Capítulo 5

Holillas!!!! ¿Qué tal están? Llegó el viernes y con el los momentos de disfrute!!! Espero estén bien y empiecen con todo el finde ;) besos y nos leemos más tarde!!!

Twitter: @Caparatodos

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¿Qué problema tenía aquel hombre? ¿No había escuchado ni una palabra de lo que había dicho? Dejó escapar un suspiro tembloroso.

Capítulo 5:

–Vamos a dejar las cosas claras. Muy aparte de lo que diga la ley, esta bebé es de Candela, no mía.

       

¿Dónde estaba su hermana? La había metido en aquel lío y ahora había desaparecido. Estaba allí hacía unos minutos, pero ahora Lali ni siquiera oía voces en la sala de espera de al lado. La soledad que se apoderó de ella en ese momento le resultó completamente inesperada. Por una vez en su vida le vendría bien contar con el apoyo moral de su hermana menor. Pero era mucho pedir.

–Nunca quise tener hijos.

–¿Nunca?

–Así es, nunca –Lali apretó los puños bajo las sábanas. Él sacudió la cabeza y la miró de una forma que enfureció a Lali–. ¿Y qué hay de tu querido hermano? –le dijo–. ¿Qué hay de su responsabilidad? Es el padre biológico de la niña. ¿Por qué no le hablas a él de sus responsabilidades? ¿Por qué me atacas a mí?

Peter alejó la mirada por primera vez.

–Esto no tiene nada que ver con mi hermano.

A ella se le revolvió el estomago con aquel doble discurso

       

–Por supuesto que no. Es un hombre. Pone lo que hay que poner y ahí acaba su responsabilidad. Es la mujer la que queda embarazada y carga con la culpa, ¿no es así?

Peter la miró de una manera extraña.

       

–No quiero seguir hablando de esto. Te libraré de toda culpa y responsabilidad. Yo voy a adoptarla. Será mi responsabilidad –continuó Peter, disfrutando al ver a la fría Lali fastidiada–. Y yo sí me hago cargo de mis responsabilidades.

Lali abrió la boca y volvió a cerrarla, pero no emitió ningún sonido. Peter disfrutó todavía más. Qué satisfactorio le resultaba ver cómo la siempre elocuente Lali se quedaba sin palabras como cualquier otro mortal.

       

–Tú… tú siempre viviste en un ático. Y no estás casado –le soltó finalmente–. Los niños deberían tener un padre y una madre.

Era una lástima que no se hubiera quedado callada más tiempo.

       

–Puedo comprar una casa –Peter estaba dispuesto a ignorar el golpe bajo sobre la esposa.

Se quedó mirando a Lali. Lo cierto era que tenía luz en los ojos, que eran de un marrón con un toque de miel. Y también tenía las mejillas más sonrojadas que antes. Resultaba casi bonita. Para intentar un acercamiento, se sintió inclinado a añadir:

–Y cuidaré de ella.

       

–Un despliegue de niñeras no es lo que tengo en mente para ella.

Estaba claro que Lali no tenía en mente el aceptar la propuesta. Peter contuvo una sonrisa y se dejó llevar por las ganas de provocarla.

–¿Tienes algo en contra de las mujeres maternales y hogareñas?

Lali le dirigió una mirada que podría haber congelado el infierno.

–Yo no describiría a una modelo de playboy como hogareña.

Esta vez Peter se permitió sonreír, pero sin rastro de humor.

–Necesitaré ayuda con la niña, pero te aseguro que el criterio para contratar a las niñeras no estará basado en el físico. Me aseguraré de que las mujeres que contrate sean capaces de darle todo el afecto femenino que necesita.

–Necesitarás una esposa.

Peter soltó una carcajada al escuchar otra vez aquella ridícula sugerencia.

–La niña tendrá mucho más de lo que nunca podría ofrecerle una pareja joven y trabajadora, y no necesito una esposa para dárselo.

       

–Estoy hablando en serio –Lali apretó los labios–. No estoy hablando de las cosas materiales que puedes darle, se merece tener un padre y una madre que la amen sin reservas.

Peter dejó de reírse.

       

–Estás muy equivocada si crees que eso sucede por el simple hecho de tener un papá y una mamá –su propia mamá era la prueba viviente. Para aliviar el conflicto que despertaba siempre en él el recuerdo de su madre, Peter se estiró con indiferencia y movió los hombros. Se dio cuenta de que Lali alejó la mirada–. Tendrá que bastarle conmigo.

Aquello hizo que ella volviera a mirarlo.

–Olvídalo. Eso no va a pasar. No lo voy a permitir.

–No es solo decisión tuya. Los papás también tienen derechos –elevó las comisuras de los labios en una feroz sonrisa–. Voy a ocupar el lugar de mi hermano.

–Como tú ya lo dijiste, yo soy la madre. La madre legal. Soy yo la que toma las decisiones, y debo hacerlo considerando lo mejor para el bebé.

La expresión de su rostro dejaba claro que la solución que él ofrecía no le parecía la mejor.

–¿Cómo puede ser? Estamos en el siglo XXI.

–Exacto. Y un hijo ya no es el esclavo del cabeza de familia.

Los ojos que había estado admirando unos minutos antes brillaron de tal forma que le puso los pelos de punta.

       

–Así que yo tengo la última palabra sobre quién adoptará al bebé –continuó ella–. Y no será un soltero y soberbio millonario.

–Multimillonario –la corrigió él.

–Lo que sea, da lo mismo. La cantidad de dinero que tengas no cambia nada. Va a irse con una pareja, una familia que la quiera. Eso es lo que quería cuando accedí a ser vientre de alquiler para Candela y es lo que sigo queriendo para la bebé. Me voy a asegurar de que la agencia de adopción esté al tanto de esa exigencia. No estás casado y no vas a hacerte cargo de ella. Fin de la historia –lo miró con los ojos brillantes.

Acababa de desafiarlo. Y él tenía intención de responder al desafío.

–Entonces, parece que tendré que casarme.

Peter observó con suprema satisfacción cómo Lali abría la boca.

Se había declarado la guerra.

Continuará…