Capítulo 25

Hola, muchachas!!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien por ahí!!!! Mil gracias por sus comentarios!!!! Estoy feliz de que les guste tanto la nove ;) Gracias, gracias por ser tan lindas!!!!! Disfruten el capítulo como distendiendo el ambiente cargada ;) Nos leemos mañana! Un beso :D

Twitter: @Caparatodos

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-Verá, señorita Espósito, puesto que mi cliente está desempleado, su actual oficina se encuentra en su casa. Así que el señor Lanzani la estará esperando a las cuatro y media –sin más, le dictó la dirección de Peter.

Capítulo 25:

El teléfono que se encontraba sobre el escritorio de Peter emitió un doble sonido, señalando una llamada procedente de la portería del edificio.

-La señorita Espósito ha venido a verlo, señor Lanzani –le informó Manuel cuando contestó al teléfono.

-Gracias, Manuel. Hazla subir.

Peter colgó el auricular y guardó el documento en el que había estado trabajando, diciéndose que se encontraba ante un interesante giro de los acontecimientos. Si cualquier otro miembro de la fiscalía hubiese solicitado verlo, le habría explicado dónde podía meterse exactamente su petición. Pese a que habían cumplido con su parte del acuerdo el martes anterior, seguían figurando en la parte superior de su lista negra debido al incidente “terrorista”, y eso implicaba que no estaba dispuesto a hacerles ninguna tipo de favor.

Sin embargo, le costaba negarse a una petición procedente de Mariana Espósito, con sus ojos pardos y su lengua afilada.

Sentía… Curiosidad por descubrir lo que quería.

La historia que les había contado a sus abogados sobre una “investigación” relacionada con cierto incidente ocurrido en la prisión hacía un par de semanas, sonaba un poco absurda.

Él ya había sido puesto en libertad por aquel entonces, así que no estaba seguro de qué clase de información podía facilitarle. Pero, según sus abogados, ella se había mostrado muy vehemente en su deseo de que se reunieran.

Y eso lo intrigaba más aún.

El martes anterior, al llegar a casa desde el juzgado, había hecho dos cosas: en primer lugar, se había obsequiado con una larga carrera, tomándose todo el tiempo del mundo y llegando tan lejos como había querido, sin tener que preocuparse por el monitor del tobillo o porque los policías o algún equipo especial apareciera en la playa. Luego, había efectuado una búsqueda en internet sobre Mariana Espósito.

La había localizado mediante un par de redes sociales y descubierto que había trabajado como ayudante de un juez federal de apelaciones en Rosario, antes de unirse a la fiscalía. También dio con varios comunicados de prensa relacionados con ciertos casos de alto perfil de los que se había ocupado.

Hasta donde él podía decir, tenía una exitosa carrera en Rosario cuando, de pronto, se había mudado a Buenos Aires. Daba la impresión de que había alguna clase de historia tras eso pero, fuera lo que fuera, Google no lo mencionaba.

Peter escuchó que tocaban la puerta. Abandonó la mesa y cruzó su departamento sin darse cuenta de la amplia sonrisa que esbozaba hasta que vio su reflejo en el espejo del recibidor.

Cálmate, tonto. Solo es una chica a la que acompañaste hasta su casa.

Tal vez sí se tratara de una extraña coincidencia y ella estuviese allí para hablarle sobre algún caso. O quizás… se tratara de algo más. Puede que llevara toda la semana pensando en él, de la misma forma en que Peter había pensando en ella, y que no hubiese podido mantenerse alejada.

Su sonrisa se ensanchó. Solo había una forma de descubrirlo.

Peter abrió la puerta y se la encontró frente a él, con su pelo oscuro, largo y suelto, el aspecto de una guerrera, vestida con una gabardina y zapatos de taco alto, y cargando un maletín.

-Abogada –dijo lentamente.

-Señor Lanzani –respondió ella en un tono ligeramente ronco.

El martes no habían tenido ocasión de llegar más allá. Pero esta vez no había periodistas cerca, ni cámaras, ni los rodeaba su equipo de abogados. Se encontraban completamente solos.

Peter le hizo un gesto para que entrara.

-Adelante.

-Gracias por recibirme –se deslizó junto a él, dejando la estela de un delicado y femenino perfume floral tras ella, antes de detenerse en el recibidor.

Peter cerró la puerta y se volteó. Diez años atrás, había sido llamativa pero ahora había algo más en ella. Cierta sofisticación y un toque de refinamiento, que la hacían indiscutiblemente atractiva.

Algo que un hombre que se había pasado la mayor parte de los últimos cinco meses en la cárcel no podía dejar de percibir.

-Ha pasado mucho tiempo, señorita Espósito –repuso.

Sus labios se curvaron formando una sonrisa.

-En realidad, solo alrededor de una semana.

Peter se cruzó de brazos con ademán provocativo.

-¿No has podido mantenerte alejada?

Ella abrió la boca para decir algo y luego pareció cambiar de opinión.

-Tal vez deberíamos sentarnos y hablar.

Claro. Sobre esa misteriosa investigación.

Peter señaló la espaciosa sala.

-Como si estuvieras en tu casa.

Lali dio unos pasos, observándolo con curiosidad.

-Parece que te ha ido muy bien durante estos últimos años –le lanzó una divertida mirada de reojo-. Aparte del pequeño problemita con Twitter.

-Solo por saberlo. ¿Cuántas bromas debo esperar al respecto?

-Resulta demasiado fácil –dijo ella, comenzando a reír-. Una vez me dijiste que alguien iba a ocasionar un montón de pánico y a crear un verdadero alboroto si los sitios web no empezaban a tomarse los ataques en serio. Qué intuitivo de tu parte.

Peter se detuvo.

-¿En serio te acuerdas de eso?

Continuará…