Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que bien y ya con
las pilas puestas para arrancar y disfrutar el fin de semana!!!! Gracias por el
aguante y me encanta que los capítulos les hayan gustado :D Leí sus comentarios y sus jajaja son lo máximo así como todas sus palabras!!!! Besos y mañana nos
leemos!!!!
P.D.: Les cuento que hace unos días Sofi volvió con
una nueva nove por si quieren leer ;) http://novelaliter2010.blogspot.com/2014/08/capitulo-1.html
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@Caparatodos
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—Bueno,
lo llevará Bernardo —concluyó Emilio.
—No,
yo lo haré. Y apúrate, ¿dale? Me muero de hambre.
Capítulo 35:
Cuarenta
y cinco minutos más tarde, Peter estaba subiendo los escalones de casa de Lali,
cuando algo de color naranja pasó a toda velocidad a su lado y casi lo tira
colina abajo. Terminó su ascenso con más cuidado, pero cuando llegó a la cima y
miró a su alrededor no vio nada. Tocó el timbre y contestó Candela.
—Hola,
Lali ha pedido comida para llevar —dijo con la bolsa en la mano, sintiéndose
estúpido, el sentimiento que menos le gustaba en el mundo.
—¿Y
tú eres el repartidor?
—Bueno,
nunca se gana suficiente dinero —dijo antes de dirigirse hacia las escaleras.
Cuando llegó arriba oyó la música de Elvis Presley, al otro lado de la puerta
de Lali y suspiró.
Lali
se sorprendió al abrir la puerta y Peter también se quedó perplejo, pues lo
único que tenía puesto era una larga y vieja blusa y unas medias disparejas.
Tenía el pelo suelto y se había limpiado el maquillaje, así que el único color
que había en su cara era el moretón amarillo, que empezaba a perder intensidad,
en donde la había golpeado.
—¡Qué
fue! ¿Cómo entraste?
—Así
es como recibes a los repartidores —preguntó mirando las hermosas piernas que
había escondido el viernes en el bar.
—No,
así es como le abro a Candela. Deja de comerme con los ojos, tengo un short
abajo —dijo mientras se levantaba la blusa para dejar ver unos shorts a cuadros
ligeramente menos feos que la blusa y las medias—. ¿Cómo entraste por la puerta
de la calle?
Entonces,
algo de color naranja pasó a toda velocidad a su lado y entró al departamento.
—¿Qué
era eso? —preguntó Lali y Peter entró, pero dejó la puerta abierta.
—No
lo sé —dijo poniendo la bolsa de Emilio en una vieja mesa de máquina de coser
que había al lado de un sillón que parecía una calabaza gigante comida por las
polillas—. Cuando estaba subiendo pasó por mi lado.
—¡Oh,
oh! —exclamó Lali y Peter se giró para mirar.
En
el sillón, el animal de aspecto más sarnoso que había visto en su vida los
observaba con mirada feroz y un ojo cerrado y tenebroso. Era de color marrón y
naranja, así que combinaba perfectamente con el sillón.
—¿Qué
es eso? —preguntó Lali.
—Creo
que es una especie de gato.
—¿De
qué tipo? —quiso saber Lali con una terrible fascinación en la voz.
—De
ninguno bueno. A pesar de que dijiste que querías uno.
—No
es verdad.
—La
última vez que te acompañé a casa dijiste que ibas a buscarte un gato.
—Era
una broma —dijo Lali sin alejar la mirada del animal—. Es lo que dicen todas
las mujeres con más de treinta años cuando han tenido malas experiencias con
los hombres. «Voy a dejar a los idiotas y me voy a buscar un gato». Es un
cliché.
—Mira,
si vas a hablar en clave deberías avisarme —dijo Peter sin dejar de mirar el
animal.
El
gato no parecía moverse, así que Peter miró el resto del departamento. Tenía
unos ángulos desquiciados, salpicados por buhardillas y estaba lleno de muebles
viejos, aunque ninguno era una antigüedad. Frunció el entrecejo y pensó: «Este
no es su estilo».
—¿Por
qué tiene un ojo cerrado? —preguntó Lali inclinando la cabeza desconcertada.
—Creo
que lo perdió.
—Has
tenido una vida dura, ¿no, gato? Tengo pollo de sobra. Intenté cocinar, pero me
quedó horrible. Puede que el gato esté lo suficientemente desesperado como para
comérselo.
—Si
le das de comer se quedará para siempre. ¡Gato, la puerta está abierta, chau!
El
gato se acurrucó y lo miró con altanería.
—Parece
el de Alicia, como si pudiera desaparecer poco a poco.
—Ya
ha empezado con el ojo. Seguramente tiene todas las enfermedades que hay en el
Libro Gatuno de los Muertos.
—Le
voy a dar de comer —dijo Lali antes de ir a la cocina.
—Queda
muy bien en el sillón —dijo Peter pasando la bolsa de Emilio de la máquina de
coser a una maltratada mesa redonda que había detrás del sillón. El gato estaba
pendiente de todos sus movimientos aunque fingía que no le preocupaban.
Lali
volvió con varios trozos de pollo en una servilleta de papel. Los dejó a su
lado y retrocedió. El gato los olisqueó y después la miró.
—Ya
sé. Está malísimo. No es necesario que te lo comas —se excusó Lali.
El
gato levantó la nariz y mordisqueó el trozo que tenía más cerca.
—Es
un gato valiente —le dijo a Peter y se dirigió hacia la repisa de la chimenea
para agarrar su cartera—. Deja que te pague a ti o a Emilio o al que sea.
—No
—dijo Peter sin dejar de mirar a su alrededor. Los muebles parecían cómodos,
pero ninguno era suficientemente interesante o atractivo, no combinaba con su
estilo. Parecía el departamento de otra persona—. ¿Este lugar es alquilado?
—No
—contestó buscando en la cartera—. ¿Cuánto te debo?
—Nada
—en la repisa de la chimenea había varias bolas de nieve, alineadas a ambos
lados de un reloj antiguo, hecho con libros viejos. Peter se acercó para
verlas—. No elegiste tú los muebles, ¿no?
—Eran
de mi abuela. Mira, no quiero que me pagues la comida. Me has hecho un gran
favor trayéndola así que...
—¿Coleccionas
estas cosas? —preguntó cogiendo una de Rocky y Bullwinkle.
—Peter.
—Hay
comida para un ejército. Si quieres que te haga compañía, me quedaré y me
comeré la mitad. Si no, me iré y me la llevaré, aunque no me gustaría dejarte
sola con ese animal —Peter dejó la bola de Rocky y cogió otra de Chip y Dale—.
¿De dónde las sacas?
—De
los amigos, la familia, mercados. Puedes quedarte —dijo mirando el gato que,
una vez devorado el pollo, parecía estar estudiando la posibilidad de darse una
siesta—. Tú no sé si podrás —declaró, y el animal la miró seriamente con el ojo
derecho cerrado—. ¿No era el otro ojo el que tenía cerrado antes? ¿El
izquierdo?
—No
me acuerdo, pero tampoco me extrañaría. Es un gato muy sospechoso. ¿Sabes?
Estos muebles no combinan contigo. Ese reloj no encaja y no me pareces una
persona a la que le gusten las bolas de nieve.
—Puede
ser… pero los muebles son buenos y no me pareció inteligente comprar otros
nuevos. Además, me recuerdan a mi abuela y lo de las bolas empezó accidentalmente
—confesó mirando a su alrededor antes de voltear a mirarlo—. Al menos deja que
pague la mitad de la cena.
—No
—dijo Peter cogiendo una gran bola en la que estaban la Dama y el Vagabundo
sentados en un restaurante italiano muy bien reproducido—. ¿Qué tipo de
accidente?
Me encanto el capítulo!!!!!! son lo más lindo y lo más histerico hay en este mundo estos dos! jajaaj
ResponderEliminarGracias por recomendar la nove :)
Espero el proximo!
Besos
Gracias!!!
ResponderEliminarMe encanto el capítulo
, amo las conversaciones de estos dos, son muy geniales. Es como que sufren de déficit de atención pero iplo hacen interesante jajaaja
Que onda con el gato? Jaja
Genial!
Espero más más más maratón
Besos, te quiero, Vami
JAJAJAJJAJAJA LO QUE TENTE en algunas partea ajajjaja
ResponderEliminarme encanta
++++++
@x_ferreyra7
Maaaaaaaaaaaaaaaaaas...
ResponderEliminarAngy.. =D
Se hace el boludo y se queda a comer! Más me encanta!
ResponderEliminarMaas nove
ResponderEliminarMassss
ResponderEliminarEspero el siguienteeeeeee
ResponderEliminarAlta dupla son!
ResponderEliminarOtroooooooooo :)
ResponderEliminarMaas!
ResponderEliminarJajjajajajaa,Peter no acepta k le pague ,y ella sigue empeñada en pagarle.
ResponderEliminarNo se ha ido ,así k a comer ,y veremos k sale d este día.
El gato no se va más.
Otro
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