Capítulo 13

Hola, hola!!!! ¿Cómo están? ¿Qué tal llevan el sábado? Disfrutándolo, espero, hay que aprovechar los fines de semana a más no poder así que espero así lo hayan pasado, aprovechándolo a full!!!! Muchas gracias por estar ahí, chicas, son lo más!!! :D Gracias por leer!!! Besos y mañana nos leemos!!!

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—Eso era miedo y antipatía —aseguró Peter abriendo la puerta.

—¡Qué tonto eres! —dijo Emilio, pero Peter no le hizo caso y salió en busca de Lali.

Capítulo 13:

—El encaprichamiento es la parte más divertida de enamorarse —le dijo Melisa a Benjamín cuando finalmente se acomodaron en Serafino y el mozo les sirvió una carne especialmente cara.

Benjamín sonrió y pensó: «Apuesto a que Lali no está hablando de psicología con Peter». Sabe Dios lo que estará haciendo. Fuera lo que fuera, encontraría la forma de ponerle fin.

—El encaprichamiento estimula una sustancia química en el cerebro llamada feniletilamina. Se te acelera el corazón, se te corta la respiración y te mareas, tiemblas y no puedes pensar. Eso es lo que les pasa a las personas cuando creen que se han enamorado y todo el mundo pasa por lo mismo —Melisa esbozó una sonrisa encantadora y ausente—. Nuestro encaprichamiento fue maravilloso. No podíamos resistirnos el uno al otro.

—Mmm... Repíteme por qué lo suyo no va a salir bien —le pidió cogiendo su copa de vino.

—Bueno, a estas alturas estará dándose cuenta de que tiene que cortar por lo sano. La acompañará a su auto para asegurarse de que no le pase nada, le tomará la mano y le dirá: «Que seas feliz», y allí habrá terminado todo.

—¿Y si se siente atraído por ella?

—Ya te lo dije, eso no va a pasar —aseguró, su sonrisa había desparecido—. Y si pasara, que no va a ser, volvería a salir con ella para buscar más indicadores, pruebas de que es la mujer a la que debería amar. Como saber si le cae bien a su familia y amigos. Pero ella no es co-mo las que le gustan a Victorio, rubias de risita tonta, y dudo mucho de que Agustín, que es visual, se haya fijado en ella, así que no son sus amigos los que lo han animado a salir con ella.

—Es difícil saber qué fue lo que lo impulsó a hacerlo —dijo Benjamín intentando parecer inocente.

—Y no se la va a presentar a su familia, pero en el caso de que lo hiciera, la madre de Peter la odiaría, le cae mal todo el mundo, así que eso no podría ser un indicador, puesto que él necesita que su familia la apruebe.

—¿Así que me estás diciendo que se rechazarán el uno al otro simplemente por eso? ¿Porque su familia y amigos no darán el visto bueno?

—A no ser que a Lali no le guste su familia o intente rebelarse contra ella. En ese caso, el rechazo la llevaría directamente a los brazos de Peter, aunque no creo que sea el caso.

—No, son bastante unidos —corroboró Benjamín acordándose de las dos cenas con los padres de Lali en las que había estado en los últimos meses.

—La familia y los amigos tienen mucho poder. Por eso he sido muy amable con Agustín estos últimos meses. No te preocupes Benjamín, no va a pasar nada. Peter está en la fase amor maduro y compromiso conmigo, no se sentirá atraído por ella.

—Amor maduro. Esa sería la cuarta fase, ¿no? —preguntó Benjamín para demostrarle que había estado escuchando.

—Sí. El encaprichamiento no dura porque es algo condicional y las condiciones cambian, pero cuando se trata de amor verdadero, es maduro e incondicional y se libera una nueva sustancia química en el cerebro, unas endorfinas que te hacen sentir cariño, paz y satisfacción siempre que estás con la persona amada —Melisa respiró profundamente—. Y triste cuando no estás con ella, porque cuando esa persona no está presente, el cerebro no genera esas sustancias.

—Ah, así que estás sufriendo una falta de endorfinas.

—Temporalmente —replicó levantando la barbilla—. Volverá. Ahora no se acuesta con nadie y eso le causa dolor, un indicador fisiológico que intensificará su compromiso conmigo.

—Dolor —repitió Benjamín pensando en que cualquier cosa que le causara dolor a Peter era buena.

—Para poder pasar del encaprichamiento al compromiso, Peter tendrá que experimentar alegría o dolor cuando esté con Lali. La alegría podría proporcionársela una buena conversación o el buen sexo, el dolor le aportaría celos, frustración, miedo, cualquier cosa que le cause estrés. El indicador del dolor es la razón por la que hay tantas relaciones en tiempo de guerra o en las oficinas.

—Ya —dijo Benjamín acordándose de una alumna.

—Aunque no creo que eso vaya a producirse esta noche. Se va a aburrir. Debo de reconocer que saber que Lali es aburrida y frígida me reconforta.

—Yo no he dicho que lo sea. No habría salido con alguien así —protestó Benjamín.

—Pues entonces deberías haber aguantado más. El encaprichamiento dura de seis meses a tres años y no se puede saber si se ha encontrado a la persona adecuada hasta que se pasa por esa fase. Tú abandonaste a los dos meses así que no has podido llegar al encaprichamiento y ella tampoco. Un error.

—¿De seis meses a tres años? Pues tú libraste de Peter a los nueve meses. Un error.

—No lo fue —le contradijo dejando el tenedor en la mesa—. Conozco bien a Peter. He escrito artículos sobre él y está en la fase de encaprichamiento, los dos lo estamos.

—¿Has escrito sobre tu amante? —preguntó Benjamín dejando de comer horrorizado.

—Bueno, no utilizaba su verdadero nombre. Ni tampoco decía que fuera mi amante.

—¿No te parece poco ético?

—No —aseguró Melisa empujando su plato hacia delante sin haber probado prácticamente la comida—. Así fue como nos conocimos. Había oído hablar de él a un par de clientas. Tenía una reputación… interesante por así decirlo

—Y sí —dijo Benjamín pensando lo peor para Juan Pedro Lanzani, el Don Juan—. Totalmente inmerecida.

—¿Me estás bromeando? Lo estaba estudiando y me conquistó —dijo volviendo a curvar los labios—. La naturaleza le ha regalado esa cara y ese cuerpo, y sus padres le dieron cariño era niño. Le enseñaron caer bien a la gente para que ésta lo aceptara y a quien más le gusta caer bien es a las mujeres, que están más que encantadas por eso, por su aspecto físico. Así que su físico le garantiza la pasión y su encanto la atracción. Es una de las soluciones adaptativas más elegantes que he visto nunca. Los artículos que escribí sobre él tuvieron mucho éxito.

Benjamín intentó imaginárselo de niño, esforzándose por ganar el cariño de la gente y lo único que consiguió fue conjurar la imagen de un niño guapo de pelo castaño bien vestido, apoyado en unos columpios, sonriéndoles a las niñas muy seguro de sí mismo.

—¿Sabía que escribías sobre él?

—No, sigue sin saberlo y nunca lo sabrá. Ese proyecto ya ha finalizado. Ahora estoy escribiendo un libro, con contrato. Casi he terminado —dijo esbozando una sonrisa felina muy satisfecha—. Lo que quiero decir es que no soy una chica tonta que se queja. Sé que me amaba, tengo pruebas clínicas de que todavía lo hace. Y pronto volverá conmigo, siempre que tu Lali no lo distraiga.

—Entonces —comenzó a decir Benjamín acercándose a ella—, si queremos asegurarnos de que no llegan a... ¿Cómo se llama? ¿Atracción? ¿Qué hacemos?

—¿Hacer? —repitió con los ojos muy abiertos y dejando la copa en la mesa—. Supongo que podríamos hablar con sus amigos y familias, y crear conflicto, también podemos ofrecerles distintos tipos de satisfacciones para contrarrestar lo que suceda entre ellos. Pero eso no sería... Benjamín, no es necesario que hagamos nada. Peter me ama.

—Ok —aceptó Benjamín volviendo a recostarse. «La familia —pensó—. Les caigo bien».

—Ya estoy cansada de hablar de ellos —dijo sonriendo—. ¿A qué te dedicas?

«Ya era hora de que habláramos de mí», pensó Benjamín.

—Trabajo en desarrollo de software —confesó y observó que a Melisa se le ponían los ojos vidriosos.

Continuará…