Capítulo 11

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Ojalá todo bien J Gracias por sus comentarios!!! Son lo más y ya van a ir descubriendo más cosas sobre estos dos ;) Un beso y nos leemos mañana!!!

Twitter: @Caparatodos

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–La niña será mía. Haré todo lo que esté en mis manos para asegurarme de que así sea.

A pesar de que el sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, Lali sintió un escalofrío.

Capítulo 11:

El sol se ponía tras el Puente de la Mujer, transformando el puerto en oro líquido. Peter alejó la mirada del maravilloso paisaje, la dirigió hacia la cama de matrimonio de la suite del hotel y luego hacia la mujer que estaba frente a la cómoda, la mujer a la que pretendía hacer gritar de satisfacción en breve.

Pero en lugar de anticipar los placeres de la seducción, tenía la mente en otro sitio.

Era la noche del segundo día. Solo le quedaban diez. Sabía que tenía que actuar rápido. Tenía que buscar prometida y convencer a Lali de que cambiara de opinión respecto a su capacidad para ser padre. Iba a tener que esforzarse, pero no pensaba darse por vencido. No era un hombre que se paralizara ante los retos, y este era el más importante de su vida.

Respiró con fuerza, le dedicó a Natalia su sonrisa más seductora y le dio una palmadita al colchón.

–Ven, ponte cómoda.

Natalia se quitó los altísimos zapatos y se sentó a su lado en la cama. Los dedos de Peter le buscaron los botones del vestido de seda y ella hizo un puchero.

–¿Qué te piensas sobre los niños?

–¿Los niños?

Natalia abrió mucho los ojos y entreabrió los labios. Peter se dio cuenta de que la había tomado por sorpresa. Igual que él. Pero no solo deseaba a Natalia, también le caía bien. Ella vaciló y dijo:

–Siempre he querido tener hijos.

Eso era bueno. Peter se apoyó en el codo y puso la cabeza en la mano.

 –Me alegra oír eso.

 Natalia lo miró fijamente.

 –Entonces, ¿quieres tener hijos?

 ¿Qué opción tenía? Había una bebé, y no podía abandonarla.

–Ha llegado el momento.

–Tengo obligaciones por contrato –comentó ella.

Peter no necesitaba escuchar eso. Hablar de contratos le hacía acordar demasiado a Lali. Se separó de ella y se puso bocarriba.

–No tienes tiempo para niños –murmuró.

–No, no estoy diciendo eso –Natalia se acercó más y le puso la mano en la suya–. Pero nunca pensé que me pedirías… ¿qué me estás pidiendo, Peter? No has llegado a decirlo.

Esa era otra cosa que le gustaba de Natalia. Era muy directa. Peter se rio. Estaba seguro de que iba a lograr lo que quería. Sintió la descarga de adrenalina que experimentaba siempre que iba a conseguir cerrar un acuerdo como él quería.

–Le estoy ofreciendo un anillo de diamantes a la madre de mi pequeño.

–¿Matrimonio?

Él asintió. Durante un instante pensó contarle lo de la niña… pero antes de que pudiera decir nada, Natalia empezó a dar saltitos en la cama.

–¡Sí, sí, sí!

Peter experimentó una oleada de felicidad. La primera parte del plan había funcionado. Mariana Espósito no tenía ninguna posibilidad… pero, ¿por qué pensaba en ella cuando debería estar centrado en Natalia?

–¿Y qué pasa con tu contrato? –le preguntó mientras abrazaba a su prometida.

–Ya se nos ocurrirá algo… quiero tener un hijo.

Peter se la quedó mirando con los ojos entrecerrados. Tal vez fuera una buena idea esperar, ver cómo reaccionaba al ver a la beba antes de mostrarle la jugada entera. El breve instante de incertidumbre pasó rápidamente. Natalia era guapa, de eso no cabía la menor duda. Y también sexy. Y bajo su perfecto exterior de modelo era muy simpática. Todo lo que cualquier hombre podía desear. Todo lo que él debería desear…

Entonces, ¿por qué no dejaba de pensar en aquellos ojos marrones?

Peter volvió al hospital al día siguiente a última hora acompañado de su supermodelo. Su cara no reflejaba ninguna expresión cuando la pareja entró en la sala de espera en la que Lali acababa de estar con Lucía. Ahora trató de adoptar la misma indiferencia que él. Llevaba todo el día preguntándose cuándo llegaría, y ya estaba allí.

Y no había venido solo.

Sentada en uno de los sillones con el maletín ya listo para irse, Lali no pudo evitar lamentar no haberse secado el pelo después del desayuno en lugar de quedarse mirando por la ventana de la habitación del hospital durante treinta minutos. Ahora, al final del día, el pelo le caía como colas de rata alrededor de la cara, mientras que Natalia estaba fabulosa. A Lali no debería importarle, pero le importaba.

Tal vez ella no fuera una supermodelo, pero sí quería ofrecer un aspecto profesional y serio. El de una mujer que había alcanzado todas las metas profesionales que se había propuesto.

Natalia miraba las fotos en blanco y negro de las madres con sus bebés con interés.

–¿Dónde está la bebé?

Lali hizo un esfuerzo por no poner los ojos en blanco. Por supuesto, la niña era lo primero por lo que Peter preguntaría.

–Le están cambiando el pañal.

–¿El parto fue bueno? –preguntó Natalia.

Lali sintió deseos de abrazar a la otra mujer por haber evitado, sin darse cuenta, que Peter empezara a criticarla. Estaba claro que pensaba que ella misma debía de ocuparse de la bebé.

–Sí, muy bueno –le sonrió tímidamente–. Ya me dieron el alta.

       

–Qué bien. Tu hermana debe estar feliz. ¿Ella la está cambiando?

¿Acaso Natalia no sabía que Candela había cambiado de opinión con respecto a la adopción? Lali deslizó la mirada hacia Peter. Tal vez no estuvieran tan unidos como ella pensaba. Tal vez no fuera Natalia la mujer con la que pretendía casarse.

–Yo…

–Vine con Natalia para que conozca a la beba –la atajó él antes de que Lali pudiera responder–. Vamos a casarnos –levantó la mano de Natalia, en la que brillaba un gigantesco diamante.

–¡No!

Continuará…