miércoles, 16 de julio de 2014

Capítulo 3


Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? ¿Qué tal estuvo su día? El mío con estragos de finales… tanto así que me quedé dormida en la tarde y al levantarme no sabía en qué día estaba y juraba que era de madrugada jijiji :P Bueno, espero que hayan tenido un buen día y lo terminaran aún mejor de lo que lo empezaron!!! Gracias por leer ;) Besos y hasta mañana!

Twitter: @Caparatodos
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—Lo intenté —replicó Lali.

—Bueno, eso es lo de menos —la cortó María moviendo la cabeza—. Lo único que necesitas es un acompañante para ir al casamiento. Si ese bruto tarda dos meses en dejarte, tienes tiempo. Así que acércate a...

Capítulo 3:

—No —dijo Lali dándoles la espalda para mirar los carteles en blanco y negro del bar: Paul Newman jugando al billar en El buscavidas; Marlón Brando tirando unos dados en Ellos y ellas, entre otros. ¿Dónde estaban las jugadoras? Parecía que el simple hecho de ser mujer no fuera un riesgo de por sí. El veintiocho por ciento de las víctimas femeninas de un homicidio muere a manos de sus maridos o amantes.

Lo que, si se piensa bien, era por lo que allí no había ninguna mujer jugadora. Vivir entre los hombres ya entraña suficiente riesgo. Luchó contra el deseo de darse la vuelta y mirar al idiota que había en la tarima. En realidad, lo más inteligente era dejar de salir con ellos y buscarse un gato.

—Ya sabes que no irá a hablar con él —le dijo Candela a María—. En términos estadísticos, el resultado probable no es propicio.

—¡A la mierda esas historias! —María le dio un codazo a Lali y le echó la Coca-cola en el vaso—. Imagina a tu madre si lo llevas a la boda. Hasta te dejará comer lo que quieras. ¿Cómo se llama? —preguntó mirando a Candela.

—Juan Pedro Lanzani. Cuando la dejó, Noelia estaba comprando revistas de bodas y practicando su nueva firma como Noelia Lanzani.

—Seguramente la dejó por eso —concluyó María horrorizada.

—Juan Pedro Lanzani.
Muy a su pesar, Lali se había dado la vuelta para mirarlo.

—Acércate y dile a Benjamín que esperas que se le cure pronto el sarpullido. Después te presentas al canalla, sonríes y no hablas de estadísticas —la animó María incitándola con un dedo.

—Eso sería muy superficial. Tengo treinta y tres años. Soy una persona madura. Me da igual ir al matrimonio de mi hermana sin acompañante. Valgo mucho más que todo eso —Lali se imaginó la cara de su madre cuando se enterara de que Benjamín era parte del pasado y pensó: «No, no lo valgo».

—Lo que pasa es que no tienes valor para ir al otro lado del local —la desafió María.

—Puede salir bien —la animó Candela frunciendo el entrecejo—. Y después de la boda lo puedes dejar y pagarle con la misma moneda.

—¡Sí, haz eso! ¡Hazlo por Noelia y todas las demás! —le pidió María poniendo cara de felicidad.

En ese momento estaba de perfil hablando con Benjamín. «Ese tipo debería estar en las monedas», pensó Lali. Por supuesto, siendo tan guapo, jamás saldría con ninguna mujer como ella, bajita y rellenita. Al menos que fuera para burlarse. Y a ella ya la habían despreciado suficiente por una noche.

—No —dijo yendo nuevamente a la barra. La idea del gato le parecía cada vez mejor.

—Mira, Estadísticas —la regañó María exasperada—. Ya sé que eres conservadora, pero últimamente parece que estás en formol. Salir con Benjamín debe de haber sido como hacerlo con un bloque de cemento. Y luego está tu departamento, incluso los muebles se han avejentado.

—Son de mi abuela —respondió Lali fríamente.

—Exactamente. Llevas poniendo el culo en ellos desde que naciste. Tienes que cambiar. Y si no lo haces por ti misma, tendré que ayudarte.

—¡No! —exclamó Lali, a la que se le había helado la sangre.

—No la amenaces —le pidió Candela—. Cambiará, ya crecerá. ¿No, La?

Lali miró de nuevo hacia la tarima y, de repente, acercarse allí le pareció una buena idea. Podría ponerse debajo de la horrible baranda e intentar escuchar, y si Juan Pedro Lanzani le parecía simpático —¡Ja! ¿Qué posibilidades había?—, podría subir y decirle algo agradable a Benjamín para que se lo presentara. De esa forma, María no iría a su casa con un camión de mudanzas para llevarse todos sus muebles mientras estaba trabajando.

—No me obligues a hacerlo —le advirtió María.

Estar enojada en la barra con forma de ruleta no la ayudaba en nada. Y con todo lo que sabía ya, no parecía que él pudiera hacerle mucho daño. Lali sacó pecho e inspiró profundamente. Allá voy, guapetón.

—No digas la palabra porcentaje en lo que queda de noche —le ordenó María mientras Lali se acomodaba la ropa y rogaba por que se le ocurriera una buena frase para conquistar antes de llegar allí y hacer el ridículo. De ser así, le escupiría al tipo, tiraría a Benjamín por la baranda y se compraría un gato.
«Al menos, tengo una alternativa», se dijo para darse ánimos antes de cruzar el local.


Peter Lanzani estaba pensando seriamente en tirar a Benjamín Amadeo por la baranda de fierro. «Tendría que haber sido más rápido cuando los vi venir», pensó. La culpa era de Agustín.

—Esa morocha tiene unas piernas increíbles —había comentado éste—. ¿La ves? Ahí, en la barra, la de morado. ¿Crees que le gustarán los jugadores de fútbol?

—Hace quince años que no juegas —dijo Peter tomando un trago y dejándose llevar hacia un estado de paz provocado por el alcohol que sólo lograba la persona sin gusto musical que estaba a cargo esa noche. Para él, los dos únicos inconvenientes del bar eran la horrorosa decoración y que Elvis Presley estuviera en el repertorio musical.

—Tienes razón, hace tiempo que no juego, pero ella no lo sabe —Agustín miró a la mujer—. Te apuesto a que se viene conmigo. Utilizaré el speech de la teoría del caos.

—No, no. Aunque esa historia es tan mala que tienes muy pocas probabilidades —dijo Peter mirando de reojo hacia la barra en forma de ruleta. La morocha era despampanante, o sea, del tipo de Agustín. Había una rubia alta también, de las que parecían modelos, la chica perfecta para su amigo Victorio. Detrás de la barra, Silvana se dio cuenta de que estaba mirando en esa dirección y lo saludó con la mano, pero no sonrió, lo que hizo que Peter se preguntara qué estaría pasando mientras hacía una seña con la cabeza.

—Ayúdame, que está acompañada. Tú te llevas a la petiza gordita del saco gris a cuadros y Victorio que ataque con la rubia. Te daría a ti a la rubia, pero ya sabes lo que le gustan.

—¿Qué tipo de rubia? —preguntó Victorio jalando a Peter del codo y mirando hacia el otro extremo el local—. ¡Ah!

—¿La de cuadros? —preguntó Peter volviendo a mirar hacia la barra.

Continuará…

15 comentarios:

  1. Saco a cuadros!!!!... Qué se puso?! Tal vez debería dejar que María le organice también el placard... jajaja
    Quiero más!
    Lore

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  2. Agustín repartiendo las chicas , Vico ,y Peter k lo van a secundar.
    Para matarlos con la estrategia,jajajajaj,aunque espero k les salga bien.

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  3. masssss!!!!!!!!!!! ♥♥♥
    besitoooos :3

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  4. jajaja peter queriendo tirar por la baranda a benjamin
    beso

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  5. Que malo Agus!! Espero maaaaaas

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  6. Es gorda lali? jajajaj Maaas nove

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  7. Vale cuidate no te duermas por las esquinas jaja, Me gusto mucho el capítulo espero mas

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  8. ++++++++++
    @x_ferreyra7

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  9. hay hay hay! jajajj, pobre lali! como me gustaria que vaya y lo mande a la mierda a benjamin!! y al gato con el que habla!
    Besos! Gracias por subir! espero el proximo por favor que pase rapido el tiempo!!

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  10. mmm saco a cuadros?? ayuda aajajaj Espero el proximo ya quiero saber. Pa mi que pronto el matador lanzani no se llevara tan mal con la chica gordita con el saco a cuadros ajajaj. beso! Giu

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  11. saco a cuadros? maria deberia ayudarla tambien con la ropa

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