Capítulo 27

Hola a todas de nuevo!!!! ¿Cómo terminaron el día? Ojalá que todo bien, chiquillas!!!!! Gracias por leer y que sepan, me pueden jaajjaja aunque eso lo saben de más :P Besos y ahora sí, mañana nos leemos!

¡Qué termines lindo lindo tu día, Keny! 

Twitter: @Caparatodos

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¿Qué diría Lali cuando se enterara de la mentira en la que habían participado Candela, Agustín y él?

Peter se sintió avergonzado.

Capítulo 27:

–¿Hiciste reservaciones para comer? –Lali, desde el asiento del copiloto, miró a Peter horrorizada.

¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo hablarle de la pareja que quería adoptar a Paz en medio de una sala llena de gente comiendo feliz? ¿Cómo matar sus esperanzas en un lugar público? Le resultaba muy cruel.

Necesitaban un lugar privado.

–¿No tienes hambre?

–Un poco.

Tal vez debería insistir en que la llevara a casa y decirle que fuera a verla al día siguiente a su oficina para hablar. Eso sería lo más adecuado. Pero Lali no quería seguir posponiéndolo. Peter merecía conocer su decisión.

Le dolía el pecho y se sentía mal. Sabía que le rompería el corazón y se le habían empañado los anteojos. ¿Era posible que estuviera llorando?

Lali inclinó la cabeza y buscó un pañuelo de papel en el bolso. Se quitó los lentes y los limpió antes de volvérselos a poner. Ya no estaban empañadas.

Peter la miraba.

–¿No tienes ganas de salir? ¿Prefieres comer algo ligero en mi departamento acompañado de una copa de vino? Tengo una reserva muy buena.

Aquello podía ser una solución, aunque lo del vino no era tan buena idea, porque estaba alimentando a Paz con su leche. Y Lali descubrió que tenía curiosidad por conocer su casa, por saber a qué estilo de vida estaría renunciando cuando se mudara a su nuevo hogar. Sintió una nueva sensación de dolor.

–Eso suena bien. Pero almorcé tarde, así que no tengo mucha hambre. No te preocupes.

–En un rato llegamos –Peter arrancó el auto–. Está muy cerca de aquí.

Lali sacó su celular para escribirle a la niñera un mensaje diciéndole que no la esperara despierta. La conversación podía prolongarse.

         

         

El departamento de Peter se cernía sobre lo alto de la ciudad como el nido de un águila. Desde el ascensor privado, Lali descendió por la escalera de acero. Luego bajó dos escalones e ingresó a la sala con Peter siguiéndole los pasos. Frente a ella, un enorme ventanal enmarcaba la vista de la ciudad como si fuera una obra de arte.

–Es impresionante.

Peter tocó unos botones en la pared y música empezó a sonar.

–No hay televisión –a Lali le sorprendió la ausencia de aparatos electrónicos.

–Sí, pero no puedes verla.

Peter se dirigió a la zona de estar y agarró una especie de control. Señaló hacia la pared que estaba frente a los sillones y apretó un botón. Entonces, se abrió un panel al lado de la ventana. Un segundo clic hizo que desde el piso subiera la pantalla de televisión más grande y angosta que Lali había visto en su vida.

–Muy James Bond –murmuró.

Peter sonrió.

–El sueño de todo soltero –aseguró Lali recorriendo con la mirada el lugar en busca de una distracción. Era un espacio minimalista. Con superficies brillantes y puntiagudas. No era lugar para una bebé–. Ahora entiendo por qué querías ver casas –dijo.

Y sintió una punzada de culpabilidad. Lali sabía que estaba posponiendo el asunto. Había llegado el momento de hablar con Peter sobre el futuro de Paz.

–¿Quieres tomar una copa de vino?¿O te provoca un champagne bien frío?

Lali estaba a punto de pedirle agua mineral pero cambió de parecer. No tendría muchas más oportunidades de tomar champagne en un sitio así. Y la efervescencia de la bebida podría disipar la tristeza que comenzaba a invadirla.

–Champagne, por favor –dijo con sonrisa decidida.

–Siéntate.

Peter se giró hacia la refrigeradora del bar y sacó una botella gigante y helada. Un instante después le quitó el corcho. Sentada en uno de los sillones, Lali escuchó el sonido del champagne cayendo sobre dos copas altas y trató de decirse que todo era para bien.

Peter se acercó hasta donde ella estaba, le ofreció una de las copas y se sentó a su lado.

Lali sintió que se le aceleraba el pulso. Su tiempo con Paz estaba llegando a su fin. Y debajo de ello había una capa más: la inquietud que Peter le provocaba siempre. Había excitación, emoción… y también desconfianza.

Lali le dio un pequeño sorbo al burbujeante líquido y luego dejó la copa sobre la mesa auxiliar. Error. Al no tener la bebida, tuvo que poner toda la atención en Peter. La piel se le puso de gallina y sintió escalofríos.

La música le recorrió los sentidos. Trató de centrarse únicamente en ella. Pero no funcionó. Abrió los ojos y se encontró con la mirada de Peter clavada en ella. El corazón le dio un vuelco. Cuando él le acarició la cara, Lali bajó los ojos y suspiró suavemente.

Continuará…