domingo, 27 de julio de 2014

Capítulo 14


Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien por ahí y que hayan disfrutado/aprovechado el domingo!!! Gracias por leer y espero disfruten el capítulo de hoy! Besos y que empiecen con todo la semana!!!! Vamos a ponerle al lunes, buena cara! Nos leemos mañana ;)

Twitter: @Caparatodos
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—Ya estoy cansada de hablar de ellos —dijo sonriendo—. ¿A qué te dedicas?
«Ya era hora de que habláramos de mí», pensó Benjamín.

—Trabajo en desarrollo de software —confesó y observó que a Melisa se le ponían los ojos vidriosos.

Capítulo 14:

Una vez fuera del restaurante de Emilio, Lali respiró con fuerza el aire fresco y pensó «Soy feliz». No cabía duda de que comer bien era el mejor antídoto para la cólera y la humillación. Saberlo le vendría muy bien en el futuro.

—¿Dónde tienes el auto? —preguntó Peter cuando salió y rompió el encanto.

—No vine en uno. Me voy a ir caminando —dijo ofreciéndole la mano—. Gracias por esta maravillosa velada. Bueno, casi. Adiós.

—No. ¿Por dónde se va a tu casa? —preguntó Peter sin hacer caso a la mano que le estaba ofreciendo.

—Me voy caminando —contestó fastidiada.

—¿Sola y de noche? Ni hablar. Me educaron bien. Te voy a acompañar hasta tu casa y no vas a poder hacer nada para evitarlo. Así que, ¿hacia dónde vamos?
Lali pensó en discutir con él, pero no tenía sentido. Incluso una sola noche con él le había demostrado que conseguía todo lo que se proponía.

—Está bien. Muchas gracias. Por aquí.

Comenzaron a caminar acompañados por el sonido del viento al chocar los árboles y el apagado ruido de la calle, y Peter se acomodó fácilmente a su paso. El sonido de sus pisadas coincidía a la perfección con el ritmo que marcaban los tacos de Lali.

—¿A qué te dedicas? —preguntó Lali.

—Dirijo un grupo de seminarios de formación empresarial con dos socios.

—¿Eres profesor? —preguntó sorprendida.

—Sí y tú asesora de seguros. Respeto mucho tu profesión. Tú lo haces por dinero y yo por diversión.

—¿El qué?

—Calcular si algo es una buena apuesta o no. Tú eres una jugadora. Apuestas con millones para compañías aseguradoras y yo con billetes de diez.

—Sí, pero yo no pierdo mi dinero.

—Yo tampoco.

—¿Ganas todas tus apuestas? —preguntó con voz apagada por la incredulidad.

—Casi todas.

—¡Ah, bueno! ¿Por eso te dedicas a los negocios por tu cuenta? ¿Para poder controlar los riesgos?

—No, simplemente no quería trabajar para nadie. No me quedaba otra solución.

—Tenemos que doblar aquí —le explicó aflojando el paso cuando llegaron a una esquina—. Mira, puedo...

—Sigue caminando —le pidió Peter y Lali obedeció.

—¿Cómo se llama tu empresa?

—Lanzani, Sierra y D’Alessandro.

—¿Sierra y D’Alessandro son los otros dos que estaban contigo en el bar? ¿El alto y morocho, y el cache... esto, el que tenía pinta de deportista?

—Sí. ¿Cachetón? —preguntó sonriendo.

—Una de mis amigas lo dijo, pero como cumplido.

—Seguro. La rubia, ¿no?

—¿Te fijaste en ella? —preguntó Lali, que sentía remordimientos.

—No, el cachetón se fijó en ella.

—No le digas nada. No quería herir sus sentimientos.

—Agustín no se deprime tan fácilmente, pero no se lo diré.

—Gracias.

Cuanto más se alejaban de la calle principal, más oscuro era el camino, a pesar de los postes de luz. Lali agradeció que le acompañara.

—¿Y por qué te contrata la gente? Quiero decir, a ti específicamente.

—Hacemos programas a medida. En toda enseñanza siempre hay un tanto por ciento de alumnos que no consigue entender el material. Nosotros garantizamos un cien por cien y trabajamos hasta que lo conseguimos.

—Eso me suena a marketing.

—También es la verdad.

—¿Y cómo lo consigues? ¿Con tus encantos?

—¿Qué tienen de malo?

—Que normalmente no van de la mano con la honestidad.

—La gente se cierra cuando tiene miedo. Lo primero que hacemos es analizar a los alumnos para saber cuáles están asustados y cómo se comportan. Algunos se quedan al margen y entonces los ponemos con Victorio. Es un tipo muy amable, sabe cómo tranquilizar a cualquiera para que aprenda.

—Me parece un poco marciano —dijo Lali intentando imaginarse a Victorio como uno de esos gurús de autoayuda con mucha labia.

—Eres muy desconfiada. Cuando hay gente que sabe esconder sus miedos y entorpece las clases, se los pasamos a Agustín. Bromea hasta que todo el mundo está relajado.

—¿Y cuáles te tocan a ti?

—Los enojados, los que están furiosos por estar asustados.

—Y tú utilizas tus encantos para tranquilizarlos.

—Bueno, yo no lo describiría de esa manera, pero sí, supongo que puede interpretarse así.
«Los enojados». Siguieron caminando en silencio y sus pasos resonaban con el mismo ritmo.

—Entonces esta noche te habrás sentido muy cómodo conmigo.

—No. Tú no estás furiosa porque tengas miedo. Dudo mucho de que haya algo que te asuste. Lo estás porque alguien se ha portado mal contigo y no hay suficiente encanto en el mundo como para que lo olvides hasta que hayas resuelto una cuestión más profunda.

—Y sin embargo lo intentaste.

—No. En cuanto me dijiste que te habían dejado, di un paso atrás.

—Sí, supongo —dijo Lali tras pensarlo unos segundos.

—¿No te arrepientes de haber estado gruñendo toda la noche?

—No, porque habías puesto en práctica tus encantos antes, lo que significa que estabas intentando conseguir algo de mí. Sabe Dios qué —«¡Sexo para ganar una apuesta, idiota!»—, y no te merecías salirte con la tuya.

—Tienes razón —aceptó Peter unos pasos más adelante.

Lali sonrió en la oscuridad y pensó: «Bueno, al menos tiene una pizca de honestidad, lástima que sea mínima». Continuaron caminando en silencio hasta las escaleras de su casa.

—Ya llegado. Muchas gracias.

—¿Dónde? No veo ninguna casa.

—Allí arriba —le explicó señalando una pequeña colina—. Las escaleras llevan hasta ella. Así que...

—¡Dios! Parece el Everest. ¿Cuántos escalones hay?

—Treinta y dos, y otros veintiséis hasta mi departamento, que está en el altillo —le explicó extendiendo la mano—. Nos diremos buenas noches aquí. Gracias por acompañarme a casa. Que tengas mejor suerte la próxima vez.

—No voy a dejar que subas hasta allí sola.

—No pasa nada. El setenta y ocho por ciento de las agresiones a mujeres las comete gente conocida.

—¿Otro ataque a mi persona?

—No, simplemente no conozco a nadie que suba treinta y dos escalones para atacarme, así que no tengo nada que temer. Puedes irte a casa tranquilo.

—No —dijo con paciencia—. Empieza a subir, yo iré detrás de ti.
«Detrás de ella». ¿Treinta y dos escalones mirándole el culo?

—¡Ni hablar!

Continuará…

15 comentarios:

  1. ...¿Treinta y dos escalones mirándole el culo?... ajjajajajajaja me mató!
    Quiero más!
    Lore

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  2. Son la histeria con patas.. q le diga q escucho lo de la apuesta! Debo confesar q los cap donde aparecen solo Benjamin y Melisa no los leo, eso firmo estos jajaja.. buena semana genia!
    Belu

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  3. +++++++++
    @x_ferreyra7

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  4. jajajjaja treinta y dos escalones mirandole el culo jajajjaja mori con esto,me encanto el capi

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  5. alguien por alli arriba dijo que son la histeria con patas y tiene razón!!! Me encanto el capítulo!!! treinta y dos escalones mirandole el culo me mato jajajaaj
    Espero el proximo

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  6. Ja ja! Don geniales.... realmente son la histeria con patas como dijieron por allá arriba me encanta mas! !!

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  7. Peter muy educado y Lali super directa me.identifico.con.ella, quiero otro capi.
    Felices Fiestas Patricias mi querida Amiga ya son mas de las doce y super orgullosa de ser Peruana, te escribo recien ya q el sabado y domingo sali con.mi bb y amigas a circos a pedido de.los bbs :) y claro más tarde me divierto yo jaja
    Ruthy

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  8. jajajjaja que lali se deje llevar maas! Mas nove

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  9. Ajajaj te jufo me matan, peter trata de ser caballero y lali preocupada por si le mira el culo aajjaja. Esperonel proximo,beso!Giu

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  10. Es cierto que Peter hizo una apuesta, pero a veces pienso que se olvida de ella =)

    espero maaas

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  11. Quiero saber que va a pasar muero de la intriga, me da mucha risa que Lali este preocupada por que le vea el culo jajajajajaja

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  12. Agustín ,Victorio ,y Peter ,x ña descripción d este ,si k parecen un gabinete psicológico.
    Nos mató con los 32 escalones mirándole el culo.

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