Capítulo 5

Buenas, chicas pericas!!! ¿Cómo las trató el día? Espero que todo bien por sus lares y dándole al día! ;) Gracias por leer y estar ahí!!!!!! Un beso y mañana nos leemos!

P.D.: Alguna de ustedes sabe hacer videos??? Necesitaría ayuda para hacer el tráiler de una nove! Si alguien quiere o puede, se lo agradecería J

Twitter: @Caparatodos

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-Cande, ¿dónde estás? Me dejaste plantada como una idiota esperándote en la puerta del baño. Pero tú no estás adentro.

-Carpe Diem.

Capítulo 5:

-¿Carpe Diem? ¿Qué quieres decir con eso?

Tuvo el presentimiento de que no iba a gustarle nada lo que su amiga estaba a punto de decir.

-Es el equivalente en latín a decir “No me mates”.

¡Ay, Dios!

-¿Qué hiciste, Candela?

-Bueno, esto fue lo que pasó: cuando salí del baño, vi a Juan Pedro Lanzani en la barra, mirándote –dijo Cande-. Y pensé que, ya que tú no estás dispuesta a tener un poco de diversión después del larguísimo año que pasamos, yo podía darte un empujoncito. Así que saqué a todos por la puerta trasera.

-No.

-Sí. Es el hijo de un billonario, Lali. Y es guapísimo. En realidad, deberías darme las gracias. Estamos a unas cuadras del apartamento de Santiago. Te esperaremos un rato por acá. Para darte cierto margen.

Lali bajó aún más el tono de voz.

-Eso va en contra de nuestro código de no dejarnos la una a la otra, Candela. Ahora voy a tener que ir sola a casa.

-No, si todo sale según lo planeado –Cande sonó como un genio malévolo antes de recobrar su tono despreocupado-. Por cierto, ¿de quién es ese celular?

Ni loca pensaba contestar esa pregunta.

-Ahora que lo pienso, sí voy a matarte. Y luego te voy a robar los Sarkany negros que compraste el invierno pasado y bailaré con ellos en tu entierro –acto seguido, cortó la comunicación con énfasis.

Se acercó a Peter y le devolvió el teléfono.

-¿Todo bien? –preguntó él.

Lali ideó rápidamente una excusa.

-Uno de nuestros amigos se enfermó y Candela con los demás chicos han tenido que llevárselo corriendo a casa.

-O puede que te haya dejado aquí para que te quedaras sola conmigo.

Lali levantó las manos.

-Está bien, no sé mentir. ¿Cómo lo supiste?

Peter se encogió de hombros.

-Escuché el “Carpe Diem” y fue fácil sacar conclusiones. Tengo una hermana gemela. He visto cómo funciona su escalofriante mente casamentera y las de sus amigas.

Lali se sonrojó.

-Espero que sepas que no he tenido nada que ver con esto.

Peter pareció más divertido que molesto ante las maquinaciones de Cande.

-No te preocupes, abogada. No voy a presentar cargos por conspiración contra ti –hizo un gesto hacia la puerta-. Vamos, te acompaño hasta tu casa.

Lali comenzó a caminar hacia la salida.

-Gracias pero no es necesario. Solo vivo a ocho cuadras de aquí.

Peter soltó un bufido mientras la seguía.

-No pienso dejar sola a una mujer a la una de la mañana. Mi madre me educó de una manera bastante diferente.

-Te juro que no se lo voy a decir –no era la primera vez que Lali tenía que arreglárselas para llegar sola hasta su casa, aunque mentiría si dijera que había hecho una caminata como esa a media noche. Por otro lado, Juan Pedro Lanzani era un perfecto desconocido. ¿Quién le aseguraba que fuera inofensivo?

Peter la detuvo cuando acababa de llegar a la puerta.

-No solo se trata de lo que pensaría mi madre; también tiene que ver conmigo. Mi hermana se graduó hace poco. Si me enterara de que algún imbécil la dejó sola tan tarde, le daría una patada. Así que vas a tener que soportarme, te guste o no.

Lali consideró sus opciones. El discurso sobre su hermana había sonado sincero. Por lo que sabía de él, Juan Pedro Lanzani era arrogante y problemático, pero no en un sentido peligroso.

-Ok, está bien. Puedes acompañarme a casa –se detuvo-. Gracias.

-¿Ves? ¿Fue tan difícil ser simpática conmigo?

Lali empujó la puerta y salió al exterior. Como de costumbre, una multitud se congregaba frente al bar mientras los estudiantes discutían temas trascendentales cómo a qué fiesta iban a ir o si debían hacer una parada por el AutoMac.

-Estoy segura de que hay un montón de mujeres que estarían más que felices de ser simpáticas contigo –le dijo a Peter mientras se abría paso por entre la multitud-. Me parece que voy contracorriente.

Peter la siguió.

-¿Quién está sacando hipótesis ahora?

-Te paseas por los bares, a la caza de mujeres que compran numerosas bebidas. No hay que ser un genio para darse cuenta de que esta no es la primera vez que “escoltas” a una chica hasta su casa.

-En primer lugar –Peter se interrumpió al verse momentáneamente separado de Lali por un grupo de mujeres que caminaban en dirección contraria. Ignorando las interesadas miradas de las muchachas, prosiguió-. En primer lugar, yo no trato de cazar a nadie. En segundo lugar, no suelo pasearme por los bares coqueteando con mujeres. Lo de esta noche ha sido una excepción. Te vi en la mesa con tus amigos y te seguí hasta la barra cuando te acercaste.

-¿Por qué?

Él se encogió de hombros con despreocupación.

-Me pareciste guapa.

-Gracias –dijo Lali secamente.

Un estudiante borracho pasó tambaleándose junto a ellos. Peter agarró a Lali por la cintura y la separó del camino del hombre, antes de que chocaran. Se detuvieron al llegar a la esquina, a una distancia prudente del tipo borracho, y esperaron a que el semáforo cambiara a verde. Peter la miró.

-En ese momento no sabía que también serías tan… irritable.

-Siéntete libre de invalidar tu oferta inicial de interés.

Peter comenzó a reír.

-Dios, eres una auténtica nerd del Derecho. No estoy invalidando nada. Me gustan las cosas picantes. En realidad, resulta una cualidad atractiva en una chica –ladeó la cabeza, considerándolo-. Y en las alitas de pollo.

Lali volteó la cabeza para estudiarlo.

-¿En serio acabas de compararme con las alitas de pollo?

-Lo dices como si fuera algo malo. Las alitas de pollo son lo mejor.

Lali tuvo que luchar contra el impulso de sonreír.

-¿Por qué tengo la impresión de que nunca hablas en serio?

Continuará…