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—Nada
—contestaron ambos.
—Genial
—dijo Peter volviendo a la pantalla de su computadora.
Capítulo 30:
Cuando
sonó el teléfono de su oficina, Lali pensó que sería Peter y se enojó consigo
misma. Si estaba pensando en él a las nueve un lunes por la mañana en medio de
un informe preliminar, no cabía duda de que tenía la capacidad de nublar la
mente de las mujeres.
—Mariana
Espósito —dijo dando golpecitos con un bolígrafo rojo el escritorio.
—¿Quién
es ese hombre con el que estás saliendo? —preguntó su madre.
—¡Por
Dios! —exclamó Lali recostándose en su silla ergonómica de oficina.
—Según
Javier tiene una reputación terrible entre las mujeres. Dice que las utiliza y
después las deja y que...
—Mamá,
me importa poco y nada lo que diga Javier. Y no estoy saliendo con él. Fuimos a
cenar un día y estuvimos de picnic en el parque, eso es todo —le aclaró
mientras escribía Peter en mayúsculas en la tapa de su in-forme y lo tachaba
con una gruesa línea roja. Fuera, fuera, fuera.
—Javier
dice que...
—¡Mamá!
—...
es un rompecorazones. Está muy preocupado por ti.
Lali
empezó a decir «¡Por favor!», pero se calló. Seguramente Javier sí estaba
preocupado por ella. Se preocupaba por todo.
¿Por
qué iba a estarlo por ella?
—¿Cómo
se enteró que conozco a ese hombre? —preguntó al tiempo que escribía el nombre
de Javier en mayúsculas y lo tachaba con fuertes rayas rojas. Después escribió
«Imbécil» debajo y «Chismoso» más abajo.
—Me
preocupas. Sé que intentas ser valiente después de perder a Benjamín, pero odio
estas cosas. No soporto que te hagan daño.
—¿Quién
eres y qué le hiciste a mi madre? —preguntó sintiendo un nudo en la garganta.
—Lo
único que deseo es que no te hagan daño —contestó María José y Lali notó que le
temblaba la voz—. Quiero que te cases con un buen hombre, que te quiera por lo
maravillosa que eres y no te deje porque estás gorda.
—Me
habías convencido hasta la última frase —dijo. Había escrito «Mamá» en
mayúsculas, lo había rodeado con un corazón y luego, mientras ésta seguía
hablando, lo tachó con gruesas rayas.
—El
matrimonio es muy difícil. Los hombres tienen un millón de razones para
engañarte e irse, así que hay que trabajar la relación continuamente. Tienes
que estar guapa siempre. Las cosas les entran por los ojos. Si ven algo
mejor...
—Mamá,
no creo que...
—Por
mucho que te esfuerces siempre habrá alguien más joven, mejor —aseguró María
José con voz quebrada—. También le pasará a Ana, a todo el mundo. No puedes
empezar con desventaja, no...
—¿Qué
pasa? ¿Javier está engañando a Ana?
—No
—contestó su madre desconcertada—. Por supuesto que no.
Lali
intentó imaginarse a Javier engañando a su hermana, pero le pareció ridículo.
Javier no tenía agallas para hacer algo así. Además, amaba a Ana.
—¿Por
qué dices eso? Me parece horrible.
—Tú
eres la que ha hablado de engañar —dijo Lali. Si no era Javier, ¿quién
entonces? ¿Papá? Rechazó esa idea. Su padre tenía tres intereses en su vida:
los seguros, la estadística y el golf—. Por lo único que te dejaría mi padre
sería por un palo de golf del cuatro que fuera perfecto, así que eso tampoco
es. ¿Qué pasa?
—Quiero
que te cases y seas feliz y ese Pablo no...
—Peter,
madre.
—Tráelo
a cenar el sábado y ponte algo negro para que parezcas más flaca.
—No
voy a volver a verlo. Así que dudo mucho que quiera conocer a mis padres.
—Ten
cuidado. No sé dónde encuentras esos hombres.
—Me
miró el escote y vio el sujetador rojo de encaje. La culpa la tienes tú.
Lali
pasó varios minutos más tranquilizando a su madre, después colgó y volvió a
trabajar otros cinco minutos hasta que el teléfono sonó de nuevo.
—¡Ah,
bueno! —exclamó antes de descolgar, dispuesta a discutir con su madre otra
vez—. Mariana Espósito.
—Lali,
soy Ana.
—Hola,
Annie. Si me vas a hablar de Javier porque ha contado lo de mi cita de picnic,
no pasa nada, hemos terminado. No voy a volver a verlo —dijo haciendo otra raya
sobre el nombre de Javier. En lo que a ella respectaba no había límite para
hacer rayas en ese nombre.
—Me
ha dicho que según Benjamín ese hombre es horrible.
Lali
se incorporó y se puso recta.
—¿Eso
le dijo? —el chismoso ni siquiera era honesto en sus apuestas. Escribió
«Benjamín» en grandes letras mayúsculas y le clavó el bolígrafo.
—Le
pidió que no me dijera nada.
—Muy
bien —aceptó Lali sin preocuparse en absoluto.
—Pero
no parece formar parte de tus planes.
—¿Mis
planes? ¿Qué planes? —preguntó dejando de clavar el bolígrafo.
—Tú
siempre tienes alguno. Eres como yo. He planeado mi boda y mi matrimonio
cuidadosamente y Javier encaja a la perfección. Es perfecto para mí. Vamos a tener
una buena vida.
—Y
me alegro por ustedes —dijo haciendo otra raya en el nombre de Javier.
—Así
que estoy segura de que tienes un plan y que ese Don Juan...
—Idiota
—la interrumpió.
—...
rana, lo que quieras, no encaja en tu plan.
—No
es una rana. Le di un beso y no se convirtió en príncipe —«se convirtió en un
dios. No, tampoco lo hizo»—. Mira, no voy a volver a verlo nunca más. Así que
pueden estar tranquilos.
—Muy
bien. Le diré a tu madre que te estás comportando con sensatez como de
costumbre y que no se preocupe más.
—Bueno,
gracias. Así que sensata como de costumbre... Espero que papá no se haya
enterado de nada.
—Puede
que mamá le haya dicho algo...
—¡Por
Dios, Ana! ¿Por qué no lo evitaste? —preguntó mientras tenía una visión
repentina de su excesivamente protector padre en la que aparecía como un enorme
oso—. Ya sabes cómo es.
—Ya,
ni siquiera sé si Javier le gusta para mí.
«¿Estás
segura de que te gusta a ti?», estuvo a punto de preguntarle, pero no tenía
sentido, ya que su hermana insistía en que era amor verdadero.
—Buenas
noticias, ya tienes torta.
—¿Sí?
Muchas gracias, Lali.
—Pero
no la van a decorar, así que Candela y yo le pondremos unas perlas de mamá y
muchas flores frescas —dijo empezando a dibujar una torta de bodas.
—¿Vas
a decorar mi torta? —preguntó Ana con voz desanimada.
—A
la gente le encantará cuando la pruebe —la tranquilizó mientras agregaba unas
palomas al dibujo.
—¿Probar?
¿Y qué pasará cuando la vean?
—¿Me
estás bromeando? ¿Con perlas y flores de verdad? Va a quedar increíble —aseguró
dibujando unas perlas. Eran más fáciles que las palomas y ya había tenido una
mañana suficientemente difícil.
—¿Qué
piensa mamá?
Continuará…
Pobre lali! Más!
ResponderEliminarManga de chismosos...
ResponderEliminarDe verdad que Ana, tiene la misma emoción por el casamiento que por una cita con el dentista...
Quiero más!
Lore
++++++++++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Ah bueno pero que cosa con la familia!
ResponderEliminarEspero más más más maratón
Jajaja
Besos
Ashhh que llame Peter!!!!!!!
ResponderEliminarK metidos,jajajaja,Benjamín culpable ,d k manera los utiliza ,y ellos ni se enteran.
ResponderEliminarMe da la sensacion de que Ana no quiere casarse, sino que se casa por pesadez de la madre
ResponderEliminarespero maaaas
Maaaaaaaaaaaaaaaaaaas...
ResponderEliminarAngy.. =D
Si fuera Lali sólo por llevarle la contra a todos me engancho a Peter,JAJA Q insoportables TODOS!
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