Capítulo 10

Hola!!!! ¿Cómo pasaron el día? Espero que todo bien y remándola para que sea de la mejor manera! Por otro lado, vi lo que pasó en Rosario y solo espero que estén todas bien! Mil gracias por leer y estar ahí! Besos y nos leemos mañana!!!

Inma, por última vez en el año, ¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLE!!!!! :D

Dense una vuelta por http://crazyaddygrr.blogspot.com/ promete!!! ;)

Twitter: @Caparatodos

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–Ya hablamos –dijo la asistente social desde la puerta mirando a Lali–. Volveré.

Capítulo 10:

Aquella mañana Peter tenía un terno gris que le quedaba increíble. Se acercó a la silla en la que Lali estaba sentada con la luz a la espalda. Se dio cuenta de que tenía el pelo todavía húmedo, como si acabara de ducharse.

Cuando inclinó la cabeza hacia abajo para mirarla se dio cuenta de que tenía barba incipiente. Una reluciente camisa blanca con el botón superior desabrochado contrastaba con su cara. Lali se alegró mucho de no estar en la cama. El día anterior se había sentido en desventaja al estar en camisón. Se sintió expuesta y vulnerable. Incluso estando sentada, la altura de Peter resultaba intimidante. Pero al menos eso podía arreglarlo. Se levantó de donde estaba.

–La niña está en la guardería.

–Si sé. Ya fui a verla.

Lali sintió rabia. A ella no le habían preguntado.

–¿Te dejaron pasar?

Tendría que decirles a las enfermeras que no le permitieran entrar en el futuro. No dejaría que intentara llevarse a la bebé. Era un hombre acostumbrado a salirse con la suya, pero esta vez no lo lograría.

–Estaban Candela y Agustín conmigo, entré con ellos.

       

–¿Candela está aquí? –¿habría recapacitado su hermana después de haber hablado con Lucía?

Peter estaba sacudiendo la cabeza.

       

–Ya se fueron. Agustín tiene muchos detalles que ultimar antes de que lo deje libre para que vuele por el mundo.

Lo único en lo que Lali podía pensar era en que Candela no se había molestado siquiera en pasar a saludarla. Sintió una punzada de dolor, pero trató de ignorarla. Sin duda Candela la había estado evitando porque en el fondo debía sentirse algo culpable por la decisión que Agustín y ella habían tomado. Lali decidió que no iba a dejarse llevar por el torbellino que le había provocado la decisión de Candela. Ya estaba hecho. Ahora tenía que pensar en la beba.

Pero la respuesta de Peter le hizo caer en la cuenta de que ni siquiera le había preguntado a su hermana cuándo tenían pensado partir a África.

–¿Sabes cuándo se van?

–Creo que se van pasado mañana.

–¿Tan pronto?

Lali estaba todavía absorbiendo aquella noticia cuando él le preguntó:

–¿Qué es lo que te tienes que pensar?

–¿Perdón?

–Le dijiste a la asistente social que lo ibas a pensar –Peter se había acercado a la cama–. ¿En qué?

Lali frunció el ceño al darse cuenta de que había escuchado la última parte de su conversación con Jo. No pensaba decirle que Lucía creía que necesitaba ayuda.

–Nada importante –aseguró–. No era nada sobre la bebé.

–¿Le dijiste que voy a adoptarla?

–No vas a hacerlo –Lali sintió un nudo en el estómago–. Le dije que no eras indicado para eso.

Peter la miró con rabia.

–¿Porque soy soltero?

Lali no apartó la mirada.

–Entre otras cosas.

–Pero cuando me case eso va a cambiar–añadió acercándose un paso más–. Y lo sabes.

Lali parpadeó. Y sin darse cuenta aspiró su aroma a hombre. Al tenerlo tan cerca podía ver la inmaculada blancura de la bien planchada camisa.

–Tendrías que haberla visto –Peter adquirió un tono ronco e íntimo–. Es preciosa.

Lali reculó.

–No me importa como sea tu futura mujer.

Peter pareció sorprendido y luego sonrió.

–No, no me refiero a mi futura esposa. Hablaba de la beba –se rio entre dientes–. Estaba despierta, movía las manos y se las miraba. Es preciosa e inteligente. La viste esta mañana.

Era una afirmación, no una pregunta. Lali se revolvió, reacia a admitir que apenas había mirado de reojo a la beba mientras el pediatra la revisaba. Cambió de tema.

–Entonces, ¿vas a seguir con esto? ¿De verdad vas a casarte?

Él asintió.

–Quiero hacerme cargo de la bebé.

Aquel hombre era muy terco. ¿No aceptaba nunca un no por respuesta? Había llegado el momento de que aprendiera que no siempre podía salirse con la suya. A veces había que anteponer las necesidades de los demás a las propias. Y esta vez lo importante era la niña, no él.

       

–Bueno, entonces debes saber que te estás sacrificando en vano. No voy a cambiar de opinión. Y la decisión sigue dependiendo de mí. Como madre legal, yo escojo los padres –dijo Lali mientras dejaba escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo desde la primera bocanada de aroma masculino

Peter se quedó muy quieto.

–Me escogerás a mí… y a mi mujer.

¿Era una amenaza?

Lali observó su cuerpo inmóvil, la cara adornada con lunares y fuertes rasgos. Peter tenía que saber que no iba a dejarse amedrentar.

–Lo dudo. Esta mañana le di a Lucía una lista con las características que busco en los posibles padres. Nada de lo que tú ofreces cumple esos criterios. Va a pasarme algunos posibles perfiles y escogeré un par de ellos.

La tensión del aire se electrificó.

–¿Cuándo?

–¿No deberías estar en el trabajo haciendo lo que se supone que haces? –Lali estaba siendo deliberadamente provocadora.

–¿Cuándo? –repitió él con el rostro retraído.

Lali se dio cuenta de que no iba a ceder.

–En cuanto vuelva a casa. Seguramente mañana.

–¿Y luego qué pasará?

–Cuando escoja una pareja y firme el consentimiento podrá iniciarse el proceso de adopción. Hacen falta doce días, y ayer cuenta como el primero.

 Lali podía ver desde donde estaba la intensidad de su mirada. Ya no sonreía. La observaba con la cabeza ligeramente ladeada y la mente funcionando a toda máquina. Estaba segura de ello.

–Entonces, ¿puedes cambiar de opinión en cualquier momento antes del décimo segundo día?

Lali parpadeó.

–En teoría sí, pero eso no va a pasar. No sería justo para la pareja una vez que les haya dicho que son los elegidos.

Los ojos de Peter brillaban con decisión.

–La niña será mía. Haré todo lo que esté en mis manos para asegurarme de que así sea.

A pesar de que el sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, Lali sintió un escalofrío.

Continuará…