Capítulo 6

Hola, hola! Cómo les va??? Espero que bien y GRACIAS por el enganche y aguante que tienen con la nove!!! Son lo más, más! ;) Espero les guste el capítulo! Besos y que lo disfruten! Nos leemos mañana!!!!

Beth: Por dónde andas que no te leo?? Cómo seguiste de tu accidente… va bien la recuperación y el enfermero?! Jajaajaj besos y cuidate!

Twitter: @Caparatodos

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Seguramente, Claudia no había podido inculcarle disciplina, rendida ante el encanto de su hijo. La había convencido de que lo dejara comprar una moto a los dieciséis años. Cuatro años después, había convencido a la propia Lali para dar un paseo en ella. Lali suspiró y cerró la revista mientras que sus pensamientos retrocedían en el tiempo.

Capítulo 6:

Una Lali de diecisiete años apuró el paso tratando de recuperar el tiempo que había perdido al quedarse dormida. Un esfuerzo inútil. Una brisa fuerte sopló entre los árboles que rodeaban el camino que llevaba al colegio y Lali intentó sujetar sus libros demasiado tarde. Sus tareas salieron volando en la misma dirección por la que había venido.

—¡No lo puedo creer!

Comenzó a correr para poder alcanzar su tarea atrapando las hojas sueltas en el aire. Lali no tenía unas piernas muy largas, pero eran ágiles y rápidas. Pronto alcanzó los papeles y los atrapó. Pero la sonrisa de triunfo se le borró de los labios al mirar a su presa. Las tareas estaban arrugadas y sucias.

El ruido de una moto llenó el silencio entre los árboles. Lali se volteó a tiempo para ver que Peter Lanzani se acercaba. Aunque hubiera tenido puesto un casco, habría sabido quién era porque nadie en Arcadia tenía una moto como la de él. Cuando se paró a su lado, Lali lo miró sorprendida. No podía imaginarse qué motivo impulsaba a un chico de mundo que había viajado y que era mayor que ella a pararse junto a una chica de colegio.

—Tú eres Lali Espósito, ¿no? Soy Peter Lanzani.

Era una presentación innecesaria. Lali ya se había encargado de averiguar todo sobre él en el mismo momento en que había aparecido en la ciudad. Además, la mayoría de las chicas estaban fascinadas con él, aunque no era elegante admitirlo. Peter era un sinvergüenza que no obedecía las reglas de un pueblo conservador por lo que estaba descartado de la lista de los jóvenes «de la buena sociedad». Por supuesto, no era una compañía recomendable para la hija del alcalde. Sin embargo, Lali se moría de curiosidad.

Se quedaron mirando un largo rato. Peter llevaba una casaca de cuerpo para protegerse de la brisa fresca de octubre, tenía un aspecto peligroso y emocionante. A Lali se le aceleró el pulso mientras la comisura de los labios de Peter se curvó en una sonrisa.

—¿Te provoca dar una vuelta?

La respuesta lógica habría sido responderle que se dirigía a clases y negarse con educación.

La realidad era otra, llegaba tarde y en su mano aún estaban las hojas arrugadas y sucias con sus tareas. Comenzó a temblar. Podría haber sido miedo, pero a ella le pareció que era una emoción desatada.

—Claro —se escuchó decir a sí misma.

Le pasó sus libros y él los puso en un compartimento lateral. Lali se sentó detrás y se abrazó a su cintura. El calor de su cuerpo traspasaba la casaca. Nunca había sido tan consciente del cuerpo de un hombre. Se vio asaltada por la urgencia de acariciarle los duros músculos del vientre. Pero no pudo pensar mucho, Peter arrancó la moto y pronto cortaron el viento en la dirección opuesta al colegio. La velocidad estimuló a Lali en vez de asustarla. Peter tenía una reputación de temerario, pero manejaba como un experto. En ningún momento se le ocurrió que podía cometer una imprudencia, tenía la impresión de que jamás permitiría que le pasara algo malo. De pronto, confió plenamente en él.

Peter salió de la carretera y agarró un camino polvoriento. Ella se aferró a él con fuerza pero sin miedo. Aquel día era especial, como el trozo de chocolate que alguien a dieta comía cuando nadie lo veía. Lali no tenía la intención de arruinarlo todo con remordimiento o miedo. El camino se volvió más angosto hasta convertirse en un sendero. Peter se adaptó reduciendo la velocidad. Lali se vio sorprendida por una masa de arbustos que marcaban el fin del sendero pero él frenó con facilidad como si conociera de sobra el camino.

Se bajaron y Peter la miró con una intensidad que la hizo emocionarse. Le pareció que todos sus sentidos se agudizaban y oyó el burbujeo del agua que corría cercana. Se introdujo entre los arbustos. Sorprendida, se encontró con algo que consideró uno de los tesoros ocultos de la naturaleza. Se trataba de un remanso por el que fluía una corriente azulverdosa que acariciaba la hierba de la orilla bajo los trocos mohosos.

—¡Es hermoso!

Dejó que sus ojos fueran de la belleza del escenario a la belleza del hombre que se encontraba a su lado. La sonrisa de Peter le hizo entender la importancia de que la hubiera llevado allí. Era su lugar secreto, pero había querido compartirlo con ella.

Lali se alisó la falda y se sentó con las piernas recogidas sobre la pasto mientras absorbía toda la belleza del paraje. Una paloma blanca pasó cerca de ellos provocando su sonrisa. Lali se sentía feliz. Peter se sentó junto a ella. Lali oía su respiración pero él se mantuvo a una distancia respetuosa. Maldijo aquella distancia, ella quería tocarlo.

—Cuéntame, ¿qué haces por ahí en vez de estar en clase? —preguntó él recostándose, mientras la miraba.

—¿Y cómo es que tú no estás en el barco? —replicó ella con un revoloteo de pestañas.

Sabía que estaba coqueteando, pero no podía evitarlo. Peter tenía el pelo revuelto y ella sentía la necesidad de peinarlo.

Cuando comenzó a reír, las carcajadas surgieron de él como un súbito estallido de alegría. De cerca, incluso era más atractivo que de lejos. Había oído que era una oveja negra y un sinvergüenza. Pero al contemplar el tono de su piel, el pelo castaño, la risa que brotaba de sus ojos; no tuvo más remedio que olvidarse de todo aquello. Por alguna razón que no lograba explicar, confiaba en él.

Continuará…