Twitter:
@Caparatodos
____________________________________________________
—En
ningún sitio. Sólo son las damas de honor de mi hermana, pero no le digas a
nadie que las llamo así —le pidió probando el primer bocado de pollo. Lo saboreó
y después se limpió con la lengua una gota de salsa que le había caído en el
labio inferior—. ¿Crees que...?
—No
hagas eso —le pidió Peter con voz apagada.
Capítulo 33:
—¿Qué?
¿Hacer preguntas?
—Lamerte
el labio. ¿Qué querías saber?
—¿Por
qué? ¿Te parece que no es de buena educación?
—No,
pero me distrae. Tienes una boca muy provocativa. Lo sé. La probé una vez. ¿Qué
ibas a preguntarme?
Lali
lo miró a los ojos y él mantuvo la mirada. «¡Oh!», pensó, e intentó acordarse
de lo que estaban hablando, pero le resultó muy difícil porque en lo único que
podía pensar era en cómo había probado su boca una vez, lo que había disfrutado
y lo lujuriosos que le parecían sus ojos cuando la miraba como en ese momento
y...
—¿Están
bien? —preguntó Bernardo.
—¿Qué?
—contestó Peter sobresaltándose.
—¿Que
si pasa algo con el pollo? Tienen un comportamiento muy raro —dijo Bernardo
frunciendo el ceño.
—No,
nada —le aseguró Lali cogiendo de nuevo el tenedor—. Está buenísimo.
—Ok,
¿necesitan algo más?
—¿Un
mozo con modales?
—Sí,
como si lo fuera a desperdiciar contigo —dijo Bernardo antes de irse.
—Entonces
—comenzó a decir Lali pasando a un tema de conversación más seguro—, Ana me
contó lo de la torta. Recurrí a Emilio y éste llamó a su abuela. Es mi héroe.
—Espera
a que la pruebes. Sólo las hace para matrimonios, no hay otra igual.
—¿Cuándo
la has probado tú?
—Cuando
se casó Emilio o mi hermano. En el casamiento de toda la gente que conozco.
Agustín, Victorio y yo somos los últimos que faltamos, he ido a un montón de
casamientos. Y ahora Victorio cuenta los días que le quedan.
—Bueno,
al menos Agustín y tú se tienen el uno al otro. Así que tienes un hermano.
¿Mayor o menor?
—Mayor.
Se llama Jaime.
—¿Jaime?
¿Jaime Lanzani? —preguntó Lali dejando de comer.
—Sí.
Esposo de Bárbara y padre de Tomás.
—¿No
hay un estudio de abogados que se llama así?
—Sí,
el de mi padre, su socio y mi hermano —contestó sin mostrar gran entusiasmo.
—Qué
práctico. ¿Cómo está Tomás?
—Marcado
para toda su vida después de vernos en el picnic.
—¿De
verdad? —preguntó Lali soltando un gemido.
—Es
difícil de saberlo. No lo he visto después. Seguramente Bárbara ya lo habrá
llevado a una terapia. ¿Qué tienes que ver tú en lo de Candela y Victorio?
—Estarán
comprometidos dentro de unos meses —profetizó Lali y se dedicaron a hablar de
ellos y de otros temas seguros durante el resto de la comida. Cuando
terminaron, Peter pagó la cuenta.
—Así
que comer conmigo es un riesgo... ¿Significa eso que quieres que me disculpe
por la última vez?
—No
—contestó Lali sonriendo e intentando parecer despreocupada—. He estado
trabajando la teoría de que si no se habla de algo, no existe. Aunque parece
que hay un montón de gente que se ha enterado, por ejemplo Javier. Nos ha
delatado y ahora mi madre quiere que te lleve a cenar a casa —Peter pareció muy
desconcertado—. Le dije que eras un total desconocido y que lo de la cena era
completamente improbable —de repente le preguntó—: ¿Qué fue lo del sábado?
—Bueno,
fue pura química y me pareció genial. Estaría más que feliz de volver a
hacerlo, en especial desnudo y en posición horizontal, pero... —a Lali se le
disparó el pulso, pero se dio un golpe en la frente para frenarlo a él y a su
traicionera imaginación—. ¿Qué pasa?
—Estaba
acordándome de por qué nunca se pide a los chicos que digan la verdad. Porque a
veces la dicen.
—Lo
que pretendo hacerte ver es que María tenía razón, no tenía por qué haberte
besado de esa forma, porque no busco nada serio. Acabo de dejar una relación
que era mucho más intensa de lo que creía y...
—¿Cómo
podía ser más intensa de lo que creías?
—Yo
pensaba que sólo lo estábamos pasando bien y ella que nos íbamos a casar.
Acabamos bien, sin rencores.
—¿Quería
casarse, tú no, y no hay rencores? —preguntó Lali perpleja.
—Digo
que si no estaba dispuesto a comprometerme, ella tendría que seguir su camino.
Lo clásico.
—Y
se supone que tú eres el mago que entiende a las mujeres... No, no fue lo
clásico. O te odia o piensa que vas a volver con ella.
—Melisa
es muy práctica. Sabe que se terminó. Lo mismo que nosotros, porque a pesar de
que estuvo bien, ninguno de los dos quiere ir más allá.
—Exactamente
—corroboró Lali, que lo había entendido perfectamente, aunque no estaba nada
contenta—. Sería muy distinto si fuéramos compatibles. No soy reacia al
compromiso, si se trata de algo que pueda ser divertido, pero lo último que
necesito es enamorarme de alguien que sé que no es bueno para mí solamente
porque besa espectacular. Además, estoy esperando a la reencarnación de Elvis y
tú no la eres —Peter la miró con cara extraña—. ¿Qué pasa? Lo de Elvis era una
broma.
—¿No
soy bueno para ti, pero beso espectacular?
—Bastante.
¿Por qué? ¿Tú lo ves de otra forma?
Peter
abrió la boca, la cerró y se encogió de hombros.
—No,
supongo que no. No creo que seas mala para mí, pero es demasiado complicado. No
eres una mujer relajada.
—Eso
es verdad, pero tú te lo has buscado, por mujeriego.
—Me
he retirado. Ahora lo único que quiero es paz, y tranquilidad. Tengo que
tomarme un descanso.
—Es
lo mismo que pienso hacer yo. Voy a dejar de salir.
—Hasta
que aparezca Elvis.
—Exactamente.
Y que yo sepa, no hay nada malo en ello.
—No
tendrás sexo.
—Eso
lo puedo aguantar.
—Sí,
eres una experta en negarte cosas.
—¡Hey!
—protestó Lali, que se había sentido ofendida—. Estábamos bien, ¿por qué me
atacas?
—Perdón.
Se
levantaron para irse. Lali le dio un beso de despedida a Emilio y salieron a la
calle.
—Bueno,
es de día y mi oficina sólo está a seis manzanas. No tienes que acompañarme
—dijo Lali.
—Muy
bien —se despidió Peter ofreciéndole la mano—. Seguramente nos volveremos a ver
en la boda de Candela y Victorio. En caso de que no lo hagamos, que seas feliz.
—Lo
mismo digo. Que tengas más suerte en el futuro —dijo Lali estrechándosela.
—Un
momento —dijo cuando ésta se alejaba y Lali dio un respingo. Al darse la vuelta
vio que simplemente tenía la sandalia en la mano y la brisa movía las cintas.
—Es
verdad. Muchas gracias —dijo intentando cogerla.
Peter
retuvo un momento la sandalia y la miró a los ojos.
—De
nada —dijo meneando la cabeza finalmente. Soltó su rehén y ella se alejó por la
calle sin mirar atrás, satisfecha por la comida, pero no tan contenta como
podría estarlo.
«Es
lindo», pensó antes de borrarlo de sus pensamientos.
Aaaaa maaass
ResponderEliminarMe encanta! !
ResponderEliminar+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Me encantaa!
ResponderEliminar@ligiaelenaCM
¿Cuál será la próxima excusa que busquen para verse? La primera vez que tienen una charla medianamente normal sin atacarse el uno a la otra
ResponderEliminaresperooooo mas
Otroooooooooo:!! Es genial :)
ResponderEliminarNooo! Mas novee
ResponderEliminarSe tienen k ver antes,no creo k esperen a k los otros se decidan
ResponderEliminarMe fascinan esas conversaciones de stos dos, pero esta en especial! Estuvo genial! ;)
ResponderEliminar