan horrible?

Peter sonrió a su hermosa cara.

—Porque eres inteligente, simpática y divertida y mi sobrino está loco por ti y usas unos zapatos muy bonitos y pareces un ángel depravado —«porque me voy a volver loco si no te toco», pensó.

—¡Aja! Y por eso vas a cenar en casa de mis padres mañana por la noche, ¿para que mi madre se dé cuenta de que eres inofensivo?

—¿Mañana? —preguntó intentando no parecer sorprendido—. Buenísimo, nos lo quitaremos de en medio enseguida. Mañana por la noche. ¿Y esta noche...?

—¿Lo de salir? No, te libraste de mi madre, no hace falta que vayas a la cena. Pero si quieres salir como amigos podemos ir al cine. A las diez dan Amor en Hawai.

—Imagino que no es triple X.

—Es de Elvis. No tienes por qué venir.

—Sí que iré, y a casa de tus padres también.

—No lo entiendo —se extrañó Lali y Peter le cogió la mano, feliz de poder sentirla otra vez.

—Ven conmigo Lalita, yo te lo explicaré.

La sacó de la silla y la llevó hasta la puerta. Una vez fuera se inclinó hacia ella con el corazón desbocado y la besó sin ningún tipo de reservas. El acostumbrado arrebato fue inmediato y cálido como siempre, aún más, ya que Lali no se resistía y también se sintió cómodo porque ella era feliz en sus brazos, contra su boca. Cuando Lali le puso las manos en la nuca, él la besó con más fuerza, perdiéndose en ella sin poder evitarlo y sin intentar salvarse. Peter notó que se apretaba contra él y su boca perfecta se abría mientras su lujurioso cuerpo se pegaba más y pasaron los años y vio el paraíso y una vocecita en su interior le dijo: «ES ELLA, IDIOTA». Entonces algo lo golpeó con fuerza en el brazo y los separó del beso.

—¡ Qué...! —empezó a decir todavía agarrado a ella, hasta que vio a María en la vereda con su cartera en la mano—. Si Candela tiene razón, un duende te pegará un tiro en la rodilla en cualquier momento.

—¡María! —exclamó Lali separándose ligeramente de él y Peter sintió frío por su ausencia y la retuvo.

—No le di en la cabeza —respondió ésta.

—Olvídalo. ¿Quieres saber por qué? Yo te lo diré. Porque esto es mucho más grande que nosotros y yo, por una vez en la vida, no voy a luchar contra ello —Lali abrió la boca para decir algo, pero Peter continuó—: Y tú también lo quieres así.

—Sí, ahora dime que la conoces —lo retó María mirando a Lali con el ceño fruncido.

—Sí que la conozco, aunque no tanto como pretendo conocerla. Y sí, me preocupo por ella. Mucho. Y no sé nada más, pero lo averiguaré. ¿Te parece bien?

—Sí, pero acuérdate que te estaré vigilando —le advirtió María.

—Muy bien —dijo Peter más aliviado. La parte «como amigos» no le satisfacía, pero la aceptaba, cortejar mujeres no se le daba mal. «Ahora vamos a jugar mi juego», pensó mirando a Lali con cariño.

—No me mires así —le pidió ésta antes de volver a mirar a María—. íbamos a ver una película, como amigos. ¿Quieres venir?

—Sí. ¿Agustín? Nos vamos al cine —le informó cuando éste salió del restaurante para buscarla.

—Es Amor en Hawai —agregó Peter.

—Supongo que no es triple X.

—Es de Elvis.

—¿Por qué?

—Porque ahora me toca a mí insinuarme—aseguró Peter mirando a Lali.

—¡Hey!—protestó ésta.

—Bueno, ¡qué rayos!, vamos—dijo Agustín.

Lali estrenó su sábado llamando a su mamá para decirle que Peter comería con ellos esa noche.

—Así comprobaremos qué tipo de persona es —dijo María José con un tono de voz que no auguraba nada bueno para él.

—Te va a encantar. Es muy guapo y todo un triunfador.

—Seguramente de los que piensa que él es un ocho y tú un cuatro. Los hombres son superficiales y traicioneros. Ponte algo que te favorezca y te haga ver delgada.

—Es un diez, mamá y no estoy delgada.

Después de aquello, ir a ver el partido de rugby le pareció un gran progreso, al menos hasta que llegó al parque.

—No te separes de mí —le pidió a María—. Candela siempre se va con Victorio, pero tú te quedas a mi lado para poder insultarme si empiezo a tontear con Peter.

—No me voy a dar abasto —respondió María, pero la siguió a las gradas de todas formas.

—¡Lali! —gritó Tomás cuando la vio llegar y ésta se detuvo y sonrió mientras él se acercaba corriendo.

—Hola. ¿Qué tal? —le preguntó cuando se detuvo resbalando.

—Bien. Gracias por venir —contestó moviendo la cabeza. Después miró al piso y exclamó—: ¡Wow! ¡Qué zapatos más increíbles!

—Gracias —dijo Lali mientras Tomás se inclinaba para ver mejor el pez azul de plástico que había en la punta de sus sandalias—. Te pareces mucho a tu tío.

—Tomás, tu instinto te lleva por buen camino —dijo Peter detrás de él y Lali dio un respingo—. Las mujeres son más importantes que el rugby, pero mueve el culo y vuelve al terreno de juego —Lali se volteó, Peter le sonrió con el rostro relajado y su corazón volvió a desbocarse— Lalita, te están saliendo pecas en la nariz.

—Sí… —dijo ésta tocándosela e intentando no fijarse en el cariño que había en su voz—. Es por culpa de estos sábados por la mañana. Nunca me pongo al sol y por eso siempre me olvido de echarme bloqueador.

—A mí me gustan —aseguró Peter y a Lali se le aceleró el pulso.

—A mí también —dijo Tomás.

—A a mí no —contestó Lali intentando controlarse—. Pero me salen porque me olvido de...

—Problema resuelto —aseguró Peter poniéndole el gorro que tenía puesto y esbozando una sonrisa aún más grande—. Te queda muy bien. Cuando quieras puedes jugar en mi equipo.

—¡Silencio! —exclamó ajustándosela para que no le aplastara el pelo. Estaba caliente y mantuvo la mano un momento en ella para sentirlo. «Eres despreciable», se dijo a sí misma.

Continuará…