Capítulo 12

Hola chicas!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien y ya preparadas para empezar el finde con todo y dispuestas a disfrutar!!! :D Gracias por estar, engancharse, comentar y darse el tiempo de leer!!!! Me alegra les guste! Besos y a ver si pronto hacemos maratón ;) Hasta mañana!

Twitter: @Caparatodos

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—Porque no me interesa el sexo —aseguró cogiendo un trozo de pan y dándole un mordisco. Peter observó cómo disfrutaba. «Estás mintiendo», pensó—. Y eso quiere decir que no te intereso —continuó Lali cuando terminó de masticar.

—¡Hey! —dijo molesto—. ¿Qué te hace pensar que sólo me interesa el sexo?

Capítulo 12:

—Que eres un hombre. La estadística demuestra que a ustedes sólo se interesan por tres cosas: su carrera profesional, el deporte y el sexo. Por eso les gustan las porristas.

—Eso es muy sexista —aseguró Peter dejando el tenedor en la mesa.

Lali se pasó la lengua por una miga que tenía en los labios y a Peter se le pasó el enojo. Era muy divertido mirarla cuando no tenía fruncido el ceño: tenía una piel suave y blanquecina, ojos oscuros, una nariz pequeña y una boca voluptuosa, delicada, carnosa y rosada.

—Ya lo sé, pero es verdad, ¿no?

—¿Qué? —preguntó Peter intentando saber por dónde iba la conversación—. ¡Ah!, lo del deporte y el sexo. En absoluto. Estamos en el siglo veintiuno, hemos aprendido a ser sensibles.

—¿Sí?

—Por supuesto.

Lali puso cara de no creerle y Peter le sirvió un poco de vino.

—No puedo más. Ya tomé mucho en el bar.

—Yo me encargo de que llegues bien a tu casa —la tranquilizó acercándole más el vaso.

—Y quién me asegura que saldré ilesa después de estar contigo.

—Eso ha sido un golpe bajo —le dijo con más brusquedad de la que pretendía.

Lali lo miró a los ojos y pensó: «Ya empezamos».

—Tienes razón. No has hecho nada para merecerte todo esto. Te pido disculpas —frunció el ceño como si estuviera pensando en algo—. De hecho, te pido perdón por toda la noche. Mi novio me dejó media hora antes de que te acercaras a mí y estaba furiosa. Entonces me di cuenta de que no me había gustado nunca y de que la persona con la que real-mente estaba enojada era conmigo por ser tan tonta.

—No lo eres. Cometer errores no es de tontos, es la regla para aprender.

—Gracias. En cualquier caso tú no tienes la culpa —lo excusó mirándolo con cara de estar confundida—. Es decir, tú tienes tus culpas, pero no deberías pagar por las de otro. Perdón.

—No pasa nada —dijo un tanto confundido también. ¿De qué culpas estaba hablando?—. Tómate el vino. Es muy bueno.

—Tienes razón, es excelente —aseguró después de darle un sorbo.

—Buenísimo, entonces volveremos otra vez —sugirió y después se enojó con él mismo pues no estaban llegando a ninguna parte.

—Otra frase hecha —lo acusó Lali sin malicia—. Así no avanzamos y lo sabes. ¿Qué te pasa? ¿Ves a una mujer y automáticamente te conviertes en una grabadora?

—Ok, ¿eso me lo dices también por culpa de tu novio? Porque normalmente no me pongo paranoico, pero parece estás en mi contra.

—Ahora no te pongas quisquilloso. Eres guapo, tienes un cuerpo que hace que a las mujeres les tiemblen las rodillas, ¿y te pones a llorar?

—¿Te tiemblan a ti?

—Lo hacían hasta que empezaste a lloriquear —dijo después de masticar un trozo de pan—. Ahora se ha roto la magia.

Peter observó cómo se pasaba la lengua por el labio inferior y se vio afectado por dos meses de celibato y toda una vida acostumbrado a hacer lo mismo.

—Dame una oportunidad, te apuesto que consigo que vuelva.

Lali detuvo la punta de la lengua en el labio y clavó sus ojos en los de Peter durante un largo rato y en esa oportunidad, el brillo reapareció, el sonido se desvaneció hasta convertirse en silencio y sintió todas y cada una de sus terminaciones nerviosas, «Es él», pensó.

Metió la lengua, meneó la cabeza para despejarla y pensó: «¡Ni fregando!».

—No apuesto nunca. Estadísticamente, el juego no es nada práctico para obtener ingresos.

—No es un método para generar ingresos. Es una forma de vida.

—¿Crees que podríamos ser más incompatibles?

—No —contestó. Los ojos de Lali se desviaron hacia un punto detrás de él y notó que contenía el aliento.

Se volteó y vio a Emilio con un oloroso plato de pollo a la mostaza.

—¡Dios mío! —exclamó Lali.

—Servir a alguien que sabe apreciar la comida es un placer. Pruébalo —le pidió Emilio sonriendo.

Lali cortó un trozo y se lo llevó a la boca. Pareció sorprendida, cerró los ojos y empezó a masticar con la cara llena de placer. Después de tragar, miró a Emilio con ojos brillantes.

—¡Increíble! —exclamó y Peter deseó: «Mírame a mí así».

—Prueba los champiñones —la animó Emilio contentísimo.

—Desaparece —le pidió Peter, pero éste se quedó hasta que Lali probó uno y dijo sinceramente emocionada que era un genio.

—¿Puedo colgarme alguna medalla por haberte traído aquí? —preguntó Peter cuando finalmente Emilio se fue.

—Sí, eres un genio para los restaurantes. Ahora no hables para que pueda concentrarme en la comida.

Peter suspiró y renunció a continuar la conversación durante el resto de la cena. Cuando Lali insistió en pagar a medias se produjo cierta tensión.

—Invito yo, basta —durante un instante pareció que iban a discutir, pero después Lali accedió.

—Gracias. Ha sido una cena maravillosa en mi nuevo restaurante favorito —Peter se sintió halagado por primera vez en toda la noche.

Cuando se fueron, Lali le dio un beso a Emilio en la mejilla.

—El pan estaba muy bueno, pero el pollo era una obra de arte —aseguró antes de besarlo en la otra mejilla.

—¡Bueno, bueno! Que estoy aquí y pagué la cena —protestó Peter.

—No supliques —le dijo saliendo por la puerta.

—Lanzani, creo que has encontrado la horma de tu zapato —dijo Emilio.

—Ni de broma —lo contradijo Peter, contento de poder estar a solas con él—. Ésta ha sido nuestra primera, última y única cita.

—No te creo. Me di cuenta de la forma en que se miraban.

—Eso era miedo y antipatía —aseguró Peter abriendo la puerta.

—¡Qué tonto eres! —dijo Emilio, pero Peter no le hizo caso y salió en busca de Lali.

Continuará…