Capítulo 44

Hola, hola!!!! ¿Cómo están? Espero que todo bien y que hayan terminado el viernes de la mejor manera! Imagino que con las ganas y pilas bien puestas para empezar y disfrutar del finde, no?! Gracias por leer!!!! Besos y ahora sí, hasta mañana!

Keny!!!! Termina lindo tu día! Que sigas disfruta, divirtiéndote y festejando tu nuevo año ;) besos!!!!!

Twitter: @Caparatodos

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—Sí —dijo Tomás, que continuó con su movimiento de cabeza un par de minutos más. Después se le borró la sonrisa y empezó a bajar las gradas evitando la mirada de su tío.

Capítulo 44:

—Eres muy amable —le agradeció Bárbara, y Lali la miró sorprendida.

—Tomás me cae muy bien.

Sintió una ráfaga de aire antes de que Bárbara pudiera decir nada más y Lali pensó que se la iba a llevar. «Me alegro de que esté a mi lado —pensó amargamente—. No me siento lo suficientemente fuerte como para estar aquí sola». Después se regañó a sí misma. Bárbara podía ser simpática, educada lo era, y Peter le había prohibido odiar su cuerpo. «Bueno —pensó—. Yo soy una de esas gruesas invitaciones de boda de color crema que has de tocar porque son muy bonitas y ella es el fino papel de seda que me envuelve».

—¿Te encuentras bien? —preguntó Bárbara.

—Sí, ¿por qué?

—Tenías el entrecejo fruncido.

—Tengo que mejorar mis metáforas. Así que Tomás juega rugby.

—Por desgracia —dijo Bárbara y Lali pensó: «Ella no es la que obliga a Tomás y a Peter a que hagan esto».

—Hola —saludó alegremente alguien y cuando Lali se giró vio a la mujer que había estado coqueteando con Peter. Tenía los ojos miel y el pelo castaño, grueso y sedoso.

«Me gustaría morirme ahora mismo —pensó cuando aquel ejemplo de virtudes se sentó a su lado—. Estoy acorralada entre la flaca y la rica».

—¿Qué tal, Bárbara? —preguntó aquella mujer.

—Hola, Melisa —contestó sonriendo débilmente (parecía que Bárbara lo hacía todo débilmente).

Melisa. Lali se volvió hacia la morena con renovado horror. Era la ex de Peter, que tenía puesto, se había fijado en ese momento, un top sin mangas ni espalda que desentonaba totalmente en un partido de niños. Excepto que ella lo llevaba sin demostrar ningún tipo de inseguridad, seguramente porque tenía esos pechos perfectamente erguidos de los que tanto hablan los hombres. «¡Odiosa!», pensó y al mirar hacia abajo se dio cuenta de que Peter las estaba mirando a las tres con una expresión muy extraña en la cara. Seguramente se habría dado cuenta horrorizado de que había estado besando a una mujer que jamás podría ser una súper modelo. Aquello le dolió más de lo que debería.

—Ahí está Peter —dijo Bárbara.

—¿Qué le pasa? Aparte de que no le guste esto —preguntó Lali.

—Sí que le gusta. Está de acuerdo conmigo en que es muy bueno para Tomás —comentó Melisa.

—¿Fue idea tuya? —replicó Lali.

—Sí —contestó Melisa sonriendo.

—¿Fue ella la que metió a Tomás a jugar rugby? —le preguntó a Bárbara.

—Sí, lo estuvo hablando con la abuela de Tomás y las dos pensaron que sería buena idea. La abuela de Tomás puede ser muy convincente.

—¡Ah! —exclamó Lali mirando a uno de los niños lanzar la pelota con poca fuerza hacia la parte izquierda del campo, donde un niño del equipo de Tomás no logró atraparla. Peter, que las estaba mirando a ellas, no se dio cuenta de nada.

Entonces Peter empezó a alejarse y el niño que estaba en la parte exterior del campo atrapó la pelota y la lanzó con desesperación y una fuerza difícil de creer en un niño de ocho años. La pelota golpeó a Peter en la nuca, lo desequilibró y cayó de rodillas en el suelo.

—¡No! —gritó Lali y empezó a bajar corriendo las escaleras para pasar al otro lado de la valla—. ¿Peter? —lo llamó mientras se arrodillaba y éste intentaba sentarse.

Parecía aturdido y Lali miró sus pupilas para ver si tenían diferente tamaño. No era así, tenían la misma profundidad oscura y cálida de siempre y Lali se sumergió en ellas con respiración entrecortada, mientras una música sonaba a su espalda, Elvis Costello cantando She, y una vocecita en su interior le decía: «ES ÉL».

—Apaga eso —oyó que le decía Agustín a dos chicas que estaban cerca de la valla escuchando música, mientras Melisa se arrodillaba también al otro lado de Peter.

—Perdón—dijo una de las chicas.

—¿Está muerto? —preguntó la otra.

—¡Se van! —les pidió Lali y se alejaron con la música.

—¿Estás bien, Peter? —preguntó Melisa y Lali se fijó en cómo la miraba.

—¿Peter? —lo llamó ella.

—¿Ha visto eso profe? La lancé bien —dijo el niño asesino, que venía corriendo desde el otro lado del campo.

—Sí, muy bien, Lorenzo. ¿Estás bien, amigo? —le preguntó Agustín a Peter.

—Sabía que podía hacerlo. Vi corriendo a unos cuantos de los chicos hacia mí y, algo me dijo que podía hacerlo. Tiré con todas mis fuerzas —comentó Lorenzo.

—Pitt, di algo —le pidió Melisa con voz asustada.

— Tiré con todas mis fuerzas —repitió Lorenzo.

—Sí —dijo Agustín—. Es una pena que fallaras el objetivo y le dieras al señor Lanzani. Peter, di algo o Lali ahorita te lleva a Emergencia.

—¿Escuchas la música? —preguntó Peter mirando a Lali a los ojos.

—Tiré con todas mis fuerzas —repitió Lorenzo.

—Toma —dijo Agustín dándole las llaves de su auto a Lali—. La Emergencia más cercana está a un kilómetro de aquí tomando ese camino.

—Yo sé ir y tengo auto —intervino Melisa poniéndose de pie.

Lali ayudó a Peter a levantarse e intentó mantenerlo firme cuando se tambaleó. Agustín se puso al otro lado.

—Yo lo llevaré —se ofreció Melisa—. Tengo el auto...

—No —dijo Peter enderezándose—. Si vomito, prefiero hacerlo en el auto de Agustín.

—Apúrate —le dijo éste a Lali ayudándolos a subir.

Continuará…