Capítulo 86

Hola, hola!!!! ¿Cómo les va? Gracias por leer y estar ahí!!!! Espero estén disfrutando del día y aprovechando para arrancar la semana lo más arriba posible!!!! Gracias, gracias y hasta mañana ;) Besos y buen lunes muchachas!!!!

Twitter: @Caparatodos

____________________________________________________

—No me importa, te quiero de todas formas. Te quería cuando creía que habías hecho la apuesta y cuando pensaba que me estabas utilizando, cuando te gritaba en la calle y cuando te fuiste de la boda con Melisa, tonto.

Capítulo 86:

—La llevé a su casa y me fui —le explicó preocupado—. Te juro que...

—No me importa. Eso era lo que quería decirte, no me importa lo que hagas o digas. Voy a quererte siempre —Peter la miró, sorprendido—. Ya sé que es algo que no está socialmente aceptado, pero he pensado que debías saber que esta vez no lo vas a arruinar.

—¿No? —preguntó queriendo creerle.

—No, lo que no significa que no vaya a gritarte si me vuelves a hacer enojar. Soltaré unos gritos y daré portazos. Sólo que no estaré al otro lado de la puerta cuando lo haga. Soy tuya para toda la vida.

Peter se quedó sin aliento y apoyó la frente contra el hombro de Lali.

—Cuánto te amo.

—Y me alegro, porque tengo algo más que contarte.

Peter asintió, todavía aturdido.

—Me voy a ensanchar: caderas, muslos...

—No hasta las nueve y media —respondió Peter intentando no imaginarla.

—...cintura—continuó Lali—. ¿Qué dices? ¿Nueve y media? Seguramente a los cuarenta, creo que podré retrasarlo hasta entonces, pero luego...

—¿Qué?

—Que engordaré —repitió, y Peter parpadeó—. Que me pondré gorda. ¿De qué creías que estaba hablando?

—Para que lo sepas —empezó a decir riéndose—, si estás sentada en mis rodillas medio desnuda y me dices que te vas a ensanchar...

—¡No! —exclamó intentando soltarse, pero Peter la retuvo y aterrizó, lujuriosa y sexy, a su lado—. Jamás diría algo así. Es una vulgaridad —dijo mientras le pasaba los brazos por detrás de la cabeza.

—A mí me encantó —aseguró besándola.

—Lo que intento explicarte es que envejeceré hasta convertirme en una de esas mujeres rellenitas. Lo llevo en los genes. Como la harina con levadura. Voy a inflarme.

—Me parece genial, porque yo seré uno de esos viejos verdes que persigue a las gorditas maduras.

—Hablo en serio —dijo Lali, aunque sonriendo y con sus suaves labios abiertos para él.

—Yo también. ¿Crees que me importa tu peso? Me has llamado idiota, donjuán, demonio y seductor. Además, tu mejor amiga me pegó tres veces.

—Tú también me diste en el ojo.

—Y tú me gritaste en público, y aquí estoy. Si crees que ablandándote te vas a librar de mí...

—A los hombres les entran las cosas por la vista.

—Sí —aceptó Peter poniendo el dedo debajo del elástico del camisón—. Por eso me gusta esta cosa que no tienes, aunque también me gustaría tener la oportunidad de romperte los pantalones de buzo —Peter dejó de sonreír e intentó darle lo que ella le había dado a él—. Tú, Lalita. Es lo único que quiero. Sólo quiero pasar el resto de mi vida contigo.

—¡Ay! —exclamó acercándose a él, pero Peter recordó la apuesta y se levantó sin ganas de dejarla ir.

—Empezará a las nueve y media. Lo que será dentro de setenta minutos —dijo mirando el reloj—. ¿Qué quieres hacer mientras tanto, La? ¿Tienes un Scrabble?

—Diré obscenidades.

—Sí, como «ensancharte» —comentó riéndose.

—Ves, ésa es una de las cosas que no me importa, te amo igual.

—Me encanta esa última parte. ¿Qué me cuentas?

—Que te diré «sí, tómame como quieras» —dijo levantándose y tirando de él. Peter se alejó un poco en el sillón para hacerle lugar y notó algo en la cadera. Lali lo besó en el cuello y Peter sintió un escalofrío, al tiempo que sacaba el cinturón del saco. Lali le dio un golpecito, Peter se quejó y Lali se recostó sonriendo—. Vas a ganar la apuesta con Benjamín y perder la mía. Así estaremos iguales.

Peter la miró y pensó: «Tiene razón», antes de mirar el cinturón que tenía en las manos.

—A propósito, ¿me querrás haga lo que haga?

—Sí.

—Buenísimo —hizo que su espalda tocara el sillón y le pasó las manos por encima de la cabeza—. Me gusta dominar, Lalita.

—Ya, eso puedo soportarlo.

Volvió a besarla, y cuando estaba distraída le ató las muñecas con el cinturón.

—¡Hey! —exclamó dejando de besarlo, pero Peter ya había atado el extremo del cinturón en el brazo del sillón—. Esto es un poco pervertido —dijo estirándose para ver cómo apretaba el nudo.

—No tanto. Iba a traer una docena de churros, después dijiste que venía el lobo y ya no los tenemos, pero te perdono porque nuestra relación es así. ¿De qué quieres que hablemos durante estos —miró el reloj— sesenta y siete minutos?

—¡Peter!

En la encimera de la cocina había una bolsa verde y blanca que le era muy familiar.

—¡Churros de Manolo! Hemos tenido la misma idea. ¿Sabes, amor? —dijo llevando la bolsa a la sala—. Me torturaste durante un mes estando tan guapa, que conseguías que perdiera la cabeza cada vez que te veía. Te deseaba tanto que me estaba volviendo loco. Evidentemente, todavía lo estoy.

—Ok, lo siento —dijo Lali tirando del cinturón.

—Así que ahora te toca a ti —dijo sentándose frente a ella—. Ahora te voy a torturar yo.

—Esto empieza a gustarme. ¿Qué vas a hacerme?

Peter sacó un churro de la bolsa.

—Voy a comer delante de ti —la amenazó dando un mordisco al churro.

Continuará…