Capítulo 17

Hola, chicuelas!!!!! ¿Cómo andan? Ojalá que todo bien por sus lares! Les subo rapidito que vengo de clases pero me voy en un toque de nuevo… Mis martes son horrible! :S Gracias por estar ahí, el aguante y sus comentarios y tws que son GENIALES y le levantan el ánimo a cualquiera!!!! Un beso a todas, hasta mañana! ;)

Twitter: @Caparatodos

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Lali ni siquiera se movió. Había interpretado mal el cuento. No era la Bella Durmiente, así que en lugar de despertarse, la reina de hielo siguió durmiendo.

Capítulo 17:

Ya era martes. Candela y Agustín habían viajado hacia África sin cambiar de opinión con relación a la adopción. Lali había necesitado de toda su fuerza de voluntad para no gritarle a su hermana que estaba cometiendo el mayor error de su vida.

Para su alivio, Paz había sobrevivido cuatro días completos, noche incluida, y Lali se las había ingeniado para no encariñarse demasiado con la recién nacida.

Pero aquella noche Mariela iba a ir a la fiesta de una amiga. La fiesta estaba planeada desde hacía un tiempo, antes de que Lali la contratara, así que no quiso escuchar sus disculpas.

–Anda y diviértete –le dijo.

Paz dormía tranquilamente arriba en su cuna. El radio para escucharla estaba colocado en la mesita auxiliar. Cuando Mariela se fue, Lali decidió disfrutar de la soledad. Estaba armando el enorme árbol  para colocarlo en una esquina de la sala cuando sonó el timbre.

Lali maldijo entre dientes. Dejó el árbol en el suelo y abrió con impaciencia la puerta.

Peter estaba en ahí, del otro lado, vestido con un terno de color oscuro y camisa blanca impecable a pesar de ser ya el final del día.

–¿Puedo pasar?

Pasó por delante de Lali y entró a la sala antes de que pudiera responder.

–Paz está durmiendo –dijo ella siguiéndolo.

La respuesta de Peter no tuvo nada que ver con la niña.

–¿Vas a poner un árbol de Navidad?

¿Por qué tenía que sonar tan sorprendido?

–Sí –Lali sintió una punzada de culpa. No estaba dispuesta a revelar que era la primera vez en los cinco años que tenía viviendo ahí que lo hacía. Y que la principal razón por la que había encargado que le llevaran el árbol era por el comentario que él había hecho sobre la posibilidad de que Paz pasara su primera Navidad sola.

Peter se acercó al árbol que estaba en el suelo.

–Te ayudo así queda todo listo en unos minutos.

–¿No deberías estar trabajando, consiguiendo tu próximo millón? –le dijo ella.

Peter se dirigió hacia el extremo más lejano del árbol y miró su reloj.

–Son las cinco en punto. Ya trabajé lo suficiente por hoy. Ventajas de ser el jefe. Quería ver a Paz.

Lali no quería que aquel sentimiento le llegara al corazón. Así que se quedó mirando el terno que tenía puesto y llegó a la conclusión de que debía ser francés.

–¿Y qué pasa con tu ropa? Te puedes ensuciar. No tiene sentido que te quedes. Paz está durmiendo.

–¿Ya tomaste una decisión sobre los nuevos perfiles que te dio Lucía?

Así que solo había ido para influir sobre ella, para sabotear su decisión. Lali se acercó a la puerta y la abrió.

–Cuando tome una decisión te la haré saber. Ahí podrás decidir si quieres seguir en contacto con la bebé y su nueva familia. Gracias por la visita.

Entonces vio cómo el rostro de Peter se desencajaba y se dio cuenta de que realmente había ido a ver a la pequeña. Peter era el único pariente de sangre de Paz que mostraba interés por ella y merecía estar presente. Aquella iba a ser una adopción abierta por consejo de Lucía, así que más le valía dejar a un lado su antipatía por el hombre y pensar solo en la bebé.

–Puedes volver cuando Paz esté despierta –le dijo desde la puerta.

Pero Peter no dio señales de haberla escuchado. Se había quitado el saco y lo había dejado sobre el sofá.

–Dije que te voy a ayudar con el árbol.

Estaba decidido a quedarse y a ignorar sus deseos. Lali no quería quedarse a solas con Peter hablando de tonterías. Ni quería que pusiera el árbol de Navidad que ella había comprado para Paz.

–No quiero tu ayuda ni la necesito. Y no te olvides el saco al salir –afirmó sin querer mirarlo, consciente de lo definidos que se le veían los hombros sin el saco.

Lali cerró los ojos para no ver la imagen de aquel hombre en medio de su sala con las mangas remangadas. ¿Cómo era posible que se sintiera atraída por un hombre al que detestaba?

Con los ojos cerrados y los hombros inclinados hacia delante, Lali parecía más vulnerable de lo que Peter la había visto nunca. Estaba apoyada contra el marco de la puerta de entrada esperando a que él se fuera. La última vez que la había visto parecía agotada, pero esto era peor.

No quedaba nada de la Lali que le caía mal.

Nada de sastre negro. Tenía puesto un polo blanco sin mangas que se le pegaba a unas curvas que Peter no sabía que tenía y un jean ajustado. El sencillo conjunto resaltaba su fragilidad.

Peter olvidó que estaba allí para saber si había visto los perfiles de los posibles padres. Incluso olvidó su plan para convencerla de que cualquier padre sería malo para Paz. Excepto él.

Animado por el deseo de consolarla, cruzó la habitación en silencio para colocarse a su lado.

Lali no lo escuchó acercarse. Y si lo hizo no dio señales de que así haya sido. Peter vaciló. El pelo castaño y sedoso le caía por los hombros con un estilo más salvaje del habitual en ella. Su aroma la envolvió. Lilas. Dulce y escurridiza.

Despacio, muy despacio, extendió la mano y le rozó los finos mechones del hombro. Ella dio un respingo y luego giró la cabeza. Abrió mucho los ojos detrás  de los enormes lentes. Entreabrió los labios bajo su mirada.

Peter trató de pensar en algo que tuviera sentido para llenar el vibrante silencio.

–¿Qué quieres que haga primero?

–¿Primero?

Al tenerla tan cerca pudo ver cómo se le oscurecían las pupilas. La idea de ofrecerle consuelo había desaparecido de su mente. Un deseo oscuro y perturbador lo invadió. Trató de responder, pero no le salía la voz. Se trataba nada más ni nada menos que de Mariana Espósito. No le caía bien. Y acababa de dar a luz el viernes. No debería sentir deseo. ¿Dónde estaba su sentido común?

Continuará…