Capítulo 66

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Espero que todo bien y afrontando el día con la mejor onda posible!!!! Gracias por leer :D Hasta mañana!!!! Besos

Jor, Feliz cumple!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Espero pases un lindo día y disfrutes con los que te quieren! Gracias por ser una lectora tan increíble! ;) Capítulo para ti! y ya sabes... jijijiji

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—Pues vas a poder. Todo empieza con Peter, ¿no?

—¿Por qué? —preguntó Lali incorporándose y limpiándose las lágrimas con la manga—. ¿Por qué tiene que empezar siempre todo con un chico?

Capítulo 66:

—Porque estamos hablando de un cuento de hadas. Siempre empiezan con el príncipe. O, si fueras Sonia, con la princesa. Comienzan con el gran riesgo. Estás sola, sentada en el jardín, o en tu caso en una silla ergonómica de oficina, aparece un hombre a caballo y tu futuro se planta delante de ti.

—¿Y si es el hombre equivocado? Aun aceptando, cosa que no hago, que toda esta historia comienza con un príncipe, ¿cómo lo diferencias de...?

—Los idiotas. Amiga, todos lo son.

—Victorio no lo es.

—¡Por favor! Está abajo roncando como un oso —Lali se rió a pesar de las lágrimas—. ¿De verdad crees que Peter es una equivocación?

—Bueno, pensando con lógica...

—No me obligues a tirarte el nesquik por encima.

—No tengo otra cosa en la que basarme. ¿Cómo voy a saberlo?

—Cuéntame tu cuento de hadas. No saldrá de aquí, nadie lo sabrá. Si pudieras tener lo que quisieras, sin dar explicaciones, sin lógica, sólo lo que...

—Peter. Sé que es estúpi...

—Idiota. ¡Dios mío! Ni siquiera puedes soñar sin poner calificativos. Cuéntame tu cuento de hadas.

Lali notó que volvían a caérsele las lágrimas y agarró a Elvis para acariciarlo y distraerse.

—Es Peter y me ama tanto que no puede soportarlo, casi tanto como yo lo amo a él. Y, esto... —ahogó las lágrimas—, encontramos una casa aquí en la ciudad, puede que en esta calle, como el de mi abuela. Con jardín para que Elvis pueda cazar. Y puede que un perro, me encantan los perros.

Candela asintió con la cabeza y Lali sollozó.

—Y yo sigo trabajando porque me gusta mi trabajo, al igual que Peter. Y me llama y me dice: «Lalita, estoy pensando en ti, nos vemos en casa dentro de veinte minutos» y hacemos el amor durante el día y es maravilloso...

Lali dejó de hablar para seguir sollozando.

—Y a veces vamos a donde Emilio y están todos allí, los miércoles o algo así, y nos reímos y nos ponemos al día de las cosas que han pasado, y cuando Victorio y tú vienen con los niños, Emilio pone más mesas y él y su mujer y sus hijos cenan con nosotros también y nos sirve Bernardo y a veces vamos a tu casa.

Candela sonrió y asintió con la cabeza.

—...y los hombres ven el partido y gritan y se quejan y tú, María, la mujer de Emilio y yo estamos en la cocina y comemos chocolates y hablamos de lo que hemos hecho nosotras y lo que han hecho ellos y nos reímos...

Lali respiró con fuerza y se dio cuenta de que no había dejado de llorar.

—Después Peter y yo nos vamos a casa —continuó con voz quebrada—, los dos solos y nos reímos más y nos abrazamos y hacemos el amor y vemos películas tontas y simplemente... estamos el uno con el otro. Nos sentimos bien porque estamos juntos. Eso es lo único que necesito. Los dos, hablando, cocinando y riéndonos. Es muy sencillo. Puedo conseguirlo, ¿no? —preguntó con una inspiración de aire que la hizo temblar.

—Si.

—Pero sólo si Peter es quien necesito que sea —Candela asintió—. Así que debo confiar en que sea quien creo que es y no quien él cree que es.

—Una lotería.

—¿Quieres saber lo que sucede después del final feliz? —dijo Lali—. Cuando la boda termina, todos se van a casa y los novios acaban de abrir todos los regalos que están en cajas que tienen grabada una corona dorada. Entonces acaba el cuento. Y la búsqueda, el enamoramiento y el trauma. A partir de ese momento todo se reduce a estar en el castillo sacándole brillo a las tostadoras que les han regalado en el casamiento.

—Bueno, eso depende del príncipe. No me imagino a Victorio sacando brillo a una tostadora —Lali comenzó a reír—. Aunque Agustín las conectaría todas y las regularía para que fueran soltando tostadas progresivamente —continuó Candela y Lali se rió con más fuerza.

—Y Peter podría hacer apuestas —intervino Lali riéndose y llorando a la vez—. Pero sólo después de haberlas probado mil veces para saber las probabilidades.

—Y Victorio pondría unos palos unidos con cinta amarilla para que nadie resultara herido con las tostadas voladoras —dijo con cariño.

—Y María calcularía cómo sacar provecho. Y tú te asegurarías de que Agustín compraba el pan a buen precio e invertirías el dinero sabiamente.

—Y tú lo observarías todo, calcularías el riesgo y nos dirías lo que nos faltaba.

—¿Sabes? Puede que esto de las tostadoras valga la pena estudiarlo. Agustín está medio loco, pero siempre tiene buenas ideas.

Candela asintió.

—Quiero el cuento de hadas —dijo Lali mordiéndose el labio y ahogando las lágrimas.

—Y seguro lo consigues. Sólo tienes que determinar cómo lograrlo.

—Sí. Eso sé hacerlo. Sólo tengo que pensarlo a fondo. ¿Vas a tirarme encima el nesquik?

—No, lo único ilógico que tienes que hacer es creer en ello. Después sólo tienes que ser inteligente.

—Buenísimo. Soy inteligente. Acto de fe, asumido. Plan, en marcha.

—¿Podrás dormir?

—Sí —contestó con lágrimas en los ojos—. ¿Por qué no puedo dejar de llorar?

—¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?

—No me acuerdo.

—¿Cuándo fue la última vez que algo te preocupo lo suficiente como para hacerte llorar?

—Tampoco me acuerdo.

—Puede que tengas que ponerte al día. Yo tengo que ir abajo a dormir con un oso —dijo Candela levantándose.

—No esperes que te compadezca, al menos tienes a Victorio —se despidió con una débil sonrisa.

—No, lo que espero es que me tengas mucha envidia.

—Y lo hago —aseguró pensando en el hombre que había dejado enojado a la luz de la luna—. Pero yo quiero a Peter.

Continuará…