Capítulo 93

Hola Chicas!!! ;) Aparecí jijijiji SORRY, SORRY, Sorry pensé que la entrada había quedado programada :S si no es por Sn_Laliter me iba a quedar disfrutando en mi nube y ni enterada jajajaja Así que acá va el capi y nada espero que hayan pasado un lindo día del padre ;) besos y ahora sí, voy a chequear que esté todo en orden! Se les quiere y MUCHAS GRACIAS por los comentarios! Besos

Twitter: @Caparatodos

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—Como dijiste antes, no soy bueno en eso de mezclarme—murmuró, retirando un mechón de su cabello de detrás de la oreja—, pero lo intentaré.

Capítulo 93:

No se era nada bueno con lo que respectaba a mezclarse; pero si hubiera ido vestido con su camisa y su pantalón de pinzas de chico rico, les hubiera sido imposible cruzar la puerta sin que algún paparazzi sacara una foto. De este modo, cualquier grupo interesado tendría que mirar al menos dos veces. Además, tenía unas piernas asombrosas.

—¿Terraza o comedor? —preguntó la anfitriona cuando entraron. Peter, naturalmente, la llevaba de la mano, y mientras la banda de turistas femeninas del interior se volteaba para mirar, y por qué no admirar, al dios morocho de profundos ojos verdes, Lali no pudo evitar sentir cierta superioridad.

—Tú eres el invitado —le dijo—. Elijes tú.

—Comedor —decidió.

Ella hubiera preferido asientos en la terraza para poder tener vigilada la calle. Eso, sin embargo, no haría nada por impulsar su experiencia de la normalidad. Siguió a la anfitriona, permitiendo que Peter le sujetara la silla cuando llegaron a su mesa.

—Muy bien, lo reconozco —dijo, echándose hacia delante para poder oír por encima del ruido de la música jazz que el grupo tocaba a su espalda—, casi todo el mundo lleva shorts.

—Te dije.

—Ahora, querida, ya que me has invitado a salir, ¿puedo dar por sentado que vas a pagar tú?

—Sí, puedes. —La cuenta para su retiro en Milán no iba a verse en bancarrota por una noche—. Date el capricho.

Su sonrisa se hizo más amplia, mientras el color de sus ojos tomaba un matiz más cálido. El corazón de Lali dio un extraño vuelco como respuesta, y rápidamente puso la mano sobre su copa de agua y la acabó de un trago.

—¿Algo para tomar, chicos? —preguntó la camarera, cuya placa la identificaba como DULCE. No cabía duda de que lo era.

—¿Tienen carta de vinos? —preguntó Peter con suavidad, enarcando una ceja en dirección a Lali, sin duda esperando hacer que lamentara su comentario de «date un capricho».

—Básicamente tenemos dos colores. Tinto y blanco.

Peter dibujó su célebre sonrisa y Dulce a punto estuvo de tragarse el chicle.

—Entonces, ¿cuál es el mejor tinto que tienen?

Ella nombró un Merlot francés y Peter pidió una botella.

—Claro. Vuelvo en un minuto y les tomo el pedido.

—Hum. Ni siquiera me ha preguntado qué quiero para beber —advirtió Lali.

—Bueno, seguramente da por descontado que tú eres mi cita y que yo pedía por los dos. ¿Quieres que le llame y le pida que vuelva?

—Cierra el boca, chico rico. El Merlot me parece bien.

Con otra risilla, Peter abrió el menú.

—Tú ya has comido aquí, ¿no? ¿Qué me recomiendas?

—Las ensaladas son buenas. Y los palitos.

—Discúlpeme —dijo una voz emocionada que llegaba desde detrás de Lali, y ésta levantó la cabeza. Junto a la mesa había una despampanante rubia con un vestido cuyo escote le llegaba al ombligo y el bajo subía hasta la entrepierna.

—¿Sí? —preguntó, sin estar segura de si ponerse a gritar o a reír.

—¿Eres Juan Pedro Lanzani? —preguntó la mujer, ignorando a Lali.

Peter parpadeó.

—Ah, es a mí. Pensé que estaba hablando con ella. Sí, lo soy.

—¿Podrías firmarme un autógrafo?

—Por supuesto. ¿Tiene un lapicero? —La mujer le entregó una servilleta y un lapicero en la cual Peter le firmó—. Ahí tiene.

—¿Qué me dices de tu número de teléfono? —La rubia se rio como una tonta, pero volvió a colocar la servilleta en la mano de Peter.

Lali se habría puesto de pie de no ser porque Peter le dio una patada por debajo de la mesa.

—¡Ay! —se quejó, fulminándole con la mirada.

—Lo siento, pero no doy mi número de teléfono.

—¿Estás seguro? —La chica del ombligo se relamió los labios.

—Permítame que le diga —prosiguió Peter, brindándole una cálida sonrisa, aunque Lali notó que sus ojos permanecieron fríos e imperturbables—, que en este preciso instante estoy ocupado disfrutando de la compañía de una preciosa dama con la que me encanta pasar cada momento libre del que dispongo. —Se enderezó un poco más, bajando la voz prácticamente a un murmullo—. De modo que le agradezco su interés, pero jamás, ni en un millón de años, voy a darle mi número de teléfono. Buenas noches.

Con la cara roja como un tomate por debajo de los dos centímetros de maquillaje, la mujer se dio media vuelta, y se marchó mientras contorneaba sus perfectas caderas.

—Pero qué genial eres. —Susurró Lali.

—Al menos podrías fingir estar celosa —dijo, tirando de su mano por encima de la mesa para besarle los nudillos.

Claro que había estado celosa, pero de ningún modo iba a decírselo. No hasta que pudiera descifrar por sí misma qué significaba eso. Al menos no le había entrado el pánico y tratado de pegar a una mujer casi desnuda por acercársele sigilosamente por la espalda.

—No es tu tipo.

—¿Y cuál es exactamente mi tipo? —preguntó.

Continuará…