Capítulo 7

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien hoy… métanle que queda poco y nada para disfrutar el finde ;) Gracias por sus comentarios y locuras, es genial leerlas!!!! Jajajaajajaj Besos y mañana nos leemos!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

¡Listo! El corazón de Lali dio un extraño salto. Perdida en esos increíbles ojos, vaciló por un momento. Y luego pensó, ¿qué demonios? Después del año que pasó, se había ganado un capricho.

Se levantó sobre las puntas de los pies, depositó los labios sobre los de él, y lo besó.

Capítulo 7:

En un principio, el beso fue suave y provocativo, y él le cubrió la mejilla con la mano mientras se adueñaba de su boca lenta y seductoramente. Lali deslizó la palma sobre su pecho, olvidando momentáneamente que se encontraban en mitad de la calle. Se pegó a él, y el beso se volvió más profundo cuando Peter enredó la lengua con la suya, lo bastante apasionado como para hacerla sentir que el cuerpo se le derretía.

Parecía que hubiera pasado una eternidad antes de que pudieran separar sus labios lentamente. Peter mantuvo la mano sobre su mejilla y sus bocas quedaron a escasos centímetros de distancia. La miró intensamente, con esos ardientes ojos verdes.

-¿Qué te impulso a hacer eso?

-Se me ocurrió dejarme llevar, para variar –dijo ella, respirando un tanto entrecorto.

Peter enarcó una ceja.

-¿Y?

Excitante. Lali sonrió para sí misma, teniendo la sospecha de que Juan Pedro Lanzani había recibido los suficientes halagos por sus besos como para que le duraran de por vida. Así que se encogió de hombros sin involucrarse.

-No estuvo mal.

Peter resopló.

-¿No estuvo mal? Abogada… ¡A ver!, vamos a dejar esto claro. Hay dos cosas en las que soy excelente. Y la informática es una de ellas.

Aquí empezamos. Lali puso los ojos en blanco.

-En serio. ¿De dónde sacas esas frases? –dio media vuelta y comenzó a recorrer la distancia que la separaban de su departamento, pensando que no había el suficiente espacio en la vereda para ella, Juan Pedro Lanzani, y su ego.

Había recorrido unos cuantos metros, cuando lo oyó elevar la voz a su espalda.

-No cuenta como que te estoy acompañando a tu casa si vas media cuadra por delante –dijo burlón, repitiendo sus palabras.

-Te libero de todas tus obligaciones –le gritó sin mirar atrás. Luego, oyó su risa, cálida y socarrona, siguiéndola.

Al llegar a su edificio, cruzó el patio en dirección a la escalera que conducía a su departamento en el segundo piso, ese que compartía con Cande.

-Lali.

Al voltearse vio a Peter al pie de las escaleras.

-Quería saber si vas a estar por aquí durante el verano –dijo.

-No es que importe pero sí –resopló-. Voy a trabajar como practicante en la fiscalía.

Peter subió unos cuantos escalones y se encontró con ella en mitad de la escalera.

-En ese caso, come conmigo mañana.

-No creo que sea buena idea.

Él la jaló del cuello de la camisa.

-¿Vas a quitarme la camisa y a salir corriendo?

Se había olvidado por completo. Inmediatamente, empezó a sacársela.

-Perdón. Yo…

Peter posó sus manos sobre las suyas.

-Quédatela. Me gusta cómo se te ve con ella.

El maldito cosquilleo se disparó, llegándole hasta las puntas de los pies.

Le dirigió su mirada más cuerda.

-Se suponía que esto no iba a ser más que un paseo.

-Solo es una cita, abogada. Comeremos alitas de pollo y tomaremos algo, y nos podemos quejar de lo aburrido que va a ser pasar el verano aquí.

En realidad, no sonaba nada mal.

-¿Y qué habría pasado si te hubiera dicho que no iba a estar aquí durante el verano? –preguntó Lali-. ¿Y si hubieras acertado y mañana me fuera a Buenos Aires, para mudarme a mi caro y pintoresco departamento?

Él curvó los labios, formando una sonrisa capaz de derretir la capa de hielo polar.

-Supongo que habría tenido que manejar unas horas para recogerte y comer esas alitas de pollo. Nos vemos mañana, abogada. A las ocho.

Con eso, dio media vuelta y se fue.

Unos minutos después, ya a salvo en el interior de su departamento, Lali apoyó la cabeza contra la puerta, recordando lo sucedido aquella noche. Cerró los ojos y una sonrisa extendió las comisuras de sus labios, pese a sus esfuerzos por combatirla.

¡Wow!

Sin embargo, el destino no quiso que permaneciera durante mucho tiempo en su nube.

Lali esperó hasta las diez, dos horas después de la que, supuestamente, Peter debía pasarla a recoger. Luego, se dio por vencida y se quitó el jean y los tacos.

La había dejado plantada.

No pasa nada, se dijo a sí misma. Su trabajo como practicante, el cual había perseguido por meses, comenzaba en una semana y lo último que necesitaba eran distracciones como primeras citas, con un billonario sexy, encantador por momentos, que además resultaba ser un genio de las computadoras y como se llamara eso sobre lo que le había hablado.

La pobre Cande iba a quedarse destrozada, pensó.

Antes de irse a pasar las vacaciones fuera, le había dejado sus Sarkany, específicamente para la ocasión.

-No puedo dejar que vayas en chancletas a tu cita –la había sermoneado, esforzándose por mantenerse relajada y no mostrarse demasiado sentimental, mientras le entregaba la caja de zapatos antes de irse.

Lali había abrazado a su amiga.

-Espero que tú y el resto de tus zapatos pronto estén de vuelta.

-Llámame mañana para contarme qué tal te fue –había dicho Cande-. Puede que te lleve a Italia a comer una pizza o que reserve todo un restaurante para su primera cita.

O tal vez se olvidara por completo del tema.

Dispuesta a dejar a un lado el malestar que sentía, Lali se puso el pijama. No tenía sentido seguir arreglada, ahora que ya no tenía que ir a ningún sitio. Se acomodó en el sofá y fue pasando distraídamente de un canal a otro. Se encontró pensando en lo silencioso que estaba el departamento y, un instante después, notó lo peligrosamente cerca que estaba de dejarse llevar por la autocompasión.

De ninguna manera, se dijo, resistiéndose a ceder. Tampoco es que Juan Pedro Lanzani fuera tan maravilloso. Para empezar era creído y demasiado confiado, y se vestía como si acabara de caerse de un camión. ¿Y todo el tema sobre las computadoras? Todo un tema de conversación.

Sinceramente, ni siquiera le había gustado demasiado.

En serio.

A la mañana siguiente, Lali salió de su habitación, vestida y lista para salir a correr. Con tanto que estudiar durante los últimos meses, apenas había tenido tiempo para hacerlo y sentía la necesidad de compensar su falta. Sospechó que el entusiasmo le duraría unos quince minutos, hasta que se agotara y terminara jadeante en algún punto a unos tres kilómetros de distancia.

Se sentía animadísima para ser una mujer a la que habían dejado plantada la noche anterior. Principalmente porque tenía pensado botar la camisa de Peter a la basura, cuando pasara por allí, y por el hecho de que tenía preparada una frase memorable, por si volvía a encontrarse con él, relacionada con su falta de tiempo para dejar la camisa donde realmente debía estar, iba a tener que metérsela por cierto otro lugar donde no brillaba el sol.

Cuando salió del departamento con su reproductor de música en una mano y la camisa, que pronto dejaría de existir, en la otra, vio el periódico en el suelo, junto a la puerta. Al agacharse para recogerlo, el sol de de la mañana la hizo parpadear y, de algún rincón de su mente, surgió el pensamiento de que ante ella se extendía un cálido y precioso día .

Un día perfecto para ir a la piscina, pensó-. Puede que…

Le tomó un instante reconocer el titular del periódico. En un principio, le pareció un trágico titular más, del tipo que provoca una ligera sensación de tristeza en quien lo lee. Luego, cayó en la cuenta de lo que realmente veía.

ESPOSA DE UN ANTIGUO ALUMNO MILLONARIO

MUERE EN UN ACCIDENTE DE AUTO

Claudia Lanzani.

La mamá de Peter.

Sin quitar la mirada del periódico, Lali volvió a cerrar la puerta, se sentó en la mesa de la cocina, y comenzó a leer.

Continuará…