Capítulo 9

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien y disfrutando del fin de semana ;) Leí que muchas tienen finde largo así que con mayor motivo a relajarse! Gracias por sus comentarios! Me pone recontra feliz que estén tan enganchadas y les guste tanto la nove… así que gracias por ser así, unas lectoras TAN excelentes! Amo leerlas por acá y por tw, en serio disfruto de sus palabras y locuras, GRACIAS!!!! Y ahora sí, no leemos mañana… posiblemente con maratón mediante! A ver que nos depara las horas! Besos!!!!

Twitter: @Caparatodos

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-Por si te sirve de algo, a mí me pareció todo bastante gracioso.

Uno de los “choca esos cinco”.

-Lástima que no fueras uno de los jueces –respondió Peter.

Capítulo 9:

Luego siguió ascendiendo hasta la planta superior donde su departamento compartía espacio con otros dos. Entró al suyo, se quitó la casaca que tenía puesta y la tiró sobre el respaldo de una de las sillas que se encontraban junto a la mesa de la cocina. Siguiendo sus instrucciones, el departamento había sido diseñado como un enorme espacio abierto, a excepción de la zona de los dormitorios, completando la sensación de amplitud con varios inmensos ventanales, desde el piso hasta el techo, que cubrían por completo dos de las paredes.

Tenía una vista espectacular aunque la mayoría de los días el exterior era gris y aburrido. Algo habitual en temporada de invierno.

-Si alguna vez tienes que volver a negociarme un arresto domiciliario –le había dicho a su hermana en broma, cuando Eugenia y su padre habían ido a visitarlo la semana anterior-, asegúrate de que incluyan una cláusula que diga que puedo pasar los meses fríos en alguna playa del Caribe.

Su padre, sin encontrarle ninguna gracia al comentario, por lo visto, había salido para hacer una llamada telefónica.

-Demasiado pronto –dijo Euge, sacudiendo la cabeza.

-Tú no tienes ningún problema en hacer bromas sobre cárceles –había dicho Peter, a la defensiva. De hecho, últimamente su hermana había desarrollado una molesta habilidad.

Eugenia gesticuló, mordiendo una galleta que acababa de agarrar de la despensa.

-Sí, pero yo he sabido desde que teníamos tres años que eres idiota. Extrañamente, papá no lo había descubierto hasta ahora –había sonreído con dulzura, dándole un mordisco a la galleta.

-Gracias. Mmm.. Genio, esa galleta estaba ahí desde hace unos cinco meses –se había burlado Peter mientras su hermana escupía en una servilleta de papel.

Más tarde, de camino hacia la puerta, Eugenia había retomado el tema con más seriedad.

-No te preocupes por papá. Lo superará.

Peter esperaba que Eugenia tuviese razón. Su padre se las había arreglado con el arresto, más que público de Peter, tan bien como sería de esperar. Al igual que Eugenia, Juan había asistido a todas sus comparecencias ante el tribunal y lo había visitado en la cárcel todas las semanas. Sin embargo, las cosas estaban un poco tensas últimamente con su padre y no había dudas de que empezaba a hacerse necesaria una conversación de hombre a hombre.

En algún momento.

Dejando ese asunto temporalmente a un lado, Peter se sacó su ropa de correr y se dio una ducha rápida. Consultó su reloj y comprobó que tenía una media hora antes de que llegaran sus visitas, así que se sentó en el escritorio para leer las noticias de la tarde en su computadora.

Luego de cubrir las noticias nacionales, ojeó la sección tecnológica. Exhaló un suspiro de malestar al describir que su inminente comparecencia ante el tribunal era la segunda noticia de la página.

Por lo menos no le habían dedicado una portada, aunque no le cabía duda de que su foto volvería a aparecer en todos los periódicos el martes, cuando el juez se pronunciara respecto a la petición gubernamental. Resultaba ridículo de verdad que una metedura de pata –sí, la había cagado, lo admitía sin problemas- hubiese recibido tanta atención. La gente violaba las leyes todos los días. Ok, en su caso habían sido varias leyes nacionales e internacionales, pero igual.

Peter ignoró el artículo, evitándose los detalles escabrosos. Sabía perfectamente lo que había hecho. ¡Caramba!, la mitad del mundo lo sabía, por no decir todos. En términos legales, había sido declarado culpable de múltiples cargos por transmisión electrónica de un código malicioso, destinado a causar daños a computadoras protegidas.

En términos técnicos, un lenguaje que él prefería en lugar de tanta palabrería legal, hace cinco meses había ocasionado una denegación de servicio contra una red mundial de comunicaciones, mediante el uso de robots informáticos, una red de computadoras infectadas, vía malware, sin el conocimiento y consentimiento de sus propietarios.

O, en lenguaje corriente, había hackeado Twitter y colgado el sitio durante dos días en el que, sin lugar a dudas, había hecho lo más estúpido de su vida.

Y todo había comenzado por una mujer.

Había conocido a Daniela, una reconocida modelo que vivía en Brasil, en la exposición de arte de un amigo y simpatizaron en el acto. Era guapa, sentía una auténtica devoción por el arte y la fotografía, podía hablar sobre el tema durante horas.

Pasaron un fin de semana en Brasil, en un torbellino de sexo, restaurantes, bares y diversión… todo lo que Peter buscaba en ese momento. Después de eso, comenzaron a salir informalmente, a distancia, y Peter había viajado durante los siguientes meses para ver a Daniela, mientras la prensa sensacionalista comenzaba publicar rumores sobre su relación. La supermodelo y el heredero.

-No lo puedo creer. Mi hermano está saliendo con otra modelo –le había dicho Eugenia por teléfono, tras ver la mención que la columna de una revista había hecho sobre Daniela y él-. ¿Nunca pensaste en diversificar un poco? –le había preguntado con acidez.

-¿Por qué? –le respondió él despreocupadamente-. Me gusta salir con modelos.

-No lo suficiente como para que nos la presentes a papá y a mí –había respondido Eugenia.

Su hermana tenía la molesta costumbre de mencionar cosas así.

Era verdad. Nunca había mantenido una relación larga y tenía una explicación muy sencilla para ello: le gustaba ser soltero. Mientras pudiera. En los últimos diez años, se había centrado en el trabajo que desempeñaba para la empresa de su padre, ascendiendo por la escala corporativa hasta llegar a vicepresidente ejecutivo de seguridad de redes. Había trabajado duro pero también le gustaba divertirse, y no veía ningún motivo para atarse a una sola mujer. Le gustaba mantenerse en un nivel sencillo y superficial, sin prometer más que diversión mientras duraran las cosas.

Sin embargo, el comentario de Eugenia le fastidió.

Continuará…