Capítulo 33

Hola, chicas!!!!! ¿Cómo les va? Acá en Perú empezamos el finde largo, así que ¡¡¡feliz día de la canción criolla!!! Y ¡Feliz Halloween! Disfruten del día y la noche ;) Besos y nos leemos más tarde!!!!!

¡¡¡Feliz cumple, Cielo!!! :) ¡Que la pases lindo! Hoy doblete por tu cumple!!!

Twitter: @Caparatodos

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-El tiempo acaba de agotarse.

Finalmente, retrocedió, dio media vuelta y comenzó a caminar.

Capítulo 33:

Una vez a salvo, de regreso en su oficina, Lali cerró la puerta y dejó escapar un suspiro.

Había estado bastante cerca. Como abogada, había ciertas líneas que no podía permitirse cruzar, e involucrarse con el testigo de un juicio era definitivamente una de ellas.

Peter y ella podían permitirse intercambiar unas cuantas bromas, incluso hacer referencia a un beso que se habían dado hacía diez años. Pero, mientras necesitara su testimonio para llevar adelante el caso Bonelli, no podían llegar más allá.

Tratando de tranquilizarse, se pasó las manos por el pelo y, luego, tomó asiento en su escritorio.

Agradeciendo la distracción que representaba el trabajo, escuchó los mensajes de su buzón de voz y después se giró hacia el computadora. Estaba mirando los e-mails pendientes, cuando vio uno que la tomó totalmente por sorpresa.

Un mensaje de Javier.

Carecía de asunto, y vaciló a la hora de abrirlo y de acceder a su contenido. Antes, necesitaba concederse un minuto para procesar tan inesperado acontecimiento. Mirando el calendario que tenía sobre la mesa, calculó que en una semana se cumplirían oficialmente los seis meses sin ninguna clase de contacto con él. De mutuo acuerdo, habían decidido no llamarse ni enviarse mensajes, considerando que, de esa forma, les resultaría más fácil superar la ruptura. Y ahora, ahí estaba él, cambiando las normas.

Aunque generalmente era muy decidida a la hora de tomar decisiones, Lali se encontró a sí misma considerando su siguiente movimiento. Parte de ella se sentía tentada de borrar el mensaje sin leerlo, pero hacerlo parecería un gesto un tanto resentido. Y, aunque el hecho de que Javier se hubiera puesto en contacto con ella había despertado en su interior emociones enfrentadas, se alegró de descubrir que el resentimiento no formaba parte de ellas. Además, podía tratarse de un mensaje con malas noticias. Y, en ese caso, se sentiría fatal si no contestaba.

Y, aparte de todo eso, una pequeña parte de ella sentía curiosidad. ¿La extrañaba? Pese a tener una mente práctica, como le gustaba pensar, le provocaba un embriagador efecto la idea de que, en alguna parte, hubiera un hombre suspirando por ella, potencialmente atormentado por la culpa y por la angustia al ver terminada su relación. Un hombre que se había pasado horas, desnudando el corazón y el alma para plasmar sus sentimientos en ese mensaje, que seguía pendiente en su bandeja de entrada entre un mail de un agente de la policía con el que Lali trabajaba, cuyo encabezamiento decía –asunto: “Necesito una citación cuanto antes”- y un mail de Cande, diciendo –asunto: “¡¡¡DIOS!!! ¿VISTE BREAKING BAD ANOCHE?”.

Así que optó por abrir el mensaje.

Lali leyó el mail completo y luego se recostó en la silla para considerar su significado. Dado que aquella era la primera vez que se comunicaban después casi seis meses, podría haber resultado tentador darle una excesiva importancia al mensaje de Javier.

Por suerte, él había sido lo bastante considerado como para evitarle las molestias de tener que pasar por el rato incomodo.

Después de haber salido tres años juntos, de haber convivido otro más, y de haber permanecido separados seis meses, le había escrito una única palabra.

HOLA.

-¿Hola? ¿Eso es todo?

Lali cogió otro bastoncito de zanahoria y lo sumergió en el plato de hummus que Cande y ella habían pedido.

-Sí. Eso es todo –agitó la zanahoria en el aire-. ¿Qué se supone que debe significar? Hola.

-Significa que es un idiota.

Cande siempre había tenido un gran talento para ir directamente al grano.

-¿Es una forma de tantear el terreno o algo así? –preguntó Lali-. ¿Mandar un hola para ver si le contesto?

-Bueno, para comenzar, es una señal de que está pensando en ti –comentó Cande.

El mozo regresó con sus martinis –Lali había llamado a Cande, entre la entrevista con Peter y el estúpido Hola de Javier, para convocar un encuentro de emergencia, post-horario laboral, en un bar situado a medio camino entre sus respectivas oficinas.

Mordió su bastoncito de zanahoria, considerando el comentario de Candela, y después sacudió la cabeza.

-¿Sabes qué? No voy a volver a pasar por ahí. Ya he malgastado demasiado tiempo analizando cada palabra de mis últimas conversaciones con Javier, en busca de posibles interpretaciones alternativas –en eso había consistido la primera etapa de su plan a seis meses para superar la ruptura. Una etapa que no la había llevado a ninguna parte.

-Brindo por eso –Cande chocó su copa con la de Lali y tomó un sorbo de su martini-. Entonces, ¿vas a contestarle?

Continuará…