Capítulo 9

Hola, hola!!!! ¿Cómo arrancaron la semana? ¿Qué tal el lunes por esos lares? Espero que todo bien!!! Están viendo los Martín Fierro, escucharon a Lali ya?! Cuenten cuenten ajajaja un beso a todas y nos leemos mañana!!!

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLE INMA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Sabes lo que te quiero ;) Pásalo lindo, Cuchu!

Loca Sonrisa: Déjame tu blog así les digo a las chicas!

Y les cuento que http://casijuegosca.blogspot.com/2013/08/capitulo-1-bandera-roja.html acaba de empezar con una nueva nove ;)

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–Y no tenemos más familia –concluyó Lali.

–¿Y qué hay de la familia del padre biológico?

Capítulo 9:

La imagen de Peter la noche anterior sobre la cuna como un ángel vengador brotó en la mente de Lali. Sus ojos cargados de valentía. Su expresión claramente amenazadora cuando ella se resistió a hacer lo que él quería. Alejó de su cabeza aquella imagen.

       

–No hay nadie, que yo sepa. Sus padres murieron –sintió una punzada de culpa y se corrigió–. Tiene un hermano mayor, Peter, pero no es el más indicado.

Lucía inclinó la cabeza hacia un lado.

       

–¿En qué sentido no es el indicado?

       

–Está soltero, para comenzar. Las leyes de adopción no permiten que los hombres solteros adopten.

–Excepto en situaciones especiales –Lu inclinó la cabeza y anotó algo en la carpeta que tenía sobre su regazo–. El tribunal puede considerar que su relación con la niña es suficiente.

–Lo dudo –Lali no quería que Lucía se detuviera siquiera a considerar a Peter como candidato. Ni tampoco quería que supiera que tenía intención de casarse para hacerse cargo de la bebé.

Pero Lucía no estaba dispuesta a dejarlo pasar.

–Deberíamos considerar la posibilidad de entrevistarlo.

Lucía descubriría entonces que Peter estaba decidido a adoptar a la bebé. A Lali empezó a latirle el corazón con fuerza. No. Aquello no era lo que quería para la niña. Ni aunque Peter se casara. La dejaría con un séquito de niñeras mientras él continuaba con su desenfrenado estilo de vida. Crecer con Peter sería peor que con la negligencia que habían vivido Candela y ella.

–Es un playboy. Tiene una mujer distinta cada semana –la afirmación era probablemente algo dura.

Hasta donde Lali sabía, estaba saliendo con una modelo llamada Natalia hacía varias semanas y antes de eso llevaba un buen tiempo solo, según Candela–. Y es adicto al trabajo –añadió antes de jugar su mejor carta–. No le dará un hogar estable, que es lo yo quiero para ella. No quiero que se vaya con él.

–Al ser la madre legal, lo que tu digas va a ser respetado –Lucía se dio un golpecito en la rodilla con el lapicero–. Sigues queriendo que sea una adopción abierta, ¿no?

Una adopción abierta implicaba mantener el contacto con los padres adoptivos, ver crecer a la niña y formar parte de su vida sin ser su mamá.

Lali tragó saliva. Aquella era la parte difícil.

–¿Lali? –Lucía frunció el ceño con preocupación al ver que no respondía–. La experiencia demuestra que las adopciones abiertas son más beneficiosas porque…

       

–Porque le dan al niño una sensación de pertenencia y ayudan a evitar crisis de identidad en la adolescencia y en periodos posteriores –terminó Lali por ella. Conocía los beneficios. Había tenido mucho tiempo para sopesar todas las opciones–. Había planeado una adopción abierta con Candela y Agustín. La niña sabría siempre que yo la había llevado en la panza aunque Candela fuera su verdadera mamá.

–Entonces, ¿seguirá siendo una adopción abierta?

Lali asintió lentamente.

–Es lo mejor para la bebé –pero a ella la mataría.

Para Lali fue un alivio que Lucía no le preguntara si había pensado la posibilidad de hacerse cargo de la beba. Ya les había afirmado con certeza a Candela y a Peter que no lo haría. Una tercera negativa sería más de lo que podía soportar en aquel momento.

Lucía tenía la cabeza inclinada y repasaba la lista de condiciones que Lali le había dado. Cuando terminó levantó la mirada.

–Tengo varias parejas que podrían encajar con tus exigencias. Te traeré sus perfiles para que los analices.

–Gracias –Lali se sentía inundada de gratitud–. No sabes cuánto me ayuda saber que estás aquí para apoyarme.

–Es mi trabajo –pero el calor de los ojos de Lucía contradecía sus palabras–. ¿Cuándo te dan el alta?

–Seguramente mañana.

–¿Y la bebé?

–Irá con una madre de acogida –Lali estaba decidida a impedir a toda costa que se formara algún lazo maternal.

–Sé que no quieres escuchar esto, pero deberías reconsiderar la decisión de no recibir apoyo cuando haya firmado el consentimiento final para entregar al bebé –Lucía guardó la lista en la carpeta sin mirarla y se puso de pie–. Sé que dijiste que no necesitarías ayuda porque nunca tuviste intención de que fuera tu hija, que era tu regalo para Candela y Agustín. Pero ya que las circunstancias cambiaron, creo que sería un error. Vas a experimentar un montón de emociones con las que no contabas.

Tenía que esperar doce días para firmar el consentimiento. No quería ni pensar en el inminente remolino emocional. Esbozó una sonrisa débil.

–Lo voy a pensar –accedió–. Pero creo que no será necesario. Soy más fuerte de lo que parezco.

Antes de que Lucía pudiera responder se escucharon unos pasos al otro lado de la puerta. Un instante después, Peter apareció. A Lali se le encogió el corazón.

–Este es Peter, el hermano de Agustín –hizo las presentaciones de mala gana y confió en que Lucía se fuera rápidamente. Para su disgusto, Lucía y Peter se tomaron su tiempo para estudiarse el uno al otro. Luego se estrecharon la mano e intercambiaron tarjetas personales, y finalmente Lucía se fue. Lali soltó el aire que estaba reteniendo. Ninguno de los dos había mencionado la adopción de la niña. Había logrado evitar el desastre. Por el momento.

–Ya hablamos –dijo la asistente social desde la puerta mirando a Lali–. Volveré.

Continuará…