Capítulo 10

Hola, muchachas!!! ¿Cómo les va? Espero que bien y empezando el domingo con todo! :) Gracias por sus comentarios y sí, ya sé que no entienden nada jajaja es parte de la historia y con el pasar de los capítulos las cosas se van a ir aclarando… estos capítulos, por ahí, son medio pesados, pero van a ayudar a entender porque Peter hizo lo que hizo ;) Un beso y… ¿nos leemos en un rato? Con este arrancamos la maratón y ya saben… firmen, lean, firmen ;)

Twitter: @Caparatodos

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Sin embargo, el comentario de Eugenia le fastidió.

Capítulo 10:

Su estatus de soltero había empezado a hacerlo sentir un poco… viejo, a veces. Sí, normalmente un hombre de su posición no solía tener problemas para conocer mujeres, pero estaba empezando a preguntarse si las citas casuales y los encuentros de una noche eran suficientes. Siempre había asumido que sentaría cabeza en algún momento –se había criado en el entorno de una familia feliz y, con el tiempo, quería algo parecido para su futuro- así que pensó que, tal vez, había llegado el momento de dar algún tipo de paso en esa dirección.

Con eso en mente, había empezado a pasar más fines de semana con Daniela, bien viajando a Brasil para visitarla o bien pagándole el pasaje a ella para que lo visitara en Buenos Aires. No era tan ingenuo como para pensar que tenían una relación perfecta pero, en los diez años que llevaba tanteando el terreno, nunca había dado con la que supuestamente debía ser su “media naranja”. Así que hizo caso omiso a las preocupaciones, al fin y al cabo uno podía hacer cosas peores que llevarse regularmente a la cama a una modelo.

Pero al cabo de unos seis meses de relación, cuando Daniela quiso conocer a su familia, Peter vaciló. Nunca antes les había presentado a una mujer y parecía un paso enorme. Gigantesco. Durante años, habían estado los tres solos: su padre, Eugenia y él. Juntos habían atravesado el circo mediático, con frecuencia surrealista, al que los había lanzado la fortuna de su padre y, milagrosamente, habían logrado llegar ilesos hasta el otro lado. Así que, pese al hecho de estar saliendo con Daniela bastante más de lo que había salido antes con ninguna otra mujer, e incluso pese a haber utilizado un par de veces la palabra novia para referirse a ella, se había acercado a Daniela, susurrando, y había cambiado de tema, sin llegar a darle una respuesta directa.

Puede que esa hubiera sido la primera señal de que algunos problemas se avecinaban. El fin de semana siguiente, Daniela lo había llamado y había empezado a hablarle tan rápido, que apenas le había entendido, debido a su acento portugués. Le dijo que había sido seleccionada para trabajar en un video musical, algo con lo que estaba entusiasmada, ya que deseaba dar el salto hacia el mundo de la música. De camino a Nueva York, había sorprendido a Peter haciendo escala para pasar la noche en Buenos Aires para celebrarlo. Una idea maravillosa pero que, por desgracia, entraba en conflicto con su trabajo.

-Deberías haberme llamado antes. Esta noche tengo una cena con mi equipo de gestión –le había dicho en tono de disculpa. Como vicepresidente ejecutivo de seguridad de redes, le gustaba reunirse un par de veces al año con sus gerentes en un lugar no laboral-. Vamos a hablar sobre prevención de intrusiones, control de acceso a la red y productos para responder ante amenazas –le había hecho un guiño-. Cosas realmente sexys.

Daniela mostró cero interés por el tema, como solía hacer siempre. En realidad, Peter todavía no había conocido a ninguna chica que demostrara un auténtico interés por su trabajo. Sin embargo, muchas se sentían completamente cautivadas por el departamento y el auto que dicho trabajo le permitía tener.

-Pero si te lo hubiese dicho no habría sido una sorpresa –Daniela dijo con un puchero en la boca -. ¿No puedes dejar de ir? ¿Qué va a hacer tu papá? ¿Despedirte por no asistir a una aburrida reunión con un montón de nerds?

No era de extrañar que Peter no se tomara muy bien sus comentarios.

Puede que sus conversaciones se alteraran debido a la traducción o que, sencillamente, a ella no le importara. Pero Daniela nunca había parecido entender que su trabajo en La Corporación Lanzani era un puesto real. Sin intención de presumir, era una estrella en ascenso en la empresa –y no porque fuese el hijo del dueño. Simplemente, era bueno en lo que hacía.

Diez años atrás, Peter había tenido sus motivos –motivos personales y muy privados- para abandonar su doctorado y unirse a la empresa. Pero la razón de que se hubiese quedado tanto tiempo en la compañía tenía que ver con la experiencia laboral. En su campo, no había un hombre mejor del que aprender que Juan Lanzani –el imperio valorado en varios millones que había construido de la nada era prueba de ello.

Aclarado eso, no era que todo fuese viento en popa. Puede que su padre fuera el presidente de la compañía, pero Peter estaba a cargo de la seguridad de la red e insistía en tener su autonomía: manejaba su departamento como quería. Cierto, de vez en cuando su padre y él chocaban frontalmente y se metían en los asuntos del otro… bueno, en realidad ocurría con bastante frecuencia. Pero ambos eran profesionales y manejaban sus asuntos igual que cualquier otro presidente y vicepresidente ejecutivo. Su padre respetaba sus opiniones y había llegado a considerar a Peter su mano derecha.

El problema era que Peter no quería seguir siendo la mano derecha de nadie. Era bueno, estaba preparado y le sobraba perseverancia. Pero en la Corporación Lanzani solo podía haber un hombre a la cabeza, y el puesto estaba cubierto. Él tenía ideas. Planes para el futuro que, probablemente, no coincidían con los de su padre. Y el momento de llevarlos a cabo se acercaba.

Continuará…