Capítulo 30

Hola, hola!!!!¿Cómo están chicas? ¿Qué tal pasaron el domingo? Espero que bien y listas para empezar la semana... ¡Qué flojera! jajajaja Gracias por sus comentarios TAN TAN geniales!!!! Me encanta leerlas :D Gracias!!!!!!!! Hasta mañana y empiecen bien la semana, eh! Besos

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

–Lali, escúchame. Soy el papá de Paz.

Capítulo 30:

–¿Qué? –Lali abrió los ojos de par en par. Finalmente sintió la ira–. ¿Qué clase de truco es este? –Peter había intentado la seducción y la exigencia sin éxito. Por eso la noche anterior se la había llevado a la cama y le había pedido que se casara con él cuando todavía estaba somnolienta. Y ahora esto. Se dirigió hacia la puerta del dormitorio–. No te creo.

Peter la agarró del brazo.

–¡Espera!

–¡No me toques! –respondió ella furiosa soltándose de su agarre.

Peter levantó las manos en señal de rendición.

–Esto no es ningún truco. Soy el padre biológico de Paz… yo doné el esperma.

Lali le estudió el rostro desesperadamente en busca de algo que demostrara que mentía. Pero solo vio una seguridad pausada e inamovible.

Dejó caer los hombros. Era el padre de Paz, no su tío. Aquel asombroso descubrimiento lo cambiaba todo. Y explicaba muchas cosas.

Como la razón por la que se había acostado con ella la noche anterior. Y por qué le había pedido que se casara con él. Y por qué no había cedido en su empeño por adoptar a Paz. Lali sintió que se le revolvía el estómago. Peter no iba a renunciar nunca. La seducción de la noche anterior era la prueba de lo lejos que estaba dispuesto a llegar para conseguir su objetivo, hacerse cargo de Paz. Como su padre biológico, podía hacerlo. La prohibición de que un hombre soltero adoptara una niña no podía aplicarse al padre. Era el padre biológico de la bebé. El tribunal miraría con buenos ojos su petición de adopción.

–Vas a ir a los tribunales para conseguir la tenencia de Paz, ¿no es así? –jadeó ella.

–Esto no es…

–No vas a darte por vencido, ¿no? ¿Por qué no me contaste esto antes?

–Confiaba en poder convencerte sin necesidad de revelarte esto. No quería que mi abuela se enterara –Peter se encogió de hombros–. Pero ahora que está muerta ya no importa. Si Candela y Agustín hubieran adoptado a la niña como estaba planeado nadie tendría que haberse enterado de la verdad.

–¿Ni siquiera yo? –quiso saber Lali–. ¿Ni tampoco Paz, la persona que más derecho tenía a saberlo?

         

–Por supuesto que Paz lo habría sabido algún día. Lali…

Ella le rechazó con una mirada heladora.

–Una vez que Candela y Agustín cambiaron de decisión, ¿por qué no me lo contaste?

–Antes tenía que hablar con mi hermano…

Lali se rio. Fue un sonido desesperado y chillón que atajó el intento de explicación de Peter.

–Claro. ¿Necesitabas su autorización? Tú siempre haces lo que quieres sin pedirle permiso a nadie.

Peter entendía su dolor y su ira. Pero lo único que podía hacer era explicarle lo que había pasado y ser sincero.

–Tenía que hablar con Agustín. Yo doné mi esperma porque él no podía concebir con el suyo. Es estéril.

Lali se quedó, por un instante, blanca y luego hundió su cara entre sus manos.

–Candela me mintió. No puedo creer que me haya hecho esto. Soy su hermana, me ofrecí a llevar dentro al bebé que ella quería… me debía algo de lealtad –guardó silencio un instante antes de continuar–. ¿Por qué tenía que mantenerse en secreto la esterilidad de tu hermano? Desde el principio se supo que Candela no podía tener hijos.

–Al parecer es culpa mía que Agustín lo haya ocultado –Peter se retorció las manos–. Creo que yo provoqué que se sintiera avergonzado de su falta de virilidad.

Lali se lo quedó mirando sin responder. Peter se rio sin ganas.

–Mi hermano no quería que nadie lo supiera porque pensó que yo me molestaría. Y yo pensaba que él no quería que nadie se enterara para que no se sintiera incómodo.

–Estabas tratando de protegerlo.

Peter se encogió de hombros.

–Él no lo ve así.

–Claro que no. Solo ve su parte porque eso es lo que le has permitido hacer toda su vida. Lo has dejado ser un egoísta. Has creado un monstruo.

Peter abrió la boca para objetar contra aquel ataque hacia su hermano, pero ella siguió hablando.

–No te preocupes, yo hice lo mismo –levantó las manos–. He consentido tanto a Candela que nunca tuvo la necesidad de responsabilizarse por algo. Se limita a soltarme los problemas a mí porque sabe que yo me encargaré de todo –Lali se subió el bolso–. Sea lo que sea.

–Y en este caso se trata de Paz.

–Exacto.

Se quedaron unos segundos en silencio sopesando sus palabras. Peter sonrió al sentir que se había establecido una especie de tregua entre ellos.

–¡Qué par que somos!

Lali miró otra vez el reloj.

–Dios mío, la reunión. Tengo que volar.

–Voy a ir contigo. No intentes impedírmelo.

Continuará…