Capítulo 1

Hola, hola de nuevo!!!! :D Gracias por ser incondicionales!!!!!!!!!!!!! Me alegro que les gustara tanto “Para toda la vida”! Ahora… arrancamos con “Jugando sus Reglas” que espero disfruten ;) Besos y ahora sí, nos leemos mañana!!!!

Twitter: @Caparatodos

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Capítulo 1:

Diciembre 2003

Mendoza, Argentina.

Había sobrevivido.

Apoyada contra la pared de madera del bar, con la barbilla sobre una mano, Mariana Espósito escuchaba a sus amigos, que conversaban a su alrededor, contenta, por primera vez en un mes, de no tener que pensar en nada.

Junto a cinco de sus compañeros de la Facultad de Derecho, se encontraba sentada en una mesa, en el  segundo piso del Columbus, uno de los pocos bares del campus frecuentados por estudiantes de postgrado, que exigían que sus bebidas baratas fueran servidas en vasos de cristal, en lugar de plástico.

Todos los de la mesa estaban en la misma clase que Lali, lo que significaba que habían terminado su último examen, Procedimiento Penal, esa tarde. El ánimo general, emocionado y escandaloso –al menos, escandaloso para los estándares de los estudiantes de Derecho- se veía únicamente interrumpido por los lamentos ocasionales de alguien que se daba cuenta de algún fallo cometido, durante la obligatoria comparación post-examen.

Alguien le dio un codazo, interrumpiendo sus pensamientos.

-¿Hola? ¿Estás ahí?

La pregunta fue hecha por Candela Vetrano, la amiga y compañera de habitación de Lali, que estaba sentada a su derecha.

-Estoy aquí. Es que… me estaba imaginando en la piscina –Lali trató de conservar la imagen unos cuantos segundos más-. Sol con veinticuatro grados. Una de esas bebidas tropicales con una sombrillita en la mano, y leyendo un libro. Uno que no hay que subrayar ni llenar de anotaciones en los márgenes.

-¿Existe ese tipo de libros?

-Creo recordar que sí –Lali intercambió una sonrisa de complicidad con Cande. Como la mayoría de sus compañeros, ambas habían pasado casi cada hora de las cuatro semanas anteriores repasando sus apuntes y libros, haciendo exámenes para practicar, estudiando con un ojo el código civil hasta altas horas de la noche, y reunidas con su grupo de estudios –para prepararse para cuatro exámenes, de tres horas cada uno, que determinarían el futuro de sus carreras legales. Nada que significara una gran presión.

Según decían, las cosas iban volviéndose progresivamente más fáciles, conforme pasaba el tiempo, lo que sería genial –porque decían por ahí que existía una interesante actividad, de la que Lali había oído hablar, llamada sueño, que estaba deseando probar. Y por fin se había presentado el momento. Tenía un par de semanas libres, antes de empezar su trabajo de verano, durante las que no pensaba hacer nada más estresante que levantarse de la cama alrededor del mediodía e ir a la piscina.

-Siento tener que reventar tu burbuja del día perfecto pero estoy casi segura de que en el PEF no permiten el consumo de bebidas alcohólicas –dijo Cande, refiriéndose al pabellón de Educación Física, donde se encontraba la piscina.

Lali hizo un gesto para restarle importancia a tan molestos detalles.

-Llevaré la caipiriña en un termo y le diré a todos que es jugo. Si los de seguridad causan algún problema, los asustaré con mi carnet casi-legal y les recordaré que la constitución prohíbe todo tipo de registros e incautaciones ilegales.

-Wow. ¿Sabes lo nerd acaba de sonar eso?

Por desgracia, lo sabía.

-¿Crees que alguno de nosotros volverá a ser normal algún día?

Candela lo pensó.

-Me han dicho que en algún momento, aproximadamente en el tercer año, se esfuma la necesidad de citar la Constitución en todas y cada una de las conversaciones.

-Eso promete –repuso Lali.

-Pero, teniendo en cuenta que tú eres bastante más nerd que el resto de nosotros, es probable que te tome un poco más de tiempo.

-¿Te acuerdas que anoche te dije que te extrañaría durante el verano? Me retracto.

Candela comenzó a reír y le pasó un brazo por los hombros.

-Nah, sabes que vas a aburrirte mucho sin mí.

Lali se vio asaltada por una repentina oleada de sentimentalismo. Ahora que habían terminado los finales, Cande y casi todos sus amigos de la facultad regresaban a sus casas. Cande pasaría las siguientes semanas en Mar del Plata, haciendo turnos dobles como mesera en un bar de cócteles, dedicada a un trabajo que sonaba glamuroso y divertido, y que la ayudaría a conseguir la matrícula del próximo año. Lali, por su parte, había sido aceptada para realizar unas prácticas en la fiscalía. Y aunque se trataba de un trabajo prestigioso, codiciadísimo entre los estudiantes de Derecho –especialmente, entre los de los primeros años- obtendría el, no tan prestigioso, sueldo de practicante, que apenas cubriría lo que necesitaba para pagar el alquiler y los gastos del verano. Puede que si era lo bastante eficaz tuviera suficiente para costearse los libros del próximo ciclo. O por los menos uno –los susodichos eran carísimos.

Pero, pese al bajo sueldo de practicante, estaba feliz con las prácticas. Por mucho que se quejara de los gastos universitarios, no estaba en la Facultad de Derecho por el dinero.

Se había trazado un plan académico y profesional a seis años –era buena haciendo planes- y las prácticas de verano formaban parte del siguiente paso.

Continuará…