lunes, 1 de septiembre de 2014

Capítulo 54


Twitter: @Caparatodos
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—Bueno...

—Ése es mi plan. Y voy a atenerme a él.

Capítulo 54:

—El tío Peter quiere saber si vienes a comer —le comunicó Tomás cuando terminó el partido.

—Bueno... —contestó, y pensó: «Juan Pedro, explotador de sobrinos». Con todo, comer con él no podía ser muy malo. No pasaba nada por comer con un amigo, con su sobrino de compañía.

—¡Aja! —exclamó María a pesar de que Lali no había dicho nada.

Lali le pidió a Peter que los llevara a un restaurante retro, en el que ella y Tomás imitaron a Elvis durante toda la comida. Una nueva experiencia para éste, al que habían educado con Chopin. A Peter no pareció importarle.

—Hasta mañana, Lali —se despidió Tomás cuando la dejaron en casa.

—Sí, en la cena de la abuelita —dijo Lali.

—Tomás, si mañana llamas a la abuela así te daré cincuenta pesos—le propuso Peter al ver la cara de extrañeza que había puesto.

—No creo que lo haga —contestó éste y Lali salió del auto pensando que al día siguiente iba a entender muchas cosas de Juan Pedro Lanzani, si es que sobrevivía a la cena con sus padres.

—Quédate el gorro, Lalita —le dijo Peter cuando ésta intentó devolvérselo por la ventana—. Te queda muy bien. Paso por ti a las ocho.

Después desapareció y Lali se sintió ridiculamente feliz, lo que no podía ser bueno.
«Eres un desastre», se dijo y fue a prepararse para la cena con su madre.


Aquella noche, Peter pasó a recogerla en su viejo Mercedes. Cuando llegó, estaba sentada en el último escalón, vestida con un sencillo vestido negro, que se había subido hasta las rodillas. Parecía una monja excéntrica.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó al salir del auto.

—Vas a tener que aguantar a mis padres y no me parecía justo hacerte subir todas las escaleras.

—No me importa hacerlo si arriba estás tú —miró sus pies. Llevaba unos sencillos zapatos negros sin taco, que no dejan ver los dedos—. ¿Por qué te pusiste esos zapatos tan feos?

—No lo son. Son clásicos, como tu auto, que es muy bonito, pero no imaginaba que tuvieras uno.

—Un regalo de graduación. A auto regalado no le mires el capó. Sube, Lali que vamos a llegar tarde —le pidió abriendo la puerta.

—¿Por el máster en administración de empresas? —preguntó una vez sentada en el asiento del acompañante.

—¿Qué?

—El auto. Que si fue un regalo por licenciarte. A mí me regalaron un maletín, sólo estaba intentando ver las cosas en su justa medida.

—No, fue al terminar el colegio.

—¿Sí? ¿Y qué te dieron al licenciarte? ¿Un yate?

—Un puesto en la empresa de mi padre.

—Pero...

—Rechacé el regalo. ¿Cómo está Elvis?

—Muy sano —contestó con tono de estar desconcertada—. Lo llevé al veterinario y me dijo que está bien. Lo que no deja de ser raro.

—Como muchas cosas en mi vida últimamente. Por cierto, ¿hay algo de tu familia que deba saber antes de llegar?

—No tienes por qué venir.

—Mariana, voy a ir. Prepárame antes de conocerlos, ¿puedes?

—La verdad es que no hay nada que saber. Mi madre siempre es muy educada y mi padre no habla nada, a menos que metas el dedo en la llaga. Procura no hacerlo.

—Perfecto. ¿Me haces un listado de llagas?

—Fraude en seguros, jóvenes que quieren quitarle su puesto de trabajo, música después de mil novecientos setenta y sexo con sus hijas.

—Sexo con sus hijas —repitió.

—Sí, mi padre supondrá que intentas seducirme.

—Tu padre tiene buen ojo para la gente. ¿Qué me dices de tu madre?

—Bueno, en otras circunstancias te estudiaría como potencial hijo político. En los postres te haría un test.

—¿Escrito u oral?

—Oral.

—Genial, en lo oral soy muy bueno —se quedaron en silencio hasta que agregó—: No me refería a eso.

—No pasa nada. No habrá test. Mi madre tiene otras cosas en mente ahora.

—¿Alguna otra cuestión que deba saber de ella?

—Sí, pero todas tienen que ver conmigo.

—No me importa. Hazme el listado también.

—Comer carbohidratos, llevar ropa interior blanca de algodón, no bajar de peso, no seguir con mi ex, al que ella adoraba. Pero no creo que nada de eso salga a flote en la conversación.

—Mi madre también adora a mi ex. Creo que por comodidad, para no tener que aprenderse otro nombre. ¿Quién más estará?

—Mi hermana Ana. Con ella no tienes que preocuparte. Ahora está un poco neurótica porque se casa la semana que viene, pero es simpática. Si las cosas se ponen feas siempre puede sentarte a mirarla, es muy guapa.

—Me alegra saberlo. Tu mamá, tu papá, Ana, tú y yo. Un grupito muy íntimo.

—Y Javier —añadió Lali intentando que su voz no sonara apagada—. El novio de mi hermana.

—Ok. ¿El que tenía mala memoria? ¿Cómo va eso?

—Algo no va bien. No sé lo que es, pero no colabora. No es mal tipo, excepto por haber dejado a Salida, con todo el derecho del mundo. Además adora a Ana, así que no sé lo que puede ser. A ver qué te parece a ti.

—¿A mí?

—Tienes buen ojo para la gente. Eres intuitivo. Estudia a Javier.

—Hay pocas posibilidades de que durante la cena me entere de lo que pasa —dijo en el momento en el que sonaba el celular de Lali.

—Tienes un teléfono negro. Me mentiste la primera noche, Lalita.

—Algo que ya sabías —respondió antes de contestar—. ¿Aló? ¿Qué? —escuchó un rato—. ¡Por Dios, Di! ¡Es sábado por la noche! No sé dónde... Es-pera un segundo —se giró para mirar a Peter—. Javier había prometido llevar el vino.

—Déjame adivinar.

—No tendrás una botella o dos en tu departamento, ¿no?

—Emilio —dijo haciendo un giro con el auto.

—Peter lo solucionará —dijo Lali al teléfono con un deje de orgullo en la voz que hizo que Peter sonriera—. Eres un ángel.

—Gracias. Ahora dime algo desagradable. Me estás confundiendo.
Pararon a recoger el vino y cuando Peter volvió a entrar en el auto, Lali se fijó en las etiquetas de las botellas.

—Son muy caras, ¿no?

—No, no mucho.

—Bueno, así aprenderá el idiota de Javier.
Diez minutos más tarde, después de seguir las indicaciones de Lali, Peter estacionó delante de una casa grande y nueva.

—Si quieres, aún estás a tiempo de no entrar. Déjame aquí y ya les diré...

—No. Espera un ratito —le pidió mientras salía para dar la vuelta al vehículo y llegar a la puerta del copiloto.

—¿Dónde? —preguntó accionando el tirador.

—No puedes bajar de un auto sin ayuda —dijo ofreciéndole la mano y jalándola hasta que estuvo de pie. Acabaron más cerca el uno del otro de lo que había planeado, algo que no le molestó en absoluto—. Que salgas sin mi ayuda me hace parecer débil e incapaz —dijo observando su pelo agitado por la brisa.

—Sí, seguro... —al retirarse para que Peter cerrara la puerta vio una figura que se alejaba de una ventana—. Bueno, al menos ganaste puntos con mi madre. Te estuvo observando.

—Buenísimo, ahora lo único que nos hace falta es sobrevivir a la cena.

Continuará…

16 comentarios:

  1. Solo con la madre gano puntos? ???

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  2. jajjaj buen capi estos dos son un amor :D OTRO POR FA

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  3. A Perter lo van a tener que santificar despues de esta cenajajaja

    TQ!

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  4. son tiernos a su manera etos dos
    ++++
    @x_ferretra7

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  5. Espero el próximo! Me gusta esta nove!
    Flor..

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  6. Maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas... =D

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  7. Peter sabe cada vez más d su familia.
    Es todo un caballero

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  8. Ya quiero leer que pasara en la cena!!!!!!!!!

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  9. Pobre Peter,una prueba tras otra!

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  10. Muero por ver que pasa en esa cena, otrooooo :D

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  11. San Peter va a ser que paciencia va a tener que sacar

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  12. Que pasara en la cena??!
    Me encanta!

    @ligiaelenaCM

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  13. Jajajaja ya quiero el otro!!! Esta genial!
    Me encanta

    Besos, Vami

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