Capítulo 17

Hola, hola!!! ¿Qué tal empezaron el día? Ojalá que todo bien y disfrutándolo a más no poder!!!! Gracias por coparse con la nove! Un beso y mañana nos leemos de nuevo!!! Qué tangan buen sábado :D

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Lali hizo un gran esfuerzo por adivinar qué estaba diciendo. ¿Se preocupaba tanto que se sentía incómodo? En ese caso, debía ser por el bebé, porque a ella no le profesaba ningún sentimiento profundo, ¿o sí?

Capítulo 17:

—Peter, necesito entender esto. ¿Estás hablando de vínculos emocionales?

—Sí, supongo que sí —admitió a regañadientes. Sintiendo una necesidad abrumadora de tocarlo, Lali consiguió soltar una nerviosa carcajada.

—Tiene gracia que lo menciones —murmuró—. Porque yo también tenía algo que decirte al respecto.

—¿De qué se trata?

—Tengo la sensación de que te has echado atrás respecto a la idea de casarnos. Quería preguntarte si eso seguía siendo una opción.

Lali no había dormido casi nada pensando en cómo preguntárselo. Era terrible tener que preguntar a un hombre si seguía queriendo casarse con ella. Pero era por el bebé, se dijo por enésima vez.

—No esperaba volverme a casar —murmuró Peter, jugando con un par de alicates que habían dejado olvidados sobre el mostrador.

—Sé que lo sugeriste exclusivamente pensando en el bebé —contestó, logrando mantener la voz firme.

—Te daría cualquier cosa que necesitaras para mantener a tu hijo —continuó Peter—. Económicamente me ha ido bastante bien en los últimos años.

—Lo sé.

—Mi casa... —los alicates hicieron ruido al caer en un cajón —...está en un buen vecindario. Tú y él... los dos podrían vivir allí. Yo me mudaré a un departamento. Tal vez el tuyo esté bien para un bebé, pero cuando crezca...

—No pensaba quedarme en mi casa —le dijo fríamente —. Puedo comprarme una casa yo sola.

—No si no trabajas durante el primer año —se volteó para mirarla —. Piensas quedarte en casa con él durante un tiempo, ¿no es así? Mientras sea pequeño.

—Sinceramente, mis planes no están muy claros, Peter, pero no tienes por qué preocuparte. Haré lo mejor para nuestro hijo, con o sin ti —se acercó a la mesa donde había dejado los planos el día anterior después del accidente. Con el corazón dolido, sintió el impulso de desquitarse—. Como es lógico, te mantendré informado, pero a distancia, ya que tienes tanto reparo en acercarte. Ahora, antes de que vuelva a la oficina, necesito repasar estos cambios.

—¡Al diablo con los cambios! —le dijo, con la voz vibrante de emoción —. Estuve tan cerca como era posible cuando un conductor borracho arrancó a mi esposa y a mi hijo de mi vida hace cinco años —dijo Peter, mirándola a los ojos—. ¿Puedes creer que ni siquiera recuerdo los seis meses siguientes? Fue un infierno, peor que eso. Y durante dos años, sólo estaba medio vivo. Trabajaba siete días a la semana, catorce, dieciocho horas al día intentando olvidar. Lo que quiero que entiendas es que no puedo volver a correr ese riesgo.

El corazón le palpitaba con tanta fuerza que Peter debía de escucharlo.

—Lo siento. Lo... lo entiendo, Peter.

Peter se dio la vuelta, aferrándose a la encimera con ambas manos.

—No. Yo soy el que lo siento, créeme. Primero Martín y ahora esto...

Lali dio un paso y le tocó el hombro.

—No pasa nada.

—Sé que el bebé necesita un padre —dijo Peter con voz grave y áspera—. No quiero desaparecer del mapa por completo, te juro que no. Sólo que no creo...

—No crees que puedas ser la clase de padre que fuiste para... para tu primer hijo —declaró, sintiendo lágrimas en los ojos de repente y que la garganta se le cerraba.—. ¿Es eso?

Peter se encogió de hombros, pero ella sabía que era cierto. Aun así, anhelaba rodearle la cintura con los brazos, apoyar la mejilla en su hombro y prometerle que no tendría que sobrevivir a otra tragedia personal. Entonces se le ocurrió pensar que Peter nunca estaría realmente vivo si no superaba el miedo a abrir su corazón.

—Peter, mírame —se volteó con una mirada tan torturada que Lali casi perdió el valor de decir nada—. Tal vez no tenga derecho a hablar de pérdidas, desde luego no la clase de pérdida que tú has sufrido, pero yo creo que nadie viene al mundo con garantías. Sé que parece muy trivial, pero a las personas buenas también les ocurren desgracias.

Peter emitió un gemido y Lali sintió que se le encogía el corazón. Le rodeó la cintura con los brazos desde atrás y apoyó la mejilla en su espalda.

Los latidos de su corazón eran fuertes y rítmicos, pero un tanto desesperados. Dios, aquel hombre tenía algo que la conmovía.

Las manos de Peter cubrieron las suyas en la cintura.

—Estuve a punto de morir —dijo con voz ronca—. Me despertaba cada mañana detestando seguir vivo. Quería morir.

Lali no pudo hablar por un momento al imaginar a Peter hundido y aislado, encarcelado por el dolor. Nadie querría volver a pasar por aquella angustia por segunda vez. Pero nadie podía tener esa seguridad.

—¿Nunca has pensado que podría haber alguna razón por la que no murieras?

—Mala suerte.

Lali soltó una carcajada nerviosa.

—Dale, Peter, yo no lo creo —con un suspiro, empezó a alejarse, pero Peter se giró y tomó su rostro entre las manos, estudiándola sin decir palabra durante un largo momento.

—Sé lo que estás pensando, Lali, que este bebé es la razón de que haya sobrevivido.

Lali examinó su rostro con la misma intensidad.

—¿Y por qué no puede ser cierto?

—Tal vez... en un mundo en el que todo tuviera un sentido.

Fuera, el ruido de la potente maquinaria hizo estremecer las paredes de la oficina de Peter. ¿A eso se debía el extraño temblor que sentía?, se preguntó Lali. ¿O era que volvía a estar tan cerca de Peter como en la noche que los dos querían olvidar?

Continuará…