Capítulo 103

Hola Chicas!!! :D Volví!!! Las extrañé mucho, mucho! Estar en contacto diario y después por varios días no es raro… pero bueno, Estoy aquí otra vez ♪ jajajaj Cómo les va?! Qué novedades??? Gracias, GRACIAS de corazón  por sus comentarios, por bancar la nove y a las que estuvieron todos estos días comentando igual GRACIAS! Genias todas!!! Leerlas me pone muy pero muy feliz!

                

Temitas/Dudas que tenían:

1. Estoy completamente SORPRENDIDA por los resultados y el cómo va la encuesta :O ajajaja y sí, que vaya ganando otra nove por bastantes puntos de ventaje después de que la mayoría pide más de esta me recontra sorprendió! Jijijiji

2.  Para que acabe esta nove o temporada (ya veremos) no falta mucho… no se cuántos exactamente, pero ya son pocos… Si se dan cuenta ya va llegando el final de este caso, lo que me hace responder el 3er punto...

3.  La nove más que un final abierto tiene un “fin de misterio” y bueno ya verán jajajaj pero lo que se leería en la 2da tempo es más una convivencia y un aprender a convivir como pareja y no como la ladrona y el millonario… y bueno, una Lali tratando de cambiar su camino, aunque es uno que siempre tira y tirará de ella llevándola a un par de enredos más ;) Pamela también entra en acción... uhhhh!

Creo que eso más o menos va respondiendo sus dudas! Espero les sirva y nada, seguro el finde vemos que resulta de la encuesta así que métanle las que no firmaron que quiero opinión de todas... así medio, medio se quedan todas contentas no?!

De nuevo, MUCHÍSIMAS GRACIAS por todo y hasta mañana! ;) Se les quiere! Besos!!!!

Twitter: @Caparatodos

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—Muy inteligente, por cierto. No sabía que habías traído tu equipo.

Le sacudió los restos de vidrio del cuello de la camisa mientras esbozaba una sonrisa.

—Nunca salgo de casa sin ellos. Peter, creo que el Doctor Maligno sabe que estamos aquí

Capítulo 103:

A veces es imposible tomarse un respiro. Lali esperó sentada en una dura silla en la segunda comisaría que visitaba en menos de veinticuatro horas, mientras Peter realizaba su declaración con el agente que estaba al cargo. Le habían creído en lo referente a la pistola de pintura, y ella no había tenido que dar más que su nombre… aunque incluso proporcionar tan escasa información le ponía los pelos de punta. Inglaterra estaba llena de cosas que ella había robado o al menos le habían pedido que trasladara.

A la policía no parecía sorprenderle tanto que alguien quisiera matar a Juan Pedro Lanzani, y Lali recordó lo que previamente él había dicho acerca de recibir amenazas. Al parecer ambos se habían buscado trabajos peligrosos.

Él caminó por entre las mamparas de vidrio y metal y regresó a su lado. Lali tuvo que levantarse a abrazarlo, porque se había dado cuenta de lo mucho que había llegado a confiar en él durante los últimos días y porque lo único que le había aterrado en la limusina había sido que él pudiera resultar herido.

—Debería llevarte a ver a la policía más seguido —dijo contra su cuello, rodeándole la cintura con un brazo mientras se encaminaban hacia la puerta.

—¿Podemos irnos?

—Por supuesto. Aquí nosotros somos las víctimas. Sin explicación clara de por qué han tratado de arrojarnos al rio.

—Ahora sí que Yale va a pegarse un enojo gigantesco por haberse perdido esto.

Después de brindarle una rápida sonrisa, tomó su escaso equipaje y guió a Lali hasta la vereda donde los esperaba un taxi. Ya había mandado a Ernesto a buscar uno, obviamente dándose cuenta de que el pobre hombre no se encontraba en condiciones de manejar. Le dio las instrucciones para llegar a la casa, se acomodó y la atrajo hacia su hombro abrazándola con cuidado, como si pensara que pudiera romperse.

Mariana se sentía como si fuera a hacerlo. Correr riesgo por su cuenta era algo a lo que estaba acostumbrada, pero en todo momento era conocedora de dónde venían, y sopesaba las probabilidades antes de decidirse a dar o no el salto. Granadas en la entrada de las puertas y camiones descontrolados era algo nuevo, al igual que la idea de que no sólo era su vida la que estaba en juego, que no sólo debía protegerse a sí misma. Y tanto si era una estupidez como si no, el hombre sentado a su lado parecía decidido a no dejar que se esfumara en las sombras de la noche.

—Me temo que estaremos solos en la casa —dijo para romper el silencio—. La policía ya la ha revisado con detectores antiexplosivos, pero no pienso hacer venir a nadie más hasta que esto se resuelva.

—¿Cuándo iremos a ver a Pérez?

Si Peter se dio cuenta que se refería a «nosotros», no hizo mención alguna. A esas alturas, probablemente se lo esperaba.

—No tiene sentido ir ahora. Todavía estará en el despacho con docenas de personas que no quiero que escuchen nuestra conversación. Iremos por la tarde. Estará en casa a tiempo de ver el partido de rugby.

—No me importa eso. Igual, me imagino que te refieres a fútbol, estamos en Europa.

Su maleta y su mochila habían cruzado con ella el Atlántico, y ahora iban detrás de ellos en la maletera del taxi junto con las cosas de Peter. Aunque no fuera dueño de la ciudad, tal y como había asegurado, al menos tenía cierta influencia. La policía incluso le había devuelto la pistola de pintura, aunque sin la munición restante.

Poseía el lujoso ático del edificio, y aunque desde el exterior éste parecía agradable aunque insignificante, una vez que estuvieron dentro no tuvo problemas en reconocerlo como suyo. Vigas de costosa madera atravesaban el techo, y la lámpara de araña del comedor parecía ser del siglo xvi, acondicionada con electricidad para sustituir las velas.

—Siento que sea tan chico —dijo, lanzando su casaca sobre el sofá Luis XIV—. Le di a Pamela la casa grande de Londres y me compré esta.

—Claro, es diminuto, pero acogedor —dijo con una amplia sonrisa mientras pasaba los dedos sobre el ropero de porcelanas de estilo Georgiano—. ¿Por qué no le diste ésta y te quedaste con la casa?

Él se encogió de hombros, y desapareció dentro de otra habitación para salir de nuevo con una lata helada de gaseosa para ella.

—Ya no quería vivir allí.

—¿Está cerca?

—A unos cinco kilómetros. Y no, no vamos a ir de visita.

—No he dicho que debamos hacerlo. Sólo quería saber. —Se le ocurrió una idea—. ¿Dejaste alguna obra de arte ahí?

Su casi divertida sonrisa se convirtió en un ceño.

—No. ¿Por qué?

—Solamente me preguntaba si Dante podría haberse entretenido también aquí.

—No es posible. Le quité todas mis cosas, incluyendo las antigüedades. La mayoría acabaron aquí o en Florida. Eran las únicas casas que no… había terminado de amueblar.

—¿Les dejaste algún mueble?

Su sonrisa reapareció, algo sombría esta vez.

—Alguno. Últimos modelos de Ikea.

—Recuérdame que no te haga enojar —dijo, no por primera vez, y se acercó pausadamente a las ventanas. La vista era bonita, aunque ciento cincuenta años antes habría sido deslumbrante. Londres siempre la decepcionaba levemente; para tratarse de un lugar tan lleno de historia, en la actualidad parecía demasiado… moderno. Aunque había cosas que le gustaban más, como los museos y los edificios históricos, pero nunca había tenido oportunidad de visitarlos.

—¡Hey!.

Ella dio media vuelta, y Peter le lanzó una moneda; libra inglesa de plata para ser exactos. Lali la atrapó por acto reflejo, y la examinó a la pálida luz que todavía quedaba.

—¿Para qué es esto?

—Por conocer tus pensamientos.

Peter sabría si le mentía.

—Mis pensamientos son un lío ahora mismo —dijo en voz baja, guardándose la moneda en el bolsillo—. Esto podría terminar hoy o mañana.

—Yo también he estado pensando en eso —respondió, uniéndose a ella en la ventana—. No suelo pasar mucho tiempo lejos de Devon. ¿Te gustaría ver la casa de allí?

—¿Qué me estás preguntando en realidad, Peter? —dijo con voz queda.

Continuará…