viernes, 12 de septiembre de 2014

Capítulo 67


Hola, hola!!!! Llegó el viernes!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Y, aunque mañana tengo 2 exámenes, hoy lo voy a disfrutar igual jajajaja :P ¿Ustedes que tal? Imagino que ya con las pilas puestas no?! Gracias por leer, disfrutar y engancharse tanto!!!! Ayer no hubo doblete porque el domingo voy a hacer una maratón ;) Les aviso para que se vayan preparando! (Me da miedito… yo también debería de estar preparada jajajja pero iremos improvisando con el pasar de las horas) Gracias, gracias!!! Nos leemos mañana ;) Besos!

Twitter: @Caparatodos
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—No, lo que espero es que me tengas mucha envidia.

—Y lo hago —aseguró pensando en el hombre que había dejado enojado a la luz de la luna—. Pero yo quiero a Peter.

Capítulo 67:

Peter no llamó, pero no pasaba nada, se dijo Lali, porque lo vería en la cena previa a la boda, ya que no había avisado su ausencia. Además no tenía tiempo para pensar en él a cuatro días del casamiento, sobre todo después de empezar a recibir una docena de llamadas diarias de su cada vez más frenética hermana. Estaba mejor sin que él la distrajera.
Lo extrañaba.

«El domingo —no paraba de decirse—. El domingo todo habrá terminado, Ana estará casada y podré arreglar mi vida». Lo único de lo que no estaba del todo segura era la parte «Ana estará casada», pero como seguía insistiendo en que su historia de amor era como la de un cuento de hadas, no podía hacer mucho más, aparte de agarrarle la mano, soltar exclamaciones aprobatorias y escucharla. Así que apoyó a su hermana, fue a la cena de los deseos y llevó los helados que habían sobrado de los que le había regalado Peter. Le dijo a María que no hacía falta que se excusara por obligar a cantar a Peter ya que la pelea era inevitable, e intentó pensar en cómo arreglar las cosas sin hablar con él ni verlo.

Pero el sábado por la mañana tuvo que ir a ver jugar a Tomás y se puso sus sandalias nuevas, unas de plástico transparente con taco francés y cerezas en la parte delantera, y llegó al parque pocos minutos antes de que empezara el partido. Encontró un asiento en uno de los laterales e intentó pasar inadvertida y saludar a Tomás al mismo tiempo, pero Bárbara la vio y le hizo una seña para que se acercara. Lali sonrió y se dio cuenta de que el hombre que había a su lado no era un padre cualquiera, sino Jaime. Melisa estaba al otro lado de Bárbara, junto a otro padre, lo que significaba que tendría que sentarse al lado de Jaime. «Esto tiene que ser un castigo por algo», pensó antes de subir.

—¿Cómo estás? —le preguntó Lali a Jaime.

—Estos chicos no saben jugar. No tienen disciplina.

—Bueno, sólo tienen ocho años —adujo Lali.

—La disciplina se aprende desde chico —respondió Jaime con mirada desdeñosa y Lali pensó: «Acaba de tirar por la borda la oportunidad de llevarnos bien».

En el terreno de juego, Lorenzo no consiguió atrapar un lanzamiento y la pelota le llegó a Tomás, que realizó un pase, que en su opinión era la acertado.

—¡Por Dios, Tomás! —exclamó Jaime.

Lali vio a Peter en un extremo del campo y sintió que le daba un vuelco el estómago. «Esto es ridículo», se dijo y tragó saliva. Peter abrió los brazos como para decir «¿Qué haces?» y Tomás se encogió de hombros y volvió a agacharse. Peter negó con la cabeza, pero Lali supo, por la caída de sus hombros, que no estaba enojado. Cuando se dio la vuelta estaba sonriendo, pero al verla su sonrisa se desvaneció y Lali sintió aquella forma de rechazo como un golpe en la boca del estómago.

«Oh, oh», pensó y desvió su mirada hacia Agustín, que estaba comiéndose un hot-dog junto a María, quien tenía la cabeza apoyada en la mano. En la parte de abajo de las gradas, Candela hacía una especie de registro que más tarde Victorio utilizaría para explicarle a los niños la importancia de unas cosas o de otras. «Qué suerte tienen estos niños», pensó y deseó poder estar junto a ella o con María o, mejor todavía, comprándose unos zapatos en alguna tienda. En cualquier sitio menos en el que estaba, mirando algo que no podía tener o no tenía el valor de intentar conseguirlo. Lo que en realidad era lo mismo.

Durante el resto del partido, Jaime continuó expresando su indignación por la ineptitud general del equipo, con lo que no consiguió hacer amigos entre los padres que habían acudido y sí que a Lali, bastante nerviosa ya, le entraran ganas de golpearlo con algo. Bárbara estaba cada vez más enojada y Lali se sorprendió de que siguiera aguantándolo. «Yo lo habría mandado bien lejos».

Llego el momento en el que Tomás tenía sacar. Los miró y Lali lo saludó con la mano. Se concentró, con una seriedad impresionante. Pero al momento de realizar la jugada, falló estrepitosamente.

—¡Dale, Tomás! —le gritó Jaime—. Sabes hacerlo mejor. Ni siquiera lo intentas.
«¡Cállate la boca!», pensó Lali.
La espalda de Tomás se encorvó ligeramente y Bárbara se quedó aún más quieta.
Tomás falló el siguiente lanzamiento.

—¡Concéntrate Tomás! —le gritó Jaime y Lali se fijó en que Peter miraba a su hermano con cara tensa.

«Tranquilízate, Jaime», pensó Lali. Después Tomás se puso rígido y sacó tan mal que con las justas avanzó unos pocos metros.

—¡Eso fue una tontería! ¿No sabes hacer nada bien? —gritó Jaime levantándose. Tomás se quedó inmóvil con los hombros rígidos y Peter abandonó el terreno de juego en dirección a su hermano con los ojos llenos de ira.

—¡No! —exclamó Lali asustada cuando Peter llegó a las gradas. Se levantó, se puso frente a Jaime y le dio un puñetazo en el brazo.

—¡Ay! —se quejó éste agarrándoselo.

—¡Tú, proyecto de padre! No humilles a tu hijo así —le ordenó Lali en voz baja—. Tomás es muy inteligente, siempre lo ha sido —dijo en voz alta y después agregó en un susurro—: Pero tú eres el imbécil más tonto que he visto en mi vida.

—¿Perdón?

—No necesitas que te perdone yo, cara de nalga, sino tu hijo, al que has humillado delante de todos sus amigos. Y si crees que con eso quedas bien delante de alguien, realmente no estás pensando.

—Te estás pasando —protestó Jaime, pero parecía tener algún recelo ya que no se atrevió a mirar al resto de padres, a los que evidentemente no habían hecho gracia sus comentarios. Meneó la cabeza y se puso gallito—. ¿Quién te has creído que eres?

—Para empezar la mujer que te salvó el pellejo —dijo Peter tras él—. Porque si no se hubiera puesto en medio te habría empujado de las gradas.

—¡Dios! Como si tú pudieras hacer algo. No sabes ni enseñarles a jugar.

—¡Basta ya! —intervino Lali—. La cagaste, ¿y lo único que se te ocurre es echarle la culpa a tu hermano?

—Mira —la amenazó levantando un dedo—. No eres...

—Jaime —dijo Peter—, cuando llegues a casa te darás cuenta de que has hecho delante de tu hijo la misma escena que tú y yo hemos visto toda nuestra vida. Y como eres un idiota, supongo que eso bastará para que tengas pesadillas sobre tu capacidad para ser padre. Ahora te estás peleando con una persona que dice las cosas de frente. Yo que tú me retiraría con cuidado.

—Nos vamos a casa —dijo Bárbara.

—No sé por qué... —empezó a decir Jaime, pero Bárbara le lanzó una mirada glacial.

—Hablaremos de todo esto en casa. Lali, ¿pueden, Peter y tú, llevar a Tomás a casa?

—Sí —dijo Peter, y Lali asintió temblando una vez desaparecida la primera descarga de adrenalina. Se dirigió a su asiento y pensó que había actuado con precipitación, tal vez con mala educación. Cuando se sentó, Peter bajaba las gradas seguido por Bárbara y Jaime.

Tomás les daba la espalda y Agustín hablaba con él. Seguramente le estaba diciendo que su padre era un tonto, pero en opinión de Lali, eso no era pasarse.

—Hola —saludó a Melisa, que parecía pensativa—.

—¿Disfrutando del espectáculo?

—Yo no lo hubiera hecho, pero me alegro de que lo hicieras tú. Eres más valiente que yo.

—No se trata de valentía. Creo que reaccioné de forma exagerada.

—No, el que no ha reaccionado bien ha sido Peter, pero no lo puede evitar. Jaime actúa siguiendo el guión de su familia y eso a Peter lo saca de sus casillas. No soporta que le digan que es tonto.

—¿Se lo decían mucho cuando era pequeño?

—Creo que los dos tuvieron una infancia más dura de lo que podemos imaginar. Lo que no te autoriza a pegarle a tu hermano delante de tu sobrino.

—No creo que lo hubiera hecho.

—No lo sé, pero ahora la mala de la familia eres tú. Le hiciste un favor.

—Ya lo era. Sus padres me odian.

—No creo que quieran mucho a nadie. Son gente que vive en su mundo. No son crueles, simplemente no prestan atención.

—Bueno, tú eres la psicóloga. ¿Qué hacemos con Tomás?

—Peter se encargará de él —dijo Melisa haciendo un gesto con la cabeza hacia la cancha de juego, donde Tomás y Peter estaban sentados en una banca—. Ha sido algo doblemente malo, porque tú estabas aquí. A Tomás le caes muy bien y que lo avergonzaran de esa forma... —meneó la cabeza y suspiró—. Tienes razón, Jaime es un cara de nalga.

—¿Es el término clínico?

—En el caso de Jaime sí.


Continuará…

13 comentarios:

  1. Lo unico q nos falta es qLali haga migas con Melisa,JAJA
    Q buenoi lo del dgo!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  2. El domingo maraton?! Lo mio si q va a ser maraton porque sera uno tras otro leyendo caps jajajja no me gusta que la idiota de la ex se intente hacer la amiga de lali no le sale bien. Peter no puede negar que amo lo que hizo lali.... espero maaaaas

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  3. Tengo el presentimiento que si Melisa le toma cariño a Lali deja toda la boludes de separarlo de Pitt
    +++++++
    @x_ferreyra7

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  4. Me da k Melisa se hace la amiga ,para después clavarle el puñal x la espalda.Espero k lali no la crea en nada.
    Peter debe estar feliz d como LAli defendió a Tomás.

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  5. Cara de nalga!! Genial! Que melisa no se haga la viva! Más

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  6. Jajajaja términos clínico? Jajajaja
    Me encanto! Me encanto! Lali una GENIA, Jaime un idiota, Peter debe tener paciencia, pobre Bárbara y Tomás.

    Espero ansiosamente que Peter y Lali hablen!

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  7. Por fin Melissa dijo algo inteligente!
    Me encanto.

    Nena muchos éxitos mañana! Besos

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  8. Uy. . .Lali y Peter juntos para llevar a Tomás a casa. . .Jajaja quiero ver la reacción de Peter ahora que ya sabe lo que Lali siente por el, y o encantaría saber que siente el por Lali. . .
    Estoy deseando que llegué el domingo para leer la maratón

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