Capítulo 16

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Ojalá que todo bien y pasando lo mejor que se puede el día! ;) Les subo rápido que tengo mil cosas antes de ir a clases... jajaja Besos y mañana nos leemos de nuevo!

Twitter: @Caparatodos

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-¿De verdad es necesario mantener esta conversación ahora?

-Sí, creo que sí.

Capítulo 16:

-Ok. ¿Qué es lo que quieres que diga, La? Estuve pensándolo. El matrimonio demanda mucho esfuerzo; los hijos, mucho esfuerzo. Y yo ya me mato lo suficiente trabajando. Gano dinero pero nunca tengo oportunidad de disfrutarlo. No voy a dejar mi trabajo ni a renunciar a mi situación económica, así que este traslado parecía la oportunidad de hacer algo por mí mismo –se inclinó hacia delante, con expresión seria-. No hagas de esto un problema más grave de lo que debería ser. Te amo, ¿no es lo único que realmente importa? Vente a Italia conmigo.

Pero allí sentada, mirándolo fijamente a los ojos, Lali supo que no era tan fácil.

-Javier… sabes que no puedo.

-¿Por qué no?

-Por un motivo muy simple: soy ayudante de la Oficina del Fiscal acá, en Rosario. No creo que tengan vacantes en Roma.

Él se encogió de hombros.

-Yo gano un montón de dinero. No es necesario que trabajes.

La expresión de Lali se agudizó.

-Si tan centrada se supone que estoy en mi carrera, no creo que eso vaya a convencerme, ¿no?

Javier se reclinó en su silla, guardando silencio por unos segundos.

-¿Eso es todo? –gesticuló furioso-. Como ir a Italia no encaja en tu plan a diez años o lo que tengas en mente, ¿vas a elegir a tu trabajo antes que a mí?

En realidad, era un plan a doce años, y dejarlo todo para mudarse a Roma sin trabajo ni perspectivas de tenerlo, definitivamente no encajaba en él. Pero Javier estaba aprovechándose de eso para desviar el tema.

-Puede que el irte a Italia sea tu sueño pero… no es el mío –repuso.

-Esperaba que pudiera ser nuestro sueño.

¿Y ahora? Lali apoyó los brazos sobre la mesa. En algún momento, aquella conversación había comenzado a parecerse a un contrainterrogatorio.

-Has dicho que solicitaste ese traslado. ¿Les dijiste que tenías que consultarlo conmigo antes de aceptarlo?

Javier cruzó su mirada con una expresión de culpabilidad que conocía muy bien. Era la misma que tantas veces había visto en los rostros de los acusados que procesaba.

-No –repuso en voz baja.

Comprobado para sentencia.

Casi seis meses después, Lali estaba sentada en el suelo de su sala, desembalando una caja que contenía la mitad de la vajilla que Javier y ella habían comprado. Javier había insistido en que se quedara con el juego completo pero en un último gesto a lo “puedes meterte la lástima donde te entre” se había llevado solo la parte que le correspondía. Sin embargo, ahora, se preguntaba qué iba a hacer con una vajilla incompleta.

Maldito orgullo.

En ese instante, sonó su celular así que optó por posponer el problema de la vajilla. Rebuscó por el suelo y, finalmente, encontró el teléfono bajo un montón de papel de embalaje. Miró la pantalla y vio que era Cande.

-hola, amiga.

-¿Qué tal tu apartamento nuevo? –preguntó Cande.

Lali sostuvo el celular con el hombro, dejando libre sus manos para poder seguir desembalando mientras hablaba.

-Teniendo en cuenta lo tarde que empecé, un auténtico desastre. Me pasé la tarde dando vueltas, conociendo un poco el vecindario.

Y casi se había congelado, acurrucada en su saco. Por lo visto, alguien se había olvidado de avisarle a la ciudad que estaban en primavera.

-Si mal no recuerdo, alguien se ofreció a venir a ayudarme a desembalar –bromeó.

Cande sonó avergonzada.

-Lo sé. Soy la peor amiga del mundo. Todavía sigo en el trabajo. Tengo una moción de sentencia sumaria la semana que viene y el proyecto que me han asignado este año es una porquería. Estuve toda la tarde rescribiendo la declaración. Pero creo que podré estar ahí en una hora. Míralo por el lado positivo, yo llevo las facturas.

Lali sacó un plato de postre de la caja.

-Ah… ¡Genial! Podemos comérnoslos en mi elegantísimo e incompleto juego de vajilla –miró a su alrededor-. En serio, ¿qué voy a hacer con cinco piezas de cada una?

-Podrías… organizar una cena para mi novio imaginario, tu novio imaginario, y ese desenfrenado tercer amigo suyo, imaginario también, que nunca parece tener nada mejor que hacer.

-No te burles. Cuando Javier y yo cortamos y él se mudó a Roma, yo me convertí en la tercera amiga –dijo Lali. Sus mejores amigos en Rosario eran pareja y, tras la separación, había empezado a sentir que no encajaba con ellos. Uno de los muchos motivos que la habían llevado a desear un nuevo comienzo Buenos Aires-. Por lo menos, aquí no voy de tercera rueda de nadie. Soy monociclo.

Cande no pudo evitar reír.

-Lo del monociclo suena complicado. Especialmente a los treinta.

-No es como si no hubiera salido con nadie antes de conocer a Javier. ¿Qué diferencia puede haber?

-Ay, pero qué ingenua –Cande suspiró con dramatismo-. Aun me acuerdo cuando yo también era así de ilusa y cándida –su tono adquirió una nota de seriedad-. ¿Crees que estás preparada?

Mientras miraba el caos de su departamento, Lali se vio atacada por las palabras de Javier.

Tal vez haya llegado el momento de vivir una nueva aventura.

-Supongo que tendré que estarlo –le dijo a Cande.

Porque había un último punto en su plan a seis meses que estaba decidida a llevar a cabo.

Nada de remordimientos. No había vuelta atrás.

Continuará…