Capítulo 42

Hola, hola!!! Qué tal estuvo su domingo??? Recuperaron fuerzas para la semana o las gastaron todas el fin?! Jajajaja Espero hayan pasado un buen fin de semana y sobre todo que empiecen bien la semana!!! Besos y gracias miles por tantos comentarios y palabras lindas!!! Se les quiere, sépanlo!!! Nos leemos mañana y ya se viene el final…

P.D.: Les cuento que agregué unas cuantas noves/blogs a la lista de #FF si pueden dense una vuelta que están buenas!!!

Twitter: @Caparatodos

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–Me gustaría mucho.

Capítulo 42:

–Toma, otro trozo de bizcocho. ¿Te sirvo más té?

Lali levantó la cabeza.

–Le seré sincera también. La idea de no ver más a Peter me duele terriblemente. Pero todavía no sé cómo estar con él. No sé de qué otro modo expresarlo, aunque supongo que no tiene mucho sentido lo que digo...

–Para mí sí tiene sentido. Pero si Peter te ama, te ama de verdad, no creo que tome en cuenta la racionalidad.

–No creo que yo aporte racionalidad –dijo Lali con una sonrisa pícara.

Claudia se rió, y puso más leña en la chimenea.

–Me encanta esta habitación. Seguro que pasaré mucho tiempo aquí durante el invierno.

El tema de Peter no se volvió a tocar. Y Lali se alegró, por una vez, de hablar del tiempo.

–Por favor, hazme saber si puedo ayudarte en algo, y ponme entre las primeras en tu lista para avisarme que ha nacido el bebé –dijo Claudia al despedirse.

–Por supuesto. Y gracias Claudia, no sabes cómo me molestó haberte engañado en el concierto...

–De nada –dijo Claudia.

E inmediatamente vio cómo Lali se alejaba en el auto. Luego entró en la casa, y buscó el teléfono de una amiga que siempre estaba al tanto de las novedades artísticas.

Pasó otra semana. Lali estaba más pesada y lenta, y había dejado a David que se encargara de la oficina. Había lavado la ropa de bebé que tenía, y arreglado la habitación del niño con ilusión.

No había sabido nada de Peter, y tampoco se había puesto en contacto con él, pero estaba presente en todos sus pensamientos. Y no había podido evitar hacerse una imagen de él con toda la información aportada por Claudia.

«Tendré el bebé primero, y luego pensaré qué haré con Peter», pensó.

Cande la había invitado a almorzar la semana siguiente.

–No gastes en juguetes caros. No vale la pena –dijo Cande, mientras escurría la pasta–. ¿Has visto el periódico? No iba a hablarte de esto hasta después que comiéramos... Pero... Mira la sección de espectáculos.

Lali abrió el periódico en la página de cines y conciertos. Había una foto en blanco y negro que ocupaba el centro de la página. Lali abrió la boca incrédula:

Era Guillermo.

Guillermo Dumas iba a hacer una exposición de sus trabajos el sábado en un hotel de la ciudad. ‘El escultor, según ponía, iba a estar presente desde la una hasta las cinco de la tarde.

–Bueno, supongo que es buena época para una exposición –dijo ella.

–¿No vas a decir nada más? ¿Quieres que te acompañe?

–¡No voy a ir!

–¡Por supuesto que irás! ¡Me dijiste que Peter te dijo que tenías que verlo!

–Gracias por avisarme, pero ese día intentaré estar lo más alejada posible del hotel.

–¡Lali, hay veces que me asombras! Juan Pedro Lanzani es un hombre atractivo, sexy, y, cosa rara, un hombre bueno. Y con dinero, para seguir sumando. ¿Qué más quieres? Pero vas a seguir con la historia de ese escultor el resto de tu vida, y vas a terminar siendo una vieja amargada, porque en el fondo estoy segura de que te das cuenta perfectamente de lo que pasa –Cande hizo un gesto en el aire con los utensilios de la ensalada–. Te pasaré a buscar a la una y media el sábado. Y no me discutas.

–¿Y qué pasa si cuando veo a Guillermo me doy cuenta de que todavía lo amo?

–¡Es increíble! Pareces tan madura, y dices unas cosas...

–¡Cande, no quiero verlo!

–¡Seguro que no! Aparte de otras cosas, la última vez que lo viste, te pegó. Pero estoy de acuerdo con Peter, tienes que ir a verlo.

Lali estaba por soltar una palabrota, cuando vio que Natalia había dejado de jugar, y se había quedado mirándola.

–¡Deberías haberte dedicado a la psicología y no a la maternidad! –protestó Lali protestó, sin poder decir más.

–No sé si no se trata de lo mismo –dijo Cande–. Ponte ese vestido verde, te queda muy bien.

–¿Y qué le digo cuando me pregunte por mi esposo?

–Dile que te dejó curada del matrimonio de por vida. Es la verdad, ¿no? Toma, queso parmesano.

Lali le puso queso a la pasta y se sirvió ensalada.

–Este mes parece que hubieran sido nueve meses –dijo Lali.

–¡Sé lo que se siente! –y para alivio de Lali, no nombró a Peter ni a Guillermo.

–A la una y media el sábado, no te olvides, Lali. –le recordó Cande cuando Lali fue a tomar el taxi para regresar a su casa.

Lali no contestó. Al fin y al cabo, ¿por qué le iba a hacer caso a Peter?

¿Cómo estaría Peter? ¿Dónde estaría? ¿Pensaría en ella?

Continuará…